Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada
 

 

Tema: Felicidad


Qué es la felicidad


Érase una vez un niño llamado Bruno que era muy curioso y vivía preguntando cosas.

Cierta vez, fue a conversar con su madre, porque quería entender qué era la felicidad, ya que había escuchado que todo el mundo se pasa la vida
buscándola.

Observador como era, Bruno siempre veía a los adultos haciendo todo lo posible para ganar dinero. Entonces le preguntó a su madre si la felicidad era tener dinero.

- ¡No, hijo! No es así. El dinero puede traer momentos de alegría, incluso de alivio, cuando es usado para comprar alimentos o medicinas, por ejemplo, pero el dinero también puede traer problemas. Tener dinero no es lo mismo que tener felicidad – dijo ella.

Bruno, pensativo, entonces recordó al señor Nicolau, un hombre muy rico, dueño de la mejor panadería de la ciudad, que siempre estaba enojado, insatisfecho, regañando a sus empleados...

El Sr. Nicolau ya estaba viejo y feo. No tenía buena salud. Tomaba muchos medicamentos todos los días.

Bruno, con su astucia, pronto pensó: “si el señor Nicolau no es feliz, entonces tener felicidad debe ser lo contrario de lo que él es”.

– Mamá, ¿el Sr. Nicolau era feliz cuando era joven?

- ¡Oh! hijo, lamentablemente, creo que no - respondió la madre. – Su familia siempre fue una de las más ricas de la ciudad, pero pasaron por muchos problemas. Además, el señor Nicolau nunca se llevó bien con su hermano. Peleaban tanto que apenas se hablaban.

Bruno, al escuchar esto, quedó muy triste y muy preocupado también pues llegó a la conclusión de que era muy difícil tener felicidad.

La madre de Bruno luego explicó:

– Realmente, hijo, no basta tener dinero, o poder, o juventud, o belleza, o salud, y ni siquiera tener todo eso junto, para garantizar la felicidad. ¿Sabes por qué? Porque esas cosas son situaciones externas. La verdadera felicidad es interna, es un sentimiento que viene del corazón.

– Las situaciones, los problemas, incluso las facilidades también nos llegan – continuó ella – pero cada uno reacciona de una forma. Son los sentimientos como la gratitud, el amor, la amistad, la conciencia tranquila, la fe en Dios los que son la base del sentimiento de felicidad.

Bruno prestaba mucha atención a las palabras de su madre y para entender mejor preguntó:

- Mamá, entonces, la felicidad depende más de los sentimientos que de las cosas. ¿Es eso?

- ¡Sí, hijo, así es! - respondió. – Como necesitamos cosas materiales para vivir, tenemos que cuidar de tener al menos lo necesario, pero también cuidar de tener los valores de Dios en el corazón.

Bruno entendió y, sonriendo con más confianza, abrazó a su madre. Ya no parecía ser tan difícil. Mucha gente no sabe cómo alcanzar la felicidad, pero ahora él ya lo sabía.


Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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