Especial

por Paulo da Silva Neto Sobrinho

Colonias espirituales serían lugares circunscritos, ¿cómo es eso? - Parte 2 y final

En nuestra investigación, publicada en el libro Las Colonias Espirituales y la Codificación, encontramos más obras que traen informaciones de construcciones en el plano espiritual, bien anteriores a la literatura de André Luiz:

 

Construcciones en el Mundo Espiritual

(Fuentes anteriores a André Luiz)

En 1935 aparece Cartas de Uma Morta (Carta de Una Muerta), dictada por Maria João de Deus, que es la primera obra de Chico Xavier en que se mencionan construcciones en el mundo espiritual (psicografiada hasta finales de 1934), pero antes de estos trabajos ya hablaban de eso (#fecha posible):
 

Las obras de esa lista forman parte de las 39 fuentes en las cuales hay referencias a la construcciones en el plano espiritual. Número significativo, considerando que en relación a la elaboración del contenido de la primera edición de El Libro de los Espíritus el Codificador literalmente dice: “[…] Fue así que más de diez médiuns prestaron concurso a este trabajo” ([2]).

 

En las obras de la Codificación

Inicialmente, es importante citar dos puntos, sobre los cuales el horizonte del entendimiento irá a revelarse, pues volverá más clara la cuestión:

1º) Mundos transitorios

Pasa desapercibido a mucha gente la existencia de esos mundos. Según cuenta  las preguntas 234 a 236 de El Libro de los Espíritus, la superficie de ellos es esteril y sirven de morada a Espíritus desencarnados, como dicho son “lugares en que puedan reposar de una erraticidad demasiado larga” ([4]). Esa condición es temporal, pues no se conservan perpetuamente destinados a los Espíritus errantes. ¿Entonces, aquí tenemos “lugares circunscritos” o estamos yendo demasiado lejos?

2º) Mundo visible que nos es invisible

En la Revista Espírita 1858, mes de marzo, tenemos el artículo “Júpiter y algunos otros mundos”, del cual tomaremos estos tres parráfos:

De todos los planetas, el más avanzado, bajo todos los aspectos, es Júpiter. Allí, es el reino exclusivo del bien y de la justicia, porque no hay sino buenos Espíritus. Se puede hacer una idea del feliz estado de sus habitantes por el cuadro que demos del mundo habitado sin la participación de los Espíritus del segundo orden.

La superioridad de Júpiter no está solamente en el estado moral de sus habitantes; está, también, en su constitución física. He ahí la descripción que nos fue dada, de ese mundo privilegiado, donde encontramos a la mayoría de los hombres de bien que honraron nuestra Tierra por sus virtudes y sus talentos.

La conformación de los cuerpos es casi la misma de ese mundo, pero es menos material, menos denso y de una mayor ligereza específica. Al paso que nos arrastramos penosamente en la Tierra, el habitante de Júpiter se transporta, de un lugar para otro, rozando la superficie del suelo, casi sin fatiga, como el pájaro en el aire o el pez en el agua. Siendo la materia, de la cual el cuerpo está formado, más depurada, ella se disipa, después de la muerte, sin ser sometida a la descomposición pútrida. Allí no existe la mayoría de las enfermedades que nos afligen, sobre todo aquellas que tienen su fuente en los excesos de todos los géneros y en el desorden causado por las pasiones. La alimentación está en relación con esa organización etérea; no sería bastante substanciosa para nuestros estómagos groseros, y la nuestra sería muy pesada para ellos; ella se compone de frutas y plantas, y, además, aspiran, de algún modo, la mayor parte del medio ambiente del cual aspiran las emanaciones nutritivas. La duración de la vida es, proporcionalmente, mucho mayor que sobre la Tierra; la media equivale a cinco de nuestros siglos. El desarrollo también es mucho más rápido, y la infancia dura apenas algunos de nuestros meses.

Bajo ese envoltorio leve, los Espíritus se desligan fácilmente y entran en comunicación recíproca únicamente por el pensamiento, sin excluir, todavía, el lenguaje articulado; […].

Los animales no están excluidos de ese estado progresivo, sin aproximarse, entre tanto, al hombre, incluso bajo el aspecto físico; sus cuerpos, más materiales se unen al suelo, como nosotros a la Tierra. Su inteligencia es más desarrollada de lo que  nosotros; la estructura de sus miembros se dobra a todas las exigencias del trabajo; son encargados de la ejecución de obras manuales; son los servidores y los trabajadores: las ocupaciones de los hombres son puramente intelectuales. El hombre es, para ellos, una divinidad, pero una divinidad tutelar que jamás abusa de su poder para oprimirlos. ([6])

Para la ciencia humana el planeta Júpiter no es habitado. ¿Estarían los Espíritus equivocados al tenerlo como tal? ¿Allan Kardec, a su vez, se dejó engañar?

Curioso es el hecho de los que niegan la existencia de colonias espirituales tampoco no cuestionaron la habitabilidad de Júpiter, especialmente por tratarse de un planeta gaseoso.

Veamos ahora estos tres relatos más objetivos en cuanto al tema:

1º) Revista Espírita 1859, mes de septiembre.

Del artículo “Confesión de Voltaire”, el noble ilumininado francés, en la condición de desencarnado, entre otras cosas, dice:

Fui, yo lo digo, burlón y desconfiado que abordé el mundo espírita. Primero fui conducido para lejos de las moradas de los Espíritus, y recorrí el espacio inmenso. Enseguida, me fue permitido lanzar los ojos sobre las construcciones maravillosas de las moradas espíritas y, en efecto, ellas me parecieron sorprendentes; fui impulsado, aquí y allí, por una fuerza irresistible; tuve que ver, y ver hasta que mi alma transbordase por los esplendores, y derrotada delante del poder que controlaba tales maravillas. En fin, me quise esconder y agacharme en el hueco de las rocas, pero no pude. ([8])

Se sigue, en una nota, algunos comentarios de Allan Kardec, de los cuales destacamos el siguiente trecho: “[…] Nunca tal vez un cuadro más grandioso y más impresionante fue dado del mundo espírita, y de la influencia de las ideas terrestres sobre las ideas del más allá de la tumba. […].” ([10])

2º) Revista Espírita 1865, mes de mayo.

Mensaje “Sobre las creaciones fluidicas”:

El mundo de los invisibles es como el vuestro; en lugar de ser material y grosero, es fluídico, etéreo, […].

El mundo de los Espíritus no es el reflejo del vuestro; es el vuestro que es una grosera y muy imperfecta imagen del reino de más allá de la tumba. ([12])

Más claro que eso es imposible. Entonces, ¿por qué la resistencia?

3º) El Cielo y el Infierno, Segunda parte, cap. II – Espíritus Felices, Condesa Paula.

Allan Kardec después de destacar las cualidades morales, informando que la Condesa había fallecido a los 36 años de edad, en el año de 1851, relata que “uno de sus parientes, la evocó doce años después de fallecida, y obtuvo, en respuesta a diversas preguntas, la siguiente comunicación”:

[…] ¿Qué es, no obstante, esa felicidad comparada a la que disfruto aquí? Esplendidas fiestas terrenas en que se obstentan los más ricos adornos, ¿qué son ellas comparadas a estas asambleas de Espíritus resplandecientes de brillo que vuestras vistas no suportarían, brillo que es el atributo de su pureza? ¿Vuestros palacios de dorados salones, que son ellos comparados a estas moradas aéreas, vastas regiones del Espacio matizadas de colores que oscurecerían el arcoíris? ¿Vuestros paseos, a contados pasos en los parques, a que se reducen, comparados a los recursos de la inmensidad, más acelerados que el rayo? ¿Y qué decir de esos horizontes nebulosos e limitados, que son, comparados al espectáculo de mundos a moverse en el Universo infinito al influjo del Altísimo? ¡Y cómo son monótonos  vuestros conciertos más armoniosos en relación a la suave melodía que hace vibrar los fluidos del éter y todas las fibras del alma! ¡¿Y cómo son tristes e insípidas vuestras mayores alegrías comparadas a la sensación inefable de felicidad que nos satura todo el ser como un efluvio benéfico, sin mezcla de inquietud, de aprehensión, de sufrimiento?! ¡Aquí, todo resuma amor, confianza, sinceridad: por todas partes corazones amantes, amigos por todas partes! […]. ([14])

He ahí la afirmación clara y objetiva de la existencia de “moradas aéreas”.

 

Conclusión

Sinceramente quedamos sorprendidos con los espíritas que niegan la existencia de las colonias, entendidas, como construcciones en el mundo espiritual. Como bien dice Herculano Pires el detallamiento de las ofrecidas por André Luiz es la manera de él verlas, sin embargo, no tiene sentido ninguno negarlas delante de todo que, en la actualidad, podemos encontrar al respecto de ellas.

Quedamos muy preocupados con los amigos expositores que vienen al público a decir lo contrario, pues están exponiéndose como investigadores de superficie, demostrando que no fueron al fondo de la cuestión, situación en que la existencia de ellas es innegables.

 

Referências bibliográficas:

KARDEC, A. O Céu e o Inferno. Brasília: FEB, 2013.

KARDEC, A. O Livro dos Espíritos. Brasília: FEB, 2013.

KARDEC, A. Revista Espírita 1858. Araras (SP): IDE, 2001.

KARDEC, A. Revista Espírita 1859. Araras (SP): IDE, 1993.

KARDEC, A. Revista Espírita 1865. Araras (SP): IDE, 2000.

KARDEC, A. Revista Espírita 1867. Araras (SP): IDE, 1999.

PIRES, J. H. O Infinito e o Finito. São Bernardo do Campo (SP): Correio Fraterno, 1983.

SILVA NETO SOBRINHO, P. As Colônias Espirituais e a Codificação. Divinópolis (MG): Ethos Editora, 2015.

MICHAELIS, Circunscrito, disponível em: Link-1, disponível em: Link-1. Acesso em 16 abr. 2022.

 

________________________________________

[1] KARDEC, O Livro dos Espíritos, p. 301.

[2] KARDEC, O Livro dos Espíritos, p. 301.

[3] KARDEC, O Livro dos Espíritos, p. 152.

[4] KARDEC, O Livro dos Espíritos, p. 152.

[5] KARDEC, Revista Espírita 1858, p. 73-74.

[6] KARDEC, Revista Espírita 1858, p. 73-74.

[7] KARDEC, Revista Espírita 1859, p. 237-238.

[8] KARDEC, Revista Espírita 1859, p. 237-238.

[9] KARDEC, Revista Espírita 1859, p. 238.

[10] KARDEC, Revista Espírita 1859, p. 238.

[11] KARDEC, Revista Espírita 1865, p. 160.

[12] KARDEC, Revista Espírita 1865, p. 160.

[13] KARDEC, O Céu e o Inferno, p. 201.

[14] KARDEC, O Céu e o Inferno, p. 201.


 

Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita