Especial

por Vladimir Alexei

¿Qué has hecho con
la Doctrina Espírita

Es común encontrarse dentro de los proselitos del Espiritismo aquellos más exaltados con la cultura, conocimiento y la intelectualidad que el estudio doctrinario proporciona.

Probablemente, hace cerca de 20 años, surgían las “listas de discusiones espíritas” que ensayaban las primeras redes sociales, a partir del intercambio de e-mails en grupos específicos de debate, aproximando personas de diversas partes del país y del mundo. Al inicio, fue un cambio de experiencias muy interesante. Tuvimos la oportunidad, inclusive, de conocer, telefonear, conversar y hasta merecer del profesor Carlos de Brito Imbassahy un ejemplar de la obra escrita por su padre en 1955, La evolución.

Con su posicionamiento franco, austero a veces, aquellos espíritas con conocimiento “tibio”, una mezcla de religiosismo y sincretismo, eran “comidos” por su elegancia, conocimiento y elocuencia en el debate doctrinario.

Era admirable la forma con que el profesor Carlos de Brito Imbassahy conducía su pensamiento de Físico, delante del conocimiento doctrinario. El rigor científico, la autonomía intelectual causaban extrañeza y hasta críticas a su estilo, por la independencia, fidelidad y objetividad con que llevaba sus reflexiones doctrinarias a efecto.

Al conhocerlo, entre tanto, raros eran aquellos que no percibian la dulzura en su corazón y la paciencia ante las estupideces de aquellos espíritas que intentaban demostrar algún conocimiento científico apenas leyendo romances u obras de quilate elevado, aplicándolos fuera del contexto.

Sensible a lo que había de mejor en la producción del movimiento espírita, como todo ser humano, poseía sus preferencias. No dejaba de lado las obras de Allan Kardec. Era su preferido. Por más que las personas estimulasen su opinión sobre Chico Xavier y otros baluartes del movimiento espírita, él se posicionaba de forma objetiva, directa hasta, y volcaba su atención para el trabajo de Allan Kardec.

Quien convivió con el profesor Imbassahy en aquella época, fue regalado con la traducción del libro La Génesis – los milagros y las predicciones según el espiritismo. Hasta hoy tenemos los archivos en “Ms Word©” que fueron gentilmente cedidos a los participantes de la tal lista. Esa misma traducción sirvió de base más tarde para la edición de la FEAL.

Su fidelidad al pensamiento científico de Allan Kardec pasaba por el conocimiento y la comprensión del Evangelio de Jesús. Sí, el profesor Imbassahy también conocía el Evangelio y hablaba abiertamente muy poco al respecto, aun más cuando el público era heterogéneo. O Dr. Carlos Imbassahy (padre), uno de los mayores polemistas espíritas que ya tuvimos en Brasil, dedicó la obra Cuerpo y Espíritu, editora Lake, 1946 (si no me engaño) para el profesor Imbassahy, único hijo, hablando, de entre otras cosas, de la riqueza del Evangelio, pero no del evangelio secuestrado por los hombres en cambio de poder, y sí del Evangelio del Cristo.

La salud de los Imbassahy aumentó en ese día cuando nos deparamos con una anotación cuya autoría, infelizmente, no registramos, sobre la importancia del método científico. La anotación es académica, pero sirve para el pensamiento doctrinario. La frase anotada a pluma es así: “la metodología de la investigación científica se ocupa de los procesos de construcción del conocimiento riguroso. La forma como se llega a una conclusión al respecto del fenómeno investigado es, en este área (científica), tan importante como el conocimiento en sí”.

Al leer ese informe, el recuerdo del profesor Imbassahy se estampó más vivo, por su rigor, estilo, controversias, más seguridad y convicción delante de la construcción del pensamiento espírita.

Fueron esas listas que incentivaron la captura del pensamiento de otro gran pensador espírita que dominaba la filosofía espírita de forma a ser cognominado por el Espírito Emmanuel como el “metro que mejor midió a Kardec”, el profesor Herculano Pires.

En cuanto las librerias espíritas en Minas Gerais, en aquella época, sólo vendían las producciones de la Federación, internet nos aproximaba al pensamiento de un “rebelde” a los ojos de aquella institución. Nos acordamos, como si fuese hoy: la primera vez en una reunión de estudios que llevamos a la reflexión el abordaje de la obra El Espíritu y el Tiempo, considerada una de las mejores obras espíritas del siglo XX, del profesor Herculano Pires, muy discretamente, como de costumbre en Minas, fuimos informados de que el “autor citado no era bien visto porque él fue crítico de la Federación”.

Muchos años pasaron, cuando leemos, en una de las “apostillas” de la Federación, la citación de una obra de Herculano Pires. Para el lector desatento, era más una referencia. Para quien conoce un poco de la historia del movimiento espírita, era, tal vez, el “gemido de nuevos tiempos”.

Aunque se reconozca, en el habla de muchos oradores, en la pluma de muchos escritores, la importancia del pensamiento científico, en la práctica, en el empirismo necesario al aprendizaje que transforma la mente y el corazón del individuo, el movimiento espírita continúa cometiendo los mismos errores del pasado.

Se confía más en la elocuencia de médiuns y escritores que en la validación del pensamiento utilizado por Allan Kardec para comprender la influencia de los Espíritus en nuestras vidas y vice-versa. Un ejemplo clásico es la reencarnación. Prefieren defender la idea de que fulano es la reencarnación de sicrano, con entrevistas sin rigor metodológico, sin análisis de contenido, o triangulación para reforzar la comprensión y el entendimiento, sin someter la confiabilidad de técnicas matemáticas, que no abarcan todo el esbozo de conocimiento existente, sin embargo, como en el pensamiento traído, “la forma como se llega a una conclusión...” es relevante. Eso no disminuye los esfuerzos de nadie, por el contrario, exalta la importancia de analizarse efectos y fenómenos con más conocimiento sobre el asunto y, por tanto, con más posibilidades de interpretación aproximada de aquello que los Espíritus intentan transmitir.

Con esa fragilidad en el conocimiento doctrinario, las discusiones se volverán nocivas, la fuerza del ideal espírita debilitado, el rigor del pensamiento científico sustituido para atender a una “actualidad frágil”, de personas extremamente sensibles, sufridas, de conocimiento mezquino, pensamiento dogmático, obtuso, afectos más a los fenómenos que a la comprensión de aquello que el fenómeno es portador.

La ciencia espírita es el “proceso de construcción del conocimiento riguroso”. El proceso permite comprender mejor, con más seguridad, el alcance de aquel pensamiento. En ese sentido, podría decirse que el Evangelio presenta elementos científicos, pues la comprensión de  sus enseñanzas puede ser construída a partir de la clave utilizada por Allan Kardec, en la introducción de El Evangelio Según el Espiritismo, cuando divide en cinco partes las “materias contenidas en los Evangelios”. ¡El preconcepto es nocivo en esas horas!

Una ventaja poco explorada por los espíritas: el pensamiento científico no exige del espírita formación académica ninguna. Allan Kardec ya construyó el camino.

Observen la diferencia entre la construcción del pensamiento de Allan Kardec y el intento de validarse la reencarnación de alguien. Lo que se observa es un intento casi desesperado de encontrar “informaciones” que validen las ideas que cada uno posee sobre ser o no la reencarnación de determinado espíritu. Por más que la forma de escribir sea elocuente, ni de lejos es científico.

El espírita precisa, merece, necesita revisitar la forma de estudiarse y comprender el Espiritismo. El proceso de construcción del conocimiento, que notabilizó la familia Imbassahy, así como el pensamiento sagaz del profesor Herculano Pires, es actual y merece ser reflexionado, por reservar una comprensión doctrinaria capaz de sustentarse a lo largo del tiempo.

Así, el dirigente auxilia al médium en sus incursiones mediúmnicas, los médiuns desenvuelven más seguridad y esa se convierte en trabajo provechoso de autoconocimiento, responsabilidad y servicio al prójimo más necesitado. El trabajador, operario, voluntario de la casa espírita precisa ser, además de invitado al estudio, convencido de que el estudio y el intercambio en aquella casa espírita, utilizando aquel modelo “apostillado” de estudio, va aumentando alguna cosa en su bagaje. Todavía, para que ese movimiento sea construido, hay necesidad de preparación de los trabajadores de las Casas Espíritas, a comenzar por los líderes, revisando la construcción de su pensamiento, las bases de su confianza. Sin eso, el sentimiento que lo invade será la brújula de sus trabajos y el trabajador correrá el riesgo de quedar a la deriva de un cambio intempestivo, sin construcción de pensamiento que apunte para los designios superiores de la Doctrina Espírita.
 

Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita