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Año 2 – Nº 5725 de Mayo del 2008


 

Traducción
MERCEDES CRUZ REYES - MERCHITA926@telefonica.net
 

El Espiritismo y su aspecto consolador


Se atribuye a la conocida  camarada Guiomar Albanese, dirigente del Centro Espirita Perseverancia, de la Capital paulista, el pensamiento de que, de todas las aflicciones que acometen a las  personas  que buscan la Casa espírita, lo que más perturba a la criatura humana no es el dolor en si, más si el desconocimiento de los motivos por los cuales sufre. 

Muchos de los  que llegan al Espiritismo son motivados  s buscarlo por el dolor, por el sufrimiento, por las aflicciones, que muchas veces parecen  insoportables hasta que se les conoce la génesis, el origen, un dato importante para que la resignación acompañe a los momentos difíciles. 

Se encuentra hay, como bien sabemos, el carácter consolador del espiritismo, que fue presentado  a Kardec, por los Espíritus superiores que orientaron a la codificación, como la confirmación de la promesa hecha de Jesús  sobre el Consolador, que el Padre enviaría  en su nombre para dar continuidad a la tarea con el Evangelio.  

Es esa facción confortadora que encanta y prende a las personas que toman contacto con la Doctrina Espirita. 

Los doctrinados por adversarios gratuitos del espiritismo, cuando entran en una Casa espirita verifican que nada de lo que oyeron antes de sus detractores corresponde a la verdad. Las palestras, los consejos, las orientaciones son todas revestidas  de la propuesta de que es preciso transformarse practicar el bien, seguros de que en el Evangelio encontraremos siempre el rumbo para ser efectivamente felices. 

Fue precisamente eso de lo que se dio cuenta Andrea Salgado, la profesora carioca que, a los 33 años de edad, tuvo las piernas paralizadas algún tiempo atrás, cuando una lancha colisionó  con el banana boat  en el que ella paseaba en una de las playas del litoral fluminense. 

Andrea, que sorprendió a todos por su fuerza de voluntad y el optimismo con que afronto la situación, vio el rumbo de su existencia alterarse por completo, más ni por eso perdió la serenidad y el entusiasmo por la vida. 

En la entrevista concedida posteriormente  a la revista Veja, el reportero le preguntó  lo que ella hacia para espantar la tristeza y Andrea respondió: “Siempre me gusto mucho vivir. Siempre fui, alegre, espontánea y guerrera. El accidente  me dejó con algunas limitaciones.

Más estoy aprendiendo a convivir con ellas aceptándolo bien.  Me gusta leer, cuidar de mis hijos, de mi casa. Eso me distrae. Tengo leído muchos libros kardecistas, libros con mensajes de optimismo. Soy católica, más después del accidente encontré muchas respuestas en el Espiritismo. “Aprendí que nada acontece por acaso.”
 
 


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O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita