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Año 2 - N° 100 – 29 de Marzo del 2009

JOSÉ PASSINI
passinijose@yahoo.com.br
Juiz de Fora, Minas Gerais (Brasil)
 

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 

Tolerancia

 Trabajo, solidaridad y tolerancia.” Allan Kardec


Hay personas que invocan a lapidar la divisa de Kardec, en la parte referente a la tolerancia, aplicando esa virtud en el campo de las publicaciones de libros que están siendo editados sin el menor criterio, tanto en lo que se refiere al contenido, como a la forma.

Es evidente que la recomendación del Codificador se aplica a la relación entre las personas. En ese sentido, hay numerosas páginas de benefactores espirituales a recomendar el ejercicio constante de esa virtud en el trato personal. Tolerancia para con las personas, no para con sus obras. Sobre estas, Kardec siempre ejercitó el más severo criterio, recomendando se hiciese lo mismo, antes de darse algo al público, en nombre del Espiritismo.

¿Será que en nombre de la tolerancia se debe publicar todo lo que viene por vía mediúmnica? Si no hay oportunidad de análisis, ¿dónde situar la celebre recomendación del Espíritu Erasto contenida en “El Libro de los Médiums” (230)?: “Mejor es repeler diez verdades que admitir una única falsedad, una sola teoría errónea?

¿Y como aplicar lo que Kardec recomienda en el mismo libro (266)?: “En sí sometiendo todas las comunicaciones a un examen escrupuloso, en sí escrutando y analizando el pensamiento y las expresiones, como es de uso hacer cuando se trata de juzgar una obra literaria, rechazándose, sin duda, todo lo que peque contra la lógica y el buen sentido, todo lo que desmienta el carácter del Espíritu que se supone ser el que se está manifestando, se lleva el desanimo a los Espíritus mentirosos, que acaban por retirarse, una vez que estén bien convencidos de que no lograran eludirlo. Repetimos: este medio es único, pero es infalible, porque no hay comunicación mala que resista una crítica rigurosa. Los buenos Espíritus nunca se ofenden como esta, pues ellos mismos la aconsejan y porque nada tienen que temer del examen. Sólo los malos se formalizan y procuran evitarlo, porque todo tiene que perder. Sólo con eso prueban lo que son”.

¿Ser tolerante es dar al público todo lo que se produce mediúmnicamente, sin ningún criterio? 

Continuando, el Codificador cita recomendaciones del Espíritu San Luis:

“Cualquier que sea la confianza legítima que os inspiren los Espíritus que presiden vuestros trabajos, una recomendación hay que nunca será demás repetir y que deberéis tener presente siempre en vuestro recuerdo, cuando os entregáis a vuestros estudios: es la de pesar y meditar, es la de someter al crisol de la razón más severa todas las comunicaciones que recibieran; es la de no dejar de pedir las explicaciones necesarias para formar una opinión segura, desde que un punto os parezca sospechoso, dudoso y oscuro”.

Pero, recientemente, en un artículo trascrito en  “El Espírita Minero”, el autor confunde la tolerancia que se debe tener en el trato entre los miembros de la familia espírita, con la ausencia de criterio en la selección de aquello que es dado al público en nombre del Espiritismo: “Ocurre que después de un siglo y medio, vemos aun discusiones y debates que demuestran nuestro poco conocimiento de las obras básicas del Espiritismo y de los principios evangélicos grabados en ellas, principalmente aquellos de la unión y de la tolerancia recíprocas entre los que trabajan en la siembra cristiana”.

Trabaja en un lamentable equívoco el articulista, porque se aprende en el Evangelio: “Sea, sin embargo, vuestro hablar: Sí, sí; No, no; porque lo que pasa de eso es de procedencia maligna”. (2) Y con Kardec se aprende a refutar comunicaciones no coherentes con la estructura doctrinaria del Espiritismo.

¿Será que ser tolerante es dar al público todo lo que se produce mediúmnicamente, sin ningún criterio? ¿Y aquellos que velan por la coherencia, por el nivel de lenguaje, por la manutención de la nobleza y de la dignidad del discurso espírita serían tachados de intolerantes y de inquisidores?

 ¿Examinar una obra – en obediencia a lo que enseña Kardec – es un acto de dañina-fraternidad? 

En el artículo citado, el autor escurre imperceptiblemente de los comentarios sobre la tolerancia interpersonal – imprescindible para la buena convivencia en el trabajo espírita – para el campo peligroso de la ausencia de criterio a ser observado en todo lo que es presentado al público en nombre del Espiritismo, como si examinar una obra – en obediencia a lo que enseña Kardec – fuese un acto de dañina-fraternidad.

El autor cobra conocimiento de las obras de Kardec, conforme es citado arriba. ¿Pero será que el leyó las obras cuya divulgación el defiende?

Se aprende con André Luiz, en “Misioneros de la Luz”, cap. 10, que para producirse una materialización fue necesario el concurso de veinte entidades espíritus, algunas de altas esferas. Entre los encarnados presentes en la reunión, uno había ingerido una bebida alcohólica y tuvo que ser aislado. Mientras, en uno de esos libros vendidos en la librería UEM, es afirmado que un Espíritu, sin ningún apoyo, se materializa tomando fluidos del cadáver de un bebido, sale materializado por las calles de Uberaba, tiene una entrevista con un médico psiquiatra – espírita habituado a trabajos mediúmnicos -, sin que sea revelada su identidad ni la condición de desencarnado, aunque estuviese vestido como le era habitual hace más de cien años. Y esas entrevistas se habrían repetido días seguidos, habiendo el médico sólo quedando sabiendo que conversó con un Espíritu materializado después de algún tiempo, en una reunión mediúmnica, cuando ese Espíritu reveló su identidad a través de un médium.

Sería de preguntar al articulista lo que el respondería a una persona que estuviese interesada en conocer la Doctrina, como el caso de materialización verdadera: ¿si ese del cementerio, o el citado por André Luiz, o los otros citados por William Crookes, Aksakof, Bozzano y otros? 

Es una irresponsabilidad publicar todo lo que se recibe del mundo espiritual, sin un análisis crítico 

¿Cómo respondería el articulista a quien le preguntase si el criterio, en relación al aborto, que se lee en “El Libro de los Espíritus”, fue cambiado? Ahí se aprende que sólo es lícito en el caso de poner en riesgo la vida de la madre. En una obra vendida, en la citada librería, son añadidas dos situaciones más: en caso de anencefalia (La anencefalia es una malformación grave, porque no hay desarrollo de hemisferios cerebrales) y de violación, con el agravante de haber sido esas “revelaciones” atribuidas a Chico Xavier desencarnado.

¿No habría sido prudente un examen previo de esas contradicciones, antes de darse al público esas obras? ¿Sería falta de tolerancia?

Será que eso está incluido en la afirmación del artículo: “Los médiums y escritores que se juzgan parias del movimiento espírita están con sus obras allí. Escudriñé con los ojos, las manos y el cerebro intentando percibir si había una lógica en la organización de las estanterías de libros a la venta, algún indicativo de “selección” o “exclusión”, y no percibí nada. Intenté localizar un índice de las de contenido espírita buenas de las posibles indeseadas (reprobadas), pero mi búsqueda fue infructífera, nada”.

La existencia de una lista de libros condenados, eso sí, sería algo inadmisible dentro de los criterios espíritas, sería, de hecho, una aberración. Kardec nunca procedió así. Pero, por otro lado, nunca publicó todo lo que se produjo, sin un examen cuidadoso, crítico. Si estuviese encarnado se quedaría callado delante de esas revelaciones ridículas, atemorizadoras, de ese lenguaje rastrero, de esos ataques al Movimiento Espíritu, ¿todo eso en nombre de la tolerancia?

Es necesario que veamos la línea sutil que separa lo absurdo del Índice librorum Prohibitorum de esa desmedida irresponsabilidad de publicarse todo lo que se recibe del mundo espiritual, sin un análisis crítico, en nombre de la tolerancia.

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita