Especial

por Orson Peter Carrara

Lucha de intereses

Ideas nuevas siempre encuentran resistencias


Entre otras definiciones, la palabra interés, según el Michaelis (edición Mejoramientos), significa conveniencia; sentimiento egoísta o de codicia; cuidado, empeño en favor de alguien o alguna cosa.

Un trecho en El Evangelio según el Espiritismo, en el capítulo XXIII (que Kardec nominó Extraña Moral), nos llamó mucho la atención. Ella está en el ítem 14 del subtítulo No vine a traer la paz, sino, la división. La edición, de no 118 – de agosto de 2001 –, es de la Federación Espírita Brasileña, en la traducción de Guillon Ribeiro y está en la página 340. El citado trecho es el siguiente:

 

“(...) Ahora, es tenaz el interés; jamás cede a la evidencia; se irrita tanto más cuanto más perentorios y demostrativos de su error son los argumentos que se le oponen. Sabe él muy bien que está errado, pero eso no lo conmueve, por cuanto la verdadera fe no le está en el alma. Lo que más teme es la luz, que da vista a los ciegosLe es provechoso el error; el se le agarra y lo defiende. (...)”. (Las negritas son de nuestra autoría.)


Ahora, el citado trecho nos llevó a comparar los acontecimientos del día a día, en la vida cotidiana. El propio capítulo en cuestión, en los comentarios del Codificador, presenta meridiana belleza textual y claridad de raciocinio. El Codificador argumenta, en el ítem 12:


Toda idea nueva forzosamente encuentra oposición y ninguna hay que se implante sin luchas. Ahora, en esos casos, la resistencia es siempre proporcional a la importancia de los resultados previstos, porque, cuanto mayor ella es, más numerosos son los intereses que hiere. (...) Así, pues, la medida de la importancia y de los resultados de una idea nueva se encuentra en la emoción que su aparición causa, en la violencia de la oposición que provoca, así como en el grado y en la persistencia de la ira de sus adversarios (...)”. (Nuevamente la negrita es nuestra.)


El capítulo del citado libro se refiere a las ideas renovadoras y revolucionarias de Jesús, que, por consecuencia, el Espiritismo también presenta y vive. Pero lo más interesante es que el mismo raciocinio cabe perfectamente en las conquistas de la ciencia y también en las relaciones entre las criaturas humanas.

Sí, porque toda idea nueva, todo comportamiento que difiere del patrón establecido, del status quo vigente, del patrón intocable, encuentra resistencia e incluso desprecio declarado o disfrazado de oponentes dispuestos a defender con uñas y dientes los intereses que la nueva idea amenaza. Y jamás ceden, pues el interés es tenaz, como destaca el trecho arriba transcrito.

Tales intereses pueden prenderse a diversas causas, que pueden ser conveniencias momentáneas, apego, miedo, inseguridad, centralización o dominio de poder y hasta incluso guerra declarada para prevalecer la imposición de ideas o sistemas.

Es lo que ocurre con la Doctrina Espírita en sus principios, de forma muy severa. La Nueva Revelación vino a herir intereses, desbancando ilusiones... y principalmente colocando las cosas en sus debidos lugares para el estado de madurez ya comportado por la humanidad.

Y Kardec cita esto en la Revista Espírita, de abril de 1868 (edición EDICEL, en la traducción de Júlio Abreu Filho), presentando comentarios sobre agresiones vehementes sufridas por un correspondiente. Con el título Intolerancia y Persecución al Espiritismo, el Codificador comenta la situación de violencia de un sacerdote contra un adepto, pues “(...) aquel misionero que espumaba de rabia predicando contra el Espiritismo, y se agitaba con tanto furor que por un instante temieron que cayese del púlpito. (...)”.

Y después de otras citas, para las cuales invitamos al lector buscar en el origen ya citado, el pensamiento siempre lúcido de Kardec:


“(...) Todas las grandes ideas, todas las ideas renovadoras, tanto en el orden científico, como en el orden moral, recibieron el bautismo de la persecución, y esto debería ser, porque ellas hieren los intereses de los que vivían viejas ideas, preconceptos y abusos. Pero, desde que esas ideas constituyan verdades, ¿no vieron que la persecución no les detuvo el curso? ¿No está ahí la historia de todos los tiempos para probar que, al contrario, ellas crecieron, consolidáronse, propagadas incluso por el efecto de la persecución? (...) No se persiguieron sino las ideas en las cuales se veía el futuro; las que juzgaron sin consecuencia dejaron que muriesen de muerte natural (...)”


Tal persecución, muchas veces vestida con la falsedad o el desprecio, tienen origen en la vanidad, en el orgullo, en la prepotencia del dominio sobre ideas ajenas, como si no se consiguiese admitir que otros pueden ofrecer ideas mejores. Esto ocurre en todos los campos de la convivencia humana. ¿Imaginese, sin embargo, en el campo de ideas como aquellas presentadas por la Doctrina Espírita y oriundas de la revelación de los espíritus con el sentido de observación y análisis de su Codificador?

Es incluso inevitable una lucha de intereses. Una, aquella del esfuerzo de traer un camino de paz y seguridad para la humanidad. Otra, aquella que intenta retener. Esfuerzo perdido, sin embargo, pues con el progreso inevitable que acompaña y estimula las generaciones, las ideas sin raíces caen por sí mismas.

El tema es muy oportuno, pues viene a destacar, como en todos los otros, la grandeza de la Doctrina Espírita y la perspicacia de su Codificador. Estudiemos, pues, la Doctrina Espírita, para comprender esos hechos, inclusive aquellos que si pasan a nuestro lado, en nuestra vida personal, donde, guardadas las debidas proporciones, la lucha de intereses no es diferente. De un lado, los intereses egoístas, de otro, los intereses de construcción de un nuevo orden que traiga más equilibrio...

 

Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita