Especial

por Wellington Balbo

¿Será que Kardec tiene razón?

Kardec era un crítico contumaz del hábito que los periodicos tenían, y aun tienen, de dejar resaltar los crimenes y las bajezas de todos los colores que son cometidas por las personas. Nos parece que propagar malas acciones practicadas por los otros es un “deporte” que cuenta con muchos adeptos. Intentar entender, caso ocurra con nosotros, lo que nos lleva a gustar de este tipo de noticia creo ser fundamental para nuestro proceso de progreso intelecto-moral.

En las páginas de la Revista Espírita, para hacer la fuerza contraria al mal siempre ocupando el papel de actor principal, Kardec trae ejemplos que, según él mismo, dejan el corazón más sereno y resaltan aquello que las personas consiguen producir de bueno, una ayuda al prójimo, una mirada más interesada al dolor ajeno y cosas del género.

En 1863, en la edición de octubre y con el título de "Los benefactores anónimos", Kardec publica recortes de periódicos que divulgan buenas acciones y aprovechar para, nuevamente, hablar de la disposición que esos vehículos tienen en publicar apenas el mal.

Apoyándome en la vasta bibliografia dejada por Kardec por medio de las páginas de la Revista Espírita, es en el año de 1868, coincidente en el mes de octubre, que el tema referente a la divulgación del mal es nuevamente levantado, sólo que ahora de forma contundente viene la promesa de desenvolver mejor el asunto pertinente al protagonismo dado por los periódicos a los malos ejemplos practicados por las personas. El título del texto es: “Bello ejemplo de caridad evangélica” y es bien en el final que Kardec profiere una inspirada frase: “El ejemplo es contagioso”. Y partiendo de esta línea de raciocinio viene la invitación: “¿Por cuál razón no se coloca el bien en evidencia al contrario del mal?”

Infelizmente Kardec no consiguió cumplir la promesa de trabajar mejor ese tema, por cuanto, como sabemos, desencarnó algunos meses después, en marzo de 1869.

Entre tanto, ese era un asunto con que Kardec se preocupaba, definiéndolo como de moralidad pública. Como el Espiritismo tiene el objetivo principal de promover el avance moral, y si el ejemplo es contagioso, queda evidente que no pensar de Kardec la preferencia por la prensa a los temas más escandalosos, que resaltan el lado triste del ser humano, se chocaban con la propuesta espírita, he la razón por la cual, en la ya mencionada Revista Espírita, Kardec hacia lo necesario e importante contrapunto de resaltar el bien.

Mejor, para Kardec, hablar de buenas cosas, buenos ejemplos, resaltar lo bueno y lo bello, la sensibilidad y el amor para que seamos contagiados por los ejemplos y, entonces, pasemos a repetirlos, en una especie de corriente del bien.

En el entendimiento de Kardec, esa repetición, línea por línea, de los malos procedimientos del hombre obstaculizan nuestro caminar.

Vamos a otro texto incluido por Kardec en la Revista Espírita, con el título: “La Comuna de Koenigsfeld, mundo futuro en miniatura”. En la publicación es nítido que Kardec quiere mostrar a todos los lectores, del ayer y del hoy, que mundos felices son posibles de ser construidos. Al leer la publicación todos nosotros queremos formar parte de un mundo de este nível, en que todos se respetan, no hay crimenes u ofensas y las cosas funcionan de la forma más ordenada posible. Se trata de un estímulo para que busquemos mejorar, por medio de nuestras acciones, el lugar donde estamos incluidos. En suma, un desafio: si ellos lo consiguierón, ¿por qué no podemos, nosotros, conseguirlo también?

Por medio de la publicidad de los buenos ejemplos Kardec intenta despertar en el lector de la Revista Espírita el hambre para saciar la paz, la armonía y el respeto que sólo en mundos más avanzados existe.

El intento de Kardec es siempre nivelar el nível moral de los hombres por encima, mostrando que es posible avanzar, tanto que la baliza moral elegida por Kardec e pelos Espíritos é justamente Jesus.

En la concepción de Kardec, si un lugar con pocos habitantes puede representar “una pizca del cielo en la Tierra”, ¿por cuál razón lo mismo no ocurriría en lugares con mayor número de habitantes?

Dudar de esto, dice él, es dudar de la ley del progreso.

Claro que se vuelve más complejo reinar la paz en un ambiente con un número de personas mayor. Diferentes ideas, formas de ver la vida y experiencia acumuladas a lo largo de los viajes reencarnatorios distintos vuelven a cada individuo único en su pensar, forman un caldo grande de diferencias y que pueden, de cierto modo, ofrecer obstáculos a la paz. Las diferencias, cuando no son bien digeridas y llevadas de forma inmadura, se transforman en fábricas de conflitos, pero he que este es un desafio importante para los hombres civilizados enfrentar y probar que pueden conviver de forma armónica.

A propósito, esa convivencia no es misión imposible, y ocurrirá tan pronto busquemos encarar nuestros fantasmas y, en fin, avanzar moralmente. Es un proceso que parte de lo individual y tiene fuerte impacto en el colectivo. Cuando un hombre supera una mala tendencia el mundo en que él vive avanza; problablemente, de outro modo, no veamos de inmediato este avance, pero el ocurre y no hay retroceso.

El ejemplo de la pequeña ciudad que vive en armonía puede, sí, estimular a los habitantes de los grandes centros a seguir sus ejemplos y volver, también, las metrópolis en rincones donde prevalece el respeto.

Tal resultado, naturalmente, dependerá del esfuerzo de cada ciudadano, com todo, se percibe a lo largo de los textos publicados en la Revista Espírita la idea de Kardec en despertar a las personas para la mejora moral por medio de la divulgación de los buenos ejemplos, que serán, indudablemente, un buen combustible a ayudar a cada individuo en esta tarea ímpar de superarse a sí mismo.

Y llegamos en el hoy, siglo 21, con un mayor número de buenas acciones siendo producidas de lo que antaño, pero lamentablemente aun encontramos a los "divulgadores de basura", que se niegan a reconocer los pasos ya dados por nosotros en dirección a la mejora moral. Intentan detener el viento del progreso, esparcir el mal, con todo la fuerza del progreso hace que, a pesar de los pesares, sigamos contabilizando avances.

¿Será que no hay nada de bueno ocurriendo en el mundo en este momento que merezca nuestra divulgación más potente?

¿Cuál es la ventaja que tienen en divulgar solamente el mal?

Sinceramente no sabemos, pero el hecho es que ven al menos alguna ventaja en esto, caso contrario no lo harían. Tal vez vantaja financiera, tal vez aun prefiramos lo que hay de más oscuro en el comportamiento humano. Tal vez sea una forma de sentirnos mejores sabiendo que los otros cometen males y también se equivocan.

Son varias hipótesis levantadas que pueden estar ciertas o no, pero que, pienso, vale la pena analizar todos esos puntos levantados y, aun, las razones por ellas como nos interesamos tanto por el mal y damos poco o casi ningún ibope al bien, contrariando una idea lógica expuesta por Kardec de que el ejemplo es contagioso.

Para Kardec, el bien produce el bien, calma y serena el corazón cuando leemos noticias que hablan de la sensibilidad humana.

¿Entre tanto, nos quedamos apenas en la teoría, pero que piensan de intentar, en la práctica, descubrir si Kardec tiene o no razón?

Vamos allá:

Hagamos un test simple: leamos y asistamos a cosas que tocan nuestro corazón de forma más tierna, busquemos los buenos ejemplos esparcidos por todos los lados y después de uno o dos días en esta práctica registraremos diariamente como estamos sitiéndonos.

¿Será que quedaremos más leves, más sensibles al dolor ajeno, más propensos a practicar el bien?

Después de la primera parte de la experiencia partiremos para la segunda etapa, que consiste en el ejercicio inverso. O sea, si en la primera parte nuestra atención quedó mirando los buenos ejemplos, de esta vez vamos para los malos procedimientos.

Enfoquémosno en noticias sensacionalistas, de crimenes y absurdos, encendamos la TV, sintonicemos con esos periódicos de noticias policiales, en fin, hay muchas cosas por ahí, y después de dos días registraremos en un diario como nos estamos sintiendo.

¿Será que más agitados, pesimistas?

Concluidas las dos etapas, basta hacer las comparaciones, ser sincero consigo mismo y, obvio, como seres inteligentes tomar nuestra decisión en lo que se refiere al mundo en que queremos vivir y qué alimento queremos dar al alma.

¿Será que Kardec tiene razón? 

 

Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita