Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 

Tema: Caridad


La mayor caridad


Neide y su hija Clara se preparaban para ir al centro espírita al que frecuentaban.

La mamá colaboraba en un trabajo de asistencia y ese día había invitado a Clara para ir juntas, pues su hija ya era grande y podría ayudar en algunas pequeñas tareas.

Cuando llegaron al centro espírita, el local ya estaba en movimiento. Había muchas personas pobres que venían a recibir donaciones.

A la hora de inicio del trabajo, un colaborador hizo una oración y leyó algunos párrafos del libro El Evangelio según el Espiritismo. Después, habló sobre las leyes de Dios, las enseñanzas de Jesús y sobre el amor. Cuando terminó, hizo otra oración agradeciendo a Dios por la vida y por las donaciones que fueron recibidas. Oró además por las personas que estaban ahí y pidió bendiciones de Dios para todos.

Clara asistió a todo, sentada al lado de su mamá. Las palabras sobre el amor le parecieron bonitas e importantes. Pero, a pesar de eso, se dio cuenta de que algunas personas no prestaban atención y se quedaban conversando bajito o casi durmiendo.

Cuando la oración terminó, las personas se levantaron rápidamente y formaron una fila para recibir las donaciones. Varios colaboradores entregaban envases con comida calientita y olorosa a quien pasara. Neide y Clara se unieron a ellos para ayudar.

Fueron distribuidos también ropa y frazadas según la necesidad de cada familia.

Cuando todas las entregas habían sido hechas, los voluntarios, incluyendo a Neide, limpiaron y arreglaron todo.

El trabajo demoró casi toda la tarde y Clara quedó cansada. Cuando acabaron, Neide preguntó:

- ¿Te gustó, hija? Practicar la caridad nos hace muy bien. Qué bueno saber que esas personas van a tener algo que comer, ¿no crees?

Clara estuvo de acuerdo, pero todavía estaba cansada por haber estado ahí muchas horas.

- Me gustó, es un trabajo genial, mamá. ¡Solo que demora mucho!

- Sí, hija, demora porque son muchas personas necesitadas y también porque recibimos muchas donaciones, ¡gracias a Dios!

- Mamá, tuve una idea para que el trabajo pueda ir más rápido. Ustedes podrían quitar esa parte de explicaciones del evangelio e ir directo a las donaciones. ¡Eso es lo que las personas quieren! No vale la pena hablar de las lecciones de Jesús, porque ellos no prestan atención.

Neide sonrió ante la ingenuidad de su hija y respondió:

- Sí, hija, nosotros sabemos que muchos se quedan ahí en la charla solo porque es una exigencia que hacemos para poder recibir lo que vinieron a buscar. Pero nosotros no podemos quitar esa parte del trabajo porque es la mayor caridad que ellos están recibiendo ahí, incluso sin saberlo. Los alimentos y las ropas son para el cuerpo, pero el evangelio de Jesús es para el espíritu. No podemos solo cuidar de las necesidades del cuerpo, porque éste es pasajero. Necesitamos cuidar también del espíritu, porque es inmortal. ¡Cuántos errores pueden ser evitar a través del conocimiento de las enseñanzas de Jesús! No podemos quitar lo más importante, ¿no crees?

Clara reflexionó un poco y dijo:

- ¡Oh! Es verdad, mamá. ¡No lo había pensado así!

- Muchos no prestan atención – dijo Neide. – Pero pueden escuchar algunas partes y poco a poco pueden ir aprendiendo las enseñanzas. Y si tenemos la oportunidad de educar el alma de una persona, aunque sea, ya vale la pena, ¿no lo crees?

Las dos se miraron y sonrieron.

En el camino a casa, Clara, pensativa, analizaba la experiencia de esa tarde. Antes de haber llegado al trabajo, ella sabía que practicaría la caridad y que ayudaría a entregar alimentos. Lo que ella no esperaba era tener la enseñanza que su madre le dio: que la mayor caridad de todas es la educación del espíritu para el bien.


 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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