Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 

Tema: Felicidad


Sirviendo al bien


Érase una vez un hombre que estaba muy triste y no sabía qué hacer.

Él ya había trabajado mucho durante su vida. Se había esforzado para ganar dinero y había comprado algunas cosas que pensó que lo harían feliz. Realmente alegraron bastante al hombre, pero no por mucho tiempo.

Después de que la cosa dejaba de ser una novedad y se acostumbraba a ella, la felicidad por tenerla disminuía mucho o se acababa. A veces, llegaba incluso a tener problemas por haber comprado algún objeto. Y luego volvía a quedar triste. Por eso, no sabía qué hacer.

Un día, cansado de su rutina, decidió irse de vacaciones y pasar unos días en una sencilla casa en el campo, lejos de todo lo que estaba acostumbrado a tener y hacer. Solo así conseguiría podría detenerse y pensar en cómo mejorar su vida.

El hombre pasó varios días en la naturaleza, y cuando llegó el día de volver a su casa en la ciudad se sintió satisfecho, pues había comprendido algo importante.

Observando al sol, tan grandioso, capaz de iluminar y calentar la Tierra y dar vida a las plantas y salud a los animales, el hombre se dio cuenta de que el sol no existe para sí mismo. Él esparce sus beneficios. Por eso es tan importante.

Al reparar en el agua de los ríos y de la lluvia, el hombre entendió que el agua está siempre en movimiento. Ya sea evaporándose, lloviendo o corriendo en el cauce de los ríos, o formando nubes, refrescando o regando las plantas, lavando el polvo o matando la sed de los hombres y de los animales, el agua está dando su contribución al bienestar de todos. El agua es necesaria en todas partes y sabe ser útil de muchas maneras diferentes.

Al observar las flores y los frutos, el hombre aprendió que ellos tampoco existen para sí mismos. Las flores esparcen belleza y perfume. Los diversos frutos tienen nutrientes, colores, olores y sabores maravillosos y son ofrecidos por las plantas a los animales, que constantemente se deleitan con ellas.

Cuando llegó a su casa, el hombre llamó a algunos amigos y familiares. Les preguntó cómo estaban e intentó descubrir si podía hacer algo por ellos.

De regreso a su trabajo y a su rutina, el hombre no solo trató de hacer sus tareas, sino también ayudar a sus compañeros en todo lo que fuera posible.

En todas las ocasiones, el hombre pasó a buscar ser útil a alguien, a hacer más de lo mínimo necesario, a mejorar el mundo que le rodeaba y la convivencia entre las personas.

El hombre continuó comprando las cosas que necesitaba o que hacían su vida más cómoda, pero ya no les daba tanta importancia, pues aprendió que no eran su fuente de felicidad.

Ahora le daba importancia a servir al bien siempre que pudiera. El hombre se convirtió en una persona que hacía la diferencia en la vida de los demás.

Esparcía alegría, comprensión, auxilio y amor por donde pasaba.

Y fue de esa forma que cambió su vida y logró, sí, ser muy feliz.


 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


Material de apoio para evangelizadores:

Clique para baixar: Atividades

marcelapradacontato@gmail.com




 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita