Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 

Tema: Navidad


Una Feliz Navidad


La Navidad estaba llegando y los animales del bosque estaba preparándose para esa gran festividad. Todos los días, el oso Fred salía por el bosque en búsqueda de adornos, frutos, castañas y todo lo que pudiera usar para adornar su casa y para preparar una cena deliciosa.

Él quería que su casa fuera la más bonita de todo el bosque. Por eso, cuando encontraba algunas hojas coloridas que podría usar para hacer un bonito adorno, corría a recoger todas.

Él no quería que sobrara nada, para que los otros animales no imitaran sus adornos.

Un día, la ardilla pidió un poco de las nueces que Fred estaba llevando con sus grandes patas, pero él no quiso darle ninguna, diciendo que las iba a necesitar todas.

Lo mismo sucedió con las manzanas. Fred cogió varias manzanas bien rojas, pensando en embellecer su mesa. El erizo, sabiendo que no iba a alcanzar las ramas más altas del manzano, pidió ayuda a Fred para recoger algunas, pero Fred fingió que no lo escuchó y se fue, cargando las lindas manzanas.

Doña Pata, pasando un día, por la casa de Fred, reparó en la linda decoración y elogió:

- Oh Fred, qué bonita está tu casa. ¡Felicidades! Eres muy detallista.

- ¡Gracias, Doña Pata! Es que le doy mucha importancia a la Navidad – dijo él, vanidoso. - ¡Me preparo de la mejor manera posible para ese gran día!

- Qué buena época, ¿no? ¡A mí también me gusta mucho! ¡Es la mejor época del año para mí! Adoro reunir a la familia, mandar mensajes cariñosos a mis amigos y andar por el bosque deseando “Feliz Navidad” a quien me encuentre. ¡Mi corazón se llena de alegría! – dijo Doña Pata, con una sonrisa de alegría.

Fred quedó intrigado por esas palabras. Él no conocía esa manera de vivenciar la época navideña. Por eso, no dijo nada y Doña Pata continuó:

- Y también me gusta mucho cuando nosotros, del grupo de apoyo del bosque, vamos a la casa de alguien que está enfermo o necesita algo y llevamos donaciones. Son momentos mágicos. Y no hablemos de los villancicos, que también me encantan. Son tantas cosas buenas en esta época, ¿no crees, Fred? Navidad, para mí, es amor y felicidad – dijo ella, emocionada.

Fred no sabía qué decir. Doña Pata, entonces, se despidió, abrazándolo y deseándole, cariñosamente, una feliz Navidad.

Fred entró en su casa y vio que en verdad estaba linda. Pero, a pesar de eso, se sintió insatisfecho y pensativo.

Él no tenía pensado pasar la Navidad con nadie. Ni con su familia ni con amigos. No acostumbraba a abrazar a nadie ni desear feliz Navidad a los demás. Mucho menos hacer donaciones o repartir lo que él tenía con los necesitados.

Para él, la Navidad no era lo mismo que amor y felicidad, como para Doña Pata. Para decir la verdad, era una época hasta un poco estresante, pues él trabajaba mucho y aún se quedaba preocupado si alguien iba a conseguir más adornos o más comida que él.

En los días que siguieron, el oso, entonces, empezó a prestar atención al comportamiento de los otros animales y en sus sentimientos también. Fred comenzó a darse cuenta de que pasar la Navidad como él lo venía haciendo no era tan bueno como pensaba. Después de cierto tiempo, entendió lo que estaba sucediendo.

- ¡Ya sé lo que necesito mejorar! Yo he estado preparándome para la Navidad material, con comida deliciosa, bonitos adornos y regalos para mí mismo. ¡Pero me falta vivenciar también la Navidad espiritual! Es eso lo que Doña Pata hace y por eso ella está muy feliz – dijo el oso, emocionado.

Después Fred salió por el bosque con otra disposición. Saludó a todos con una sonrisa y con deseos de feliz Navidad, comenzó a ayudar a los animales pequeños a recolectar alimentos y adornos. Y hasta le enseñó al Armadillo a hacer un hermoso arreglo para decorar su guarida también.

Los otros animales quedaron agradecidos y retribuyeron a Fred sus gentilezas. En pocos días, el oso hizo muchos amigos.

En el día de Navidad, Fred no se quedó solo. Varios animales fueron a su casa a visitarlo, lo abrazaron y algunos hasta le llevaron regalos.

Entonces, él recordó, con gratitud, a Doña Pata. Fue hasta su casa, que estaba llena de amigos y familiares. Le dio un abrazo, la levantó del piso y la hizo girar en el aire. Pero con cariño y cuidado, para no lastimar a su amiga, que era mucho más pequeña que él.

A Doña Pata le agradó y se rio del juego del oso. Fred saludó a todo el mundo, conversó, cantó, comió un poco y volvió a casa muy contento.

Fred se sintió muy bien. Ese año, él había tenido, realmente, una feliz Navidad.


 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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