Especial

por Sandro Drumond Brandão

¿Qué hacemos del casamiento?

Por la directriz de la sublime fraternidad, recomienda la Palabra Divina:

Así también vosotros, cada uno en particular; ame a su propia mujer, como así mismo, y la mujer reverence a su marido. – Pablo (Efesios, 5: 33.).

De la literatura espírita se deprende ser la unión de los sexos o aspecto divino del casamiento. Desdoblamiento de la ley de amor, mencionada unión deberá transcender los lazos de la carne, para converger en el afecto de las almas. Quiso Dios que así se diese para que la afinidad “(...) mutua de los esposos se les transmitiese a los hijos y que fuesen dos, y no uno solamente, a amarlos, a cuidar de ellos y a hacerlos progresar.”1

No obstante, en la morada en que habitamos2 ¿qué hacemos del casamiento? ¿Una sociedad regulada por la ley de los hombres? ¿La condición inevitable para la constitución de una familia? ¿Una meta de vida? ¿Un status social? ¿Un registro de nuestra prosperidad en el mundo?

En el Evangelio Según el Espiritismo, Kardec parece responder a tales argumentos: 

Lo de que se medita, no es de la satisfacción del corazón, y sí de la del orgullo, de la vanidad, de la codicia, en una palabra: de todos los intereses materiales. Cuando todo va por lo mejor conforme esos intereses, se dice que el casamiento es de conveniencia y, cuando los bolsillos están bien compartidos, se dice que los esposos igualmente lo son y muy felices han de ser.

Lo que hacemos del casamiento y la forma como lo comprendemos, está directamente relacionado a nuestro grado de adelantamiento. En la convivencia de los espíritus imperfectos la satisfacción del corazón es en la mayoría de las veces excluir por el interés personal3, definido antes incluso del encuentro de los sexos.

En nuestra existencia terrena dialogamos sobre el casamiento, testimoniamos su realización y nos casamos. A través de estas experiencias construimos nuestro punto de vista al respecto de tal unión. No obstante, debemos preguntarnos por qué razón un instituto tan vivamente presente en nuestras vidas nos es tan incitador, ¿y por qué tenemos el sentimiento innato de ser constantemente puestos en su dirección?

La respuesta está en el carácter de esa unión, constituida de diferentes matices divinos.

Como criaturas del Creador cargamos con nosotros la centella divina que en todo momento nos ponen en los caminos rumbo al Padre4. Uno de esos caminos es el casamiento, fruto de la libre elección y de la solidariedad fraterna del ser, que realiza sublime y progresista ambición: amar y ser amado.

A través de esa especie de amor al prójimo, los conyuges se colocan en comunión con Dios, renunciando por la felicidad del otro en dulces exhortaciones de fraternidad.

Joanna de Ângelis nos enseña5:

El amor es una conquista del espíritu maduro, psicológicamente equilibrado; motor de fuerzas para mantener los equipamientos emocionales en funcionamiento armónico. Es una forma de negación de sí mismo en autodonación planificadora. No se sostiene en sospechas, ni exigencias infantiles; elimina los celos y la ambición de posesión, proporcionando inefable bienestar al ser amado que, sin compromiso con el deber de retribución, también ama. Cuando, por acaso, no es correspondido, no se amarga ni se irrita, comprendiendo que, el suyo, es el objetivo de donarse, y no de exigir. Permite la libertad al otro, que a sí mismo se faculta, sin carga de ansiedad o de compulsión.

Cuando nos casamos, consolidamos la elección de amarnos sin pretensiones y de desperdirnos del orgullo que persigue; de la crítica que destruye y de los celos que enferma.

Emmanuel, recordando las tragedias de la vida conyugal y de la necesidad de astricción de los cónyuges a las enseñanzas de Cristo, asevera:

Muchos hombres y mujeres exigen, por tiempo largo, flores celestes sobre espinos terrenos, reclamando de los otros actitudes y directrices que ellos son, por ahora, incapaces de adoptar, y el matrimonio se les convierte en institución detestable.

(...)

¿Tu esposa se mantiene en nível inferior a tu expectativa? Acuerdate de que ella es madre de tus hijitos y sierva de tus necesidades. ¿Tu esposo es ignorante y cruel? No olvides que él es el compañero que Dios te concedió...

Iremos a tropezar. En muchas batallas trabadas en nuestros corazones entre el egoísmo y el amor, el primero saldrá vencedor. Robaremos muchas veces la felicidad y la paz de nuestro compañero. Pero, no debemos recelar. El Padre nos conoce. Sus expectaciones, justas y piadosas, no son la de que apaguemos el incendio que por ventura venga a ocurrir en la vida conyugal, sino, de que tengamos siempre con nosotros un vaso de agua en las manos.

Ricardo Di Bernardi6 tratando de los casamientos de pruebas recuerda que:

Casamientos de pruebas, con el esfuerzo de las parejas, podrán volverse casamientos afines, si no en esta vida en una próxima encarnación si la convivencia actual creara estímulos nuevos y productivos. No se reencarna con la finalidad de sufrir, sino para crecer, cambiar, evolucionar y amar. Por otro lado, no se está haciendo apología de la aceptación de convivencias agresivas o francamente nocivas e improductivas en los cuales la separación sería el camino inexorable.

Tenemos noticia que, en determinados casos, la superación de los problemas determinará al final de la vida presente una convivencia fraterna y respetuosa. La superación de las dificultades mútuas ocasionará la liberación de ambos que, al  sentirse libres en la espiritualidad, podrán renacer en otro contexto, esto es, junto a sus almas afines.

Por el casamiento experimentamos nueva forma de afecto, que así como el amor entre hermanos, entre padres e hijos y amigos es vía de enseñanza y lapidación del Espíritu al excelso amor fraternal de la familia universal de Dios.

 

Referências Bibliográficas:

AGOSTINHO, Agostinho, Santo, Bispo de Hipona. Confissões. Tradução Lorenzo Mammì - Iª ed. – São Paulo: Penguin Classics Companhia das Letras, 2017.

DE ÂNGELIS, Joanna (Espírito). O homem integral. Psicografado por Divaldo Pereira Franco. Salvador: Leal, 1996.

DI BERNARDI, Ricardo. Energia sexual, amor e espiritualidade. Matão-SP: O Clarim, 2021.

EMMANUEL (Espírito). Vinha de luz. Psicografado por Francisco Cândido Xavier. Brasilia: FEB, 2019.

KARDEC, Allan. O Livro dos espíritos. Trad. de Salvador Gentile; rev. Elias Barbosa. Araras: IDE, 2009. 182 ed.

KARDEC Allan. O Evangelho segundo o Espiritismo. Trad. Guillon Ribeiro. Brasília: FEB, 2018.


 

[1] KARDEC Allan. El Evangelio según el Espiritismo. Trad. Guillon Ribeiro. Brasilia: FEB, 2018. P. 277-278

[2] La Tierra, consiguientemente, ofrece uno de los tipos de mundos expiatorios, cuya variedad es infinita, pero revelando todos, como carácter común, el servir de lugar de exilio para Espíritus rebeldes a la Ley de Dios. Esos Espíritus tienen ahí que luchar, al mismo tiempo, con la perversidad de los hombres y con la inclemencia de la Naturaleza, doble y árduo trabajo que simúltaneamente desenvuelve las cualidades del corazón y las de la inteligencia. Es así que Dios, en su bondad, hace que el propio castigo redunde en provecho del progreso del Espíritu. – San Agustín. (París, 1862.)

[3] 895. ¿Puestos de lado los defectos y los vicios acerca de los cuales nadie se puede equivocar, ¿cuál es la señal más característica de la imperfección?

“El interés personal. Frecuentemente, las cualidades morales son como, un objeto de cobre, el dorado que no resiste a la piedra de toque. Puede un hombre poseer cualidades reales, que lleven el mundo a considerarlo hombre de bien. Pero, esas cualidades, mientras señalen un progreso, no siempre soportan ciertas pruebas y a veces basta que se tense la cuerda del interés personal para que el fondo quede a descubierto. El verdadero desinterés es cosa aun tan rara en la Tierra que, cuando se muestra, todos lo admiran como si fuera un fenómeno.”

[4] “(...) el hombre quiere loarte, este fragmento cualquiera de tu creación. Tú lo incitas, para que le guste loarte, porque lo hiciste rumbo a ti y nuestro corazón es inquieto, hasta reposar em ti.” (Agustín, Santo, Obispo de Hipona, 354-430. Confesiones/traducción del latín y prefácio de Lorenzo Mammi – 1ª ed. – Sâo Paulo: Penguim Classics Compnhia de las Letras, 2017. P. 37

[5]  DE ÂNGELIS, Joanna (Espíritu). El hombre integral. Psicografiado por Divaldo Pereira Franco. Salvador: Leal, 1996. P. 114

[6]DI BERNARDI, Ricardo. Energia sexual, amor e espiritualidade. Matão-SP: O Clarim, 2021. p. 20.

 

Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita