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Año 2 – 102 – 12 de Abril del 2009

MARIA ENY ROSSETINI PAIVA 
menylins@terra.com.br    
Lins, São Paulo (Brasil)

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 

Transformación interior
y la perfección moral


Uno de los más graves problemas de nuestra evolución espiritual consiste en cambiar nuestro interior. Tal cambio, propuesto por el Espiritismo como nuestra gran luchar moral, es sin duda imprescindible para que podamos realmente educar. ¿Como conseguimos que aquellos a quien nos dirigimos sientan que es posible cambiar y perfeccionar nuestra conducta, si nosotros mismos nos mostramos incapaces de eso? Además de eso, si no cambiamos nuestro comportamiento, ¿cómo podremos solicitar que otros lo hagan? Nuestro discurso carecerá de la emoción necesaria a los que pasan cosas en las que creen y viven. Lo que es peor es que sin esa transformación de nuestro interior estaremos obrando a la moda de los fariseos, de forma hipócrita.

Esa hipocresía religiosa fue la única que mereció del Maestro Jesús una censura muy firme y decidida: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que a pretexto de largas oraciones, devoráis las casas de las viudas; tendréis por eso un juicio más riguroso! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera el cuerpo y el plato y que estáis por dentro llenos de rapiña e impureza! Entonces, aproximándose a él, sus discípulos le dijeron: ¿Sabes que oyendo lo que acabaste de decir, los fariseos se escandalizaron? Él respondió: Toda planta que mi Padre celestial no plantó será arrancada. Dejarlos; son ciegos conductores de ciegos; si un ciego guía a otro ciego, caerán ambos en el agujero”.

Allan Kardec coloca en el ítem “Maldición contra los fariseos”, incluido en La Génesis, las siguientes indagaciones muy oportunas y objetivas: ¿Sin embargo sus palabras habrán llegado hasta nosotros sin mezcla y exentas de malas interpretaciones? ¿Todas las sectas cristianas habrán cuidado su espíritu? ¿Alguna no habrá desviado el verdadero sentido, en consecuencia de los preconceptos y de la ignorancia de las leyes de la naturaleza? ¿Alguna no habrá hecho de sí misma un instrumento de dominación para servir a las ambiciones e intereses materiales, un escalón no para subir a los cielos, sino para elevarse sobre la Tierra?... ¿Todas ellas son exentas  de  la increpación  que  él  dirigía  a los

fariseos de su tiempo?”  

Para que nuestra reforma interior produzca realmente transformación moral, es preciso así, que comprendamos de forma menos deformada posible las virtudes cristianas. Un estudio más detallado de la moral cristiana nos muestra que ella es perfectamente practicable. Jesús, no lo habría enseñado, ejemplificado, si fuese imposible su práctica.

Vamos a intentar, seguidamente, mostrar cómo las virtudes cristianas fueron y aun son enseñadas por los religiosos de las diferentes iglesias de modo a atender los intereses de esas Iglesias y de los poderosos, no buscando su verdadera esencia.

Decían y dicen aun esos religiosos:

1º El hombre espiritualizado no da importancia a sus necesidades materiales, pone por encima de todo las necesidades espirituales. Para él la ORACIÓN, EL AUXILIO AL NECESITADO, LA TOLERANCIA SIN LÍMITES, EL TRABAJO SIN CANSANCIO, LA FUGA DE LAS DIVERSIONES Y EL CUMPLIMIENTO DE LOS DEBERES es lo que es importante.

Enseña la Doctrina Espírita: 

El hombre espiritualizado cuida de la materia y del espíritu, colocando las necesidades materiales en el mismo plano de las de su espíritu y no culpando al cuerpo por los desmanes de su espíritu. El cuerpo debe ser cuidado, alimentado convenientemente (con una dieta sana, sin exageraciones). Se debe descansar de acuerdo con cada constitución. El límite del trabajo es el de las fuerzas, enseña El Libro de los Espíritus en la Ley del Trabajo. 

Consideremos el derecho de nuestro semejante igual al nuestro
y no superior
 

Decían y dicen aun esos religiosos:

2º El hombre espiritualizado participa con dedicación y persistencia de oraciones, sesiones espirituales y reuniones de estudio de su religión. En el caso de los espíritas es preciso oír siempre a los espíritus en nuestras necesidades para que nos indiquen las soluciones y nos protejan, dándonos la necesaria cobertura espiritual. Dar pases, auxiliar la pobreza, también indican espiritualidad.

Enseña la Doctrina Espírita:

El hombre espiritualizado tiene siempre presente, estemos orando, en sesiones o estudiando, que la verdadera adoración es la del corazón que consiste en hacer el BIEN Y EVITAR EL MAL. No confunde la caridad con la limosna, y sabe que los hombres se entenderán cuando practiquen la LEY DE JUSTICIA. Sabe que la caridad es una actitud delante de todos (benevolencia: “buena-voluntad”), una forma de sentir delante de la maldad humana (indulgencia: entender y dar el debido descuento sabiendo que también somos imperfectos), una forma de obrar con los que nos perjudican o nos odian (perdón: disculpar por comprender el límite o el desequilibrio del otro, sin replicar o vengarse del mal recibido).

El hombre espiritualizado, no busca orientación de los espíritus para todas sus necesidades. Sabe que los espíritus lo inspiran y orientan si mantienen una conducta digna. Cuando sea posible dialogue con los espíritus sabiendo que son hermanos nuestros cuya opinión vale tanto como la de otro hombre esclarecido. Compara las enseñanzas de los espíritus, concluye cuando sea posible, dentro de tu comprensión.

Decían y aun dicen esos religiosos:

3º La religión nos enseña a RENUNCIAR a nuestros derechos para favorecer a los hijos, madres, padres, hermanos. Debemos ser siempre DONADORES amorosos que todo hacemos por el semejante, no molestándolo y trabajando por el. Hacer sin quejas la parte del otro si es necesario, para dar el ejemplo de desprendimiento y elevación moral, sin preocupación de que el aparezca como el autor. Amar al otro es renunciar a sí mismo. Es ser pedestal para la gloria del otro.

Enseña la Doctrina Espírita:

NADIE TIENE EL DERECHO DE USAR A UN SER HUMANO PARA ALCANZAR SUS FINES PERSONALES. Muchas veces utilizando cariño y palabras dulces, somos capaces, como arañas, de enredar a nuestro prójimo en nuestra tela llevándolo a hacer lo que es BUENO para nosotros y no para el.

Consideremos el derecho de nuestro semejante IGUAL al nuestro y no superior. “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, no significa “Ama a tu prójimo y despreciate a ti mismo”.

Jesús nos amó y pidió que nos amásemos como Él nos amó. (“Amaos unos a los otros como YO os amé”). El luchó todo el tiempo para esclarecer a todos, para que hubiese justicia y caridad. No murió en la cruz para salvarnos. Cada uno de nosotros debe buscar su “salvación”.

De nada sirve sacrificarnos por INDIVIDUOS egoístas y orgullosos, distantes del bien y del amor. Ellos sólo aprenderán a usarnos para sus fines, a esclavizarnos a sus caprichos. Jesús se sacrificó por una causa, por sus ideales, por el bien de TODOS y no por una u otra persona. 

El hombre espiritualizado no se juzga un semidiós, trabajando abusivamente 

Es interesante observar que modernamente la Psicología enseña que nosotros sólo ayudamos a alguien cuando hacemos  a esa persona crecer. Si la auxiliamos materialmente, ese auxilio debe promover la independencia de esa persona y no su eterna dependencia nuestra. Igual las personas naturalmente dependientes como los niños, los ancianos enfermos o portadores de deficiencia grave, deben ser incentivados a crecer como personas y ser cuando es posible independientes económicamente, emocionalmente e intelectualmente. Hijos que no saben vivir lejos de los padres, esposas que no se desvinculan de la posición de princesas dependientes del salvador, están lejos de conquistar la libertad y ser felices.

Decían y aun dicen esos religiosos:

4º Debemos atender en casa y en nuestro servicio todas las solicitudes de nuestros superiores o de los que conviven con nosotros. Quien sirve es espiritualizado. Servir es la gloria del cristiano. Las humillaciones y las injusticias deben ser soportadas sin murmuraciones que nos harían perder el mérito del trabajo. Además de eso, no nos compete juzgar, sólo Dios tiene ese derecho.

Enseña la Doctrina Espírita:

Debemos conocer nuestras responsabilidades y trabajar cumpliéndolas. El auxilio que nos sea posible realizar, después de cumplir nuestros deberes, debemos hacerlo dentro de nuestras fuerzas (sin acarrear agotamiento). El hombre espiritualizado no se juzga un semidiós, trabajando abusivamente. Expone humildemente sus límites y necesidades, solicitando auxilio, él también. Procurando que sea hecha la justicia, condición primera para la caridad, el hombre espiritualizado busca sus derechos, reconoce las injusticias y sólo las soporta cuando es inevitable.

Decían y aun dicen esos religiosos:

5º El hombre espiritualizado respeta a los más viejos y las autoridades que Dios destinó al comando del mundo humano. Por eso los atiende con mayor amor y respeto, trabajando sin cesar para que reconozcan nuestro esfuerzo y nos llamen a compartir con ellos su trabajo o nos acepten en su medio.

Enseña la Doctrina Espírita:

El hombre espiritualizado RESPETA A TODO SER HUMANO Y TAMBIÉN A TODA LA VIDA EN LA TIERRA. Animales, vegetales, niños, enfermos, jóvenes, viejos, adultos, todos merecen respeto. El Espiritismo nos enseña a respetar COMO AUTORIDADES aquellos por los cuales sintamos DIFERENCIA NATURAL, delante de su saber y virtud. Las demás personas debemos respetar y amar, sin reverencia por su autoridad INSTITUCIONAL, cosa sin valor real.

Decían y aun dicen esos religiosos:

6º El hombre espiritualizado no critica, no responde a argumentos polémicos, ni se defiende. LA VERDAD SE IMPONE POR SÍ SOLA.

Enseña la Doctrina Espírita:

La crítica debe ser hecha, especialmente cuando envuelve intereses de grupos que pueden ser excluidos o manipulados por personas sin escrúpulos. La verdad no se impone Por sí sola. REPRIMIR EL MAL ES LOABLE Y CONSTITUYE EN CIERTAS OCASIONES UN DEBER. 

La humildad nos nivela, nos muestra que todos somos hermanos y debemos auxiliarnos mutuamente 

Decían y aun dicen tales religiosos:

7º El hombre espiritualizado es humilde. No muestra lo que hace, espera que los otros reconozcan su mérito. Atribuye a los amigos y a los grupos los trabajos que hace. ES modesto, pues sabe que nada somos.

Enseña la Doctrina Espírita:

Ser humilde es saber dónde somos capaces y dónde no somos, reconociendo nuestros errores y sabiendo nuestras capacidades y cualidades. Ser humilde es estar abierto a la crítica, sabiendo que todo lo que hacemos puede ser mejorado. Ser humilde es asumir lo que hace y aceptar que nos apunten los fallos y virtudes. Ser humilde es reconocer que nada hacemos solos y reconocer que sin el otro nada podríamos. Ser humilde es no asumir lo que el otro hizo como nuestro, apuntándolo como el autor o inspirador de nuestro trabajo. El hombre espiritualizado y humilde conoce la gran ley de la SOLIDARIDAD, y siente que siempre puede aprender con todos, aún con los que inician la jornada y en especial con los que consideramos ignorantes e inferiores. Él es capaz de entender a los hermanos de jornada y respetar cada uno de ellos dentro de sus posibilidades actuales.

El hombre humilde, enseña el Espíritu de Adolfo, sabe que sin la humildad no podemos ser cariñosos. La humildad nos nivela, nos muestra que todos somos hermanos y debemos  auxiliarnos MUTUAMENTE en el camino para el BIEN. Sin que nos sintamos así, nuestro auxilio, nuestro trabajo, serán siempre “de arriba para bajo”, llenos de orgullo, de pretensión, de “superioridad”, estemos haciendo caridad material o caridad moral.

Decían y aun dicen tales religiosos:

8º El hombre espiritualizado está por encima de las pasiones terrenas. No se envuelve con movimientos sociales tipo huelga, marchas, aún por causas justas. Él aprende que lo que está sufriendo es lo que merece, y así NO REIVINDICA MEJORÍAS en su situación. Humilde, acepta el auxilio de la caridad sea ella ostentosa o virtuosa. Considera que el cristiano debe dar el ejemplo de resignación delante de las injusticias de la sociedad. Los que son malos solamente despertarán para el bien, por nuestra sumisión a ellos y nuestro ejemplo. Entonces ellos nos darán, por las buenas, nuestros derechos. No necesitaremos luchar por ellos. Toda forma de presionarlos es una violencia incompatible con las enseñanzas de Jesús. Debemos hacernos indispensables para los malos, sirviéndolos con humildad y dedicación. Nuestro amor tocará sus corazones empedernidos, despertándolos para el bien. Son ellos quienes más necesitan de nuestra caridad y nuestro amor.

Enseña la Doctrina Espírita:

Los malos necesitan de nuestro amor y de nuestra caridad, NO DE NUESTRA SUMISIÓN. No debemos confundir flaqueza con virtud. El hombre virtuoso necesita de gran coraje y muchas veces pierde la propia vida como Jesús, cuando enfrenta la maldad e intenta impedir su marcha. Sin embargo, al cristiano compete defender el bien en todas partes. La lucha entre las fuerzas del progreso y las del estacionamiento, descrita muy claramente por los espíritus y por Kardec, en el cap. XVIII de La Gênese, exige de nosotros una definición. No fue por casualidad que Jesús dije: “Ay de los tibios...”

Allan Kardec nos recomienda analizar las causas que entretienen el egoísmo y el orgullo en los hombres e instituciones sociales y atacarlas conforme nuestras fuerzas, poco a poco, por partes, cuando no sea posible atacar todas a la vez.  

Apoyar a los que erraron y se muestren deseosos de notar los errores es deber nuestro 

El hombre espiritualizado sabe que si la propia persona no respetase y no exigiera que los otros lo respeten como ser humano, no será respetado. Jamás en la historia de la humanidad los que maltratan y son orgullosos, vanidosos y egoístas dieron derechos a los que maltrataban. No fue así con los esclavos que se sometían a todas las situaciones, ni con la mujer, sobre quien el hombre ejerció un predominio injusto y cruel, abusando de la fuerza y creando instituciones sociales que mantenían y aún mantienen esa injusticia.

Decían y aun dicen esos religiosos:

9º El hombre espiritualizado no precisa perdonar porque OLVIDA. PERDONAR ES OLVIDAR. Olvidar dando nueva oportunidad al ofensor, permitiendo que a un mentiroso, a un explotador, incluso ladrón, a un egoísta, él retome su lugar y sus funciones junto a nosotros, en nuestro hogar, en el Centro Espírita, creyendo en su potencial de regeneración y en nuestra capacidad de amar. Sólo perdonamos cuando permitimos a la persona retomar su posición de antes, como el hijo pródigo de la parábola de Jesús.

Enseñan los espíritus:

OLVIDAR El MAL ES ESTAR ABIERTO E INDEFENSO DELANTE DE ÉL. El mérito está en no odiar al malvado, sino en combatir el mal, sin estar movido por el odio. Apoyar a los que erraron y se muestren deseosos de REPARAR los errores es nuestro deber de cristianos. Sin embargo debemos AUXILIALOS a hacer lo que necesitan y no HACER POR ELLOS. Estaremos impidiendo a las personas a crecer, si no las dejáramos ACTUAR por sí mismas. Es eso lo que nos enseña Kardec, en El Cielo y el Infierno, cuando nos habla de la reparación. En El Evangelio según el Espiritismo, cap. XII, ítem VII, los espíritus explican que Jesús,  al recomendar que diéramos la otra mejilla, condenaba la venganza, imponer el “ojo por ojo, diente por diente” de la ley mosaica, pero no prohibía la defensa. Perdonar al enemigo es no tener para con él sentimientos de venganza, odio, rencor. No significa acoger a quién sabemos querer destruirnos, pues eso sería “ofrecer benévolamente el cuello al asesino”.

El olvido es realmente importante y los espíritus se refieren a “extender un velo sobre el pasado,” lo que significa que el hecho continúa allá, no fue eliminado de nuestra memoria, no fue borrado, pero puede ser OLVIDADO SIN AMARGURA, SIN REVUELTA, CON COMPRENSIÓN. En otras palabras, nosotros realmente perdonamos cuando conseguimos olvidar algo del mal que nos fue hecho, sin emociones, sin lágrimas, sin vivir nuevamente el sufrimiento. Mientras recuerdes nos haga sufrir y llorar, entristecer y quedar ansiosos, así no perdonamos. Lanzar un velo sobre el pasado significa poder olvidar el recuerdo sin dolor, con serenidad. Olvidando la emoción que acompañó la ofensa, recordando con equilibrio, aunque la persona que nos ofendió esté equivocada en la maldad, conseguimos realmente perdonar. Eso hará bien a nosotros más que al enemigo o al ofensor, porque él aún pasará por la necesidad de notar el mal que nos hizo, para que se sienta en paz y sea realmente feliz, reequilibrándose.  

El sexo es energía creadora y la relación sexual constituye un importante cambio de energías

El olvido completo y absoluto de las ofensas, a que se refiere El Evangelio según el Espiritismo, es una metáfora que debe ser entendida con equilibrio. Si olvidar fuera borre de la memoria, como algunas personas consiguen hacer por un mecanismo de desequilibrio psíquico llamado represión, no necesitaría existir el perdón, sólo olvido. Si no nos fuera permitido combatir el mal, no tendríamos la afirmación contenida en el capítulo XII, relativa a la necesidad de defendernos, y El Libro de los Espíritus no disculparía al asesino que actúa en legítima defensa.

Decían y aun dicen esos religiosos:

10º Ser espiritualizado es ser BUENO y ser bueno es servir al otro, sin medir sacrificios. Enseñan los espíritus: Ser bueno es NO USAR Al OTRO para mis fines personales. Esos fines pueden ser dinero, posición, placer, satisfacción sexual, abrigo, seguridad, afecto, protección, sentirme superior por ayudar etc. SER USADO POR El OTRO NO ES SERVIR. Servir significa trabajar POR El BIEN DE TODOS con amor.

Cuando Jesús dijo: “Aquel que quiera ser el primero, sea el siervo de todos” respondía a un pedido sobre poder, hecho por una madre deseosa de tener los hijos en los primeros lugares en el Reino de Jesús. Él quiso enseñar que el poder verdadero se expresa en servicios para El bien de todos y no en posiciones y privilegios. El sacrificio personal tiene valor, cuando ayuda al otro a crecer, como ya dijimos, y eso implica colocar LÍMITES a su ACCIÓN DESEQUILIBRADA.

Permitir al otro que nos use para sus fines personales es dejar de lado nuestra dignidad personal, transformándonos en OBJETO DE OTRA PERSONA. Eso no nos ayuda y no auxilia ni un poco al otro.

Decían y aun dicen esos religiosos:

11º El hombre espiritualizado VENCE LA TENTAÇÃO SEXUAL, representada por el deseo sexual y la necesidad de tener placer con un compañero. Eso es animalesco y malo y debe ser superado, como resquicio de la animalidad y de nuestro pasaje por el reino animal Aunque sea en otras encarnaciones, tendremos que superar el sexo, las pasiones y todos los instintos. Sin embargo, sí en el consiguiéramos vivir con tal espiritualidad, reconozcamos nuestra inferioridad moral y busquemos en el casamiento una satisfacción digna y menos inferior.

Enseñan los espíritus:

El sexo es energía creadora y la relación sexual constituye un importante cambio de energías necesarias al progreso espiritual. André Luiz llama a ese cambio como alimento espiritual. El hombre espiritualizado utiliza el sexo con dignidad, respetando al otro y sabiéndose responsable por los sentimientos que despierta en él. Esos apuntes de André Luiz, alteran todo el enfoque dado al sexo en la historia del Cristianismo, desde la Antigüedad, favoreciendo una verdadera revolución en la comprensión y en la utilización del sexo, como instrumento de amor entre un hombre y una mujer.

 

Fontes

A Gênese, de Allan Kardec, cap. XVII.

O Evangelho segundo o Espiritismo, de Allan Kardec, cap. V, itens 1 a 10; cap. VII, item 11; cap. X, itens 13, 15, 19, 20 e 21; cap. XII, item 8; e cap. XVII, item 11.

O Livro dos Espíritos, de Allan Kardec, questões 654, 748, 817, 818, 876-a, 886, 888, 889 e 917.

Evolução em Dois Mundos, item Alimento Psíquico, pág. 144, de André Luiz, psicografado por Francisco Cândido Xavier e Waldo Vieira.  

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita