Especial

por Marcus De Mario

¿Espiritismo o Kardecismo? ¿La doctrina es de los espíritus o de Kardec?

Es común en nuestro país oír las expresiones espírita kardecista, kardecismo y kardecista como sinónimos de Espiritismo y espírita, o referencia al centro espírita como mesa blanca, centro espírita kardecista, para designar la institución donde se estudia y práctica la doctrina espírita.

¿Esas expresiones están correctas o equivocadas? Al final, ¿la doctrina fue elaborada por los espíritus o por Allan Kardec?

Para que las dudas sean esclarecidas, vamos a pasar la palabra al propio codificador de la doctrina, como Kardec es conocido.


Informaciones de El Libro de los Espíritus

Iniciamos por la obra básica de la doctrina, lanzada el 18 de abril de 1857 y firmada por Kardec: El Libro de los Espíritus. En su primera página, también conocida como página de forma o frontispício, leemos: “El Libro de los Espíritus, conteniendo los principios de la Doctrina Espírita sobre la inmortalidad del alma, la naturaleza de los Espíritus y sus relaciones con los hombres, las leyes morales, la vida futura y el porvenir de la humanidad (según la enseñanza de los Espíritus superiores, a través de diversos médiuns, recibidos y ordenados por Allan Kardec).” (negrita y cursiva nuestra).

Como vemos, Kardec afirma que la obra contiene los principios que componen la Doctrina Espírita según la enseñanza de los Espíritus superiores, y que él es apenas el coordinador de esas enseñanzas. De ahí haber decidido el nombre de la obra como siendo El Libro de los Espíritus, dejando bien claro que son los verdaderos autores de la misma.

Continuando nuestro estudio, veamos ahora el ítem 1 de la introducción, donde encontramos la siguiente explicación: “Para las cosas nuevas necesitamos de palabras nuevas, pues así lo exige la claridad de lenguaje, para evitar la confusión inherente a los múltiples sentidos de los propios vocablos. Las palabras espiritual, espiritualista, espiritualismo tienen una significación bien definido; darles otro, para aplicarlas a la Doctrina de los Espíritus, sería multiplicar las causas ya tan numerosas de anfibiología.” (negrita nuestra).

Evitando utilizar palabras ya conocidas y consagradas en su significado, así no provocando confusión, doble sentido, Kardec acuñó otras (Espiritismo y espírita) para aplicar a la Doctrina de los Espíritus. Percibimos que él no se refirió aquí ni al Espiritismo, ni a la Doctrina Espírita, y sí a la Doctrina de los Espíritus, designando taxativamente que la doctrina provenía de las enseñanzas de los espíritus, las almas humanas desencarnadas.

Prosiguiendo, encontramos una explicación más en la introducción, ahora en el ítem 17: “La verdadera Doctrina Espírita está en la enseñanza dada por los Espíritus, y los conocimientos que esa enseñanza encierra son muy serios para ser adquiridos por otro modo que no por un estudio profundo y continuado, hecho en el silencio y en el recogimiento. Incluso porque sólo en estas condiciones puede ser observado un número infinito de hechos y sus aspectos, que escapan al observador superficial y que permiten formarse una opinión.” (negrita y cursiva nuestra).

Una vez más Kardec enfatiza que la doctrina existe gracias a las enseñanzas dadas por los Espíritus, y que esas enseñanzas son profundas y deben ser estudiadas con atención, sea de forma individual, sea de forma colectiva, en los grupos de estudio propiciados, por ejemplo, por los Centros Espíritas. Solamente es posible conocer el Espiritismo a través del estudio, a comenzar y siempre por las obras de la llamada Codificación Espírita, o sea, las obras firmadas por Allan Kardec. En este punto debemos esclarecer que las obras son firmadas por él, pues la legislación humana no reconoce la existencia de los Espíritus, así, se considera que toda obra mediúmnica, en el caso recebida por diversos médiuns, es de propiedad del médium o de su organizador. En el entendimiento espírita el médium, por no ser el verdadero autor, debe donar los derechos autoriales del libro para organizaciones benéficas.

Aun en El Libro de los Espíritus, ahora en su Conclusión, ítem 6, encontramos lo siguiente hablado de Kardec: “El Espiritismo no es obra de un hombre. Nadie se puede decir su autor porque él es tan antiguo como la Creación; se encuentra por todas partes, en todas las religiones.” (negrita y cursiva nuestra).

Está bien claro que el Espiritismo no es doctrina formulada por una persona, por un encarnado, ni incluso por un Espíritu, o sea, que él no fue creado por Allan Kardec, pues si así fuese el Codificador lo habría dicho, habría asumido esa autoría, lo que no hizo. Decir que él usó de falsa modestia es cometer una afirmación que deshonra el carácter del profesor Denizard Rivail (Allan Kardec), que era conocido por su buen sentido y por su honestidad, teniendo limpia reputación junto a la sociedad francesa.


Informaciones de la Revista Espírita

En un discurso pronunciado a los espíritas de las ciudades de Bruselas y Antuérpia, ambas en Bélgica, publicado en la edición de Noviembre de 1864 bajo el título El Espiritismo es Una Ciencia Positiva, afirma categóricamente: “Tal es, en resumen, señores, el punto de vista bajo el cual se debe encarar el Espiritismo. En esta circunstancia, ¿cual fue mí papel? Ni el de inventor, ni el de creador. Vi, observé, estudié los hechos con cuidado y perseverancia; los coordiné y les deduje las consecuencias: he ahí toda la parte que me cabe. Aquello que hice, otro podría haber hecho en mi lugar. En todo esto fui simple instrumento de los puntos de vista de la Providencia, y doy gracias a Dios y a los Espíritus buenos por haberse dignado servirse de mí. Es una tarea que acepté con alegría, y de la cual me esforcé por volverme digno, pidiendo a Dios me diese las fuerzas necesarias para realizarla según su santa voluntad. No obstante, la tarea es pesada, más pesada de lo que puedan imaginarla; y si tiene para mí algún mérito, es que tengo la conciencia de no haber retrocedido delante de ningún obstáculo y ningún sacrificio. Será la obra de mi vida hasta mi último día, porque, en la presencia de un objetivo tan importante, todos los intereses materiales y personales se apagan como puntos delante del infinito.” (negrita nuestra).

El maestro lionés informa que él no es el creador, fundador o idealista del Espiritismo. Él observó los hechos, estudió los fenómenos, coordinó las enseñanzas dadas por los Espíritus, dedujo sus consecuencias y publicó las obras. He ahí todo. Es, por tanto, un equivoco decir que Allan Kardec es el fundador o creador del Espiritismo. Y él aun afirma que otra persona podría haber hecho el trabajo en su lugar, una inequivoca demostración de humildad.

Prosiguiendo, encontramos en la edición del mes de Septiembre de 1867, en el texto Carácter de la Revelación Espírita: “La primera revelación tuvo su personificación en Moisés, la segunda en Cristo, la tercera no la tiene individuo alguno. Las dos primeras fueron individuales, la tercera colectiva; ahí está un carácter esencial de gran importancia. Ella es colectiva en el sentido de no ser hecha o dada como privilegio a persona alguna; nadie, por consecuencia, puede nombrarse como su profeta exclusivo; fue esparcida simultáneamente, por sobre la Tierra, a millones de personas, de todas las edades y condiciones, desde la más baja hasta la más alta de la escala (…).” (negrita nuestra).

Y para que no hubiese ninguna duda de ser el Espiritismo una obra colectiva de los Espíritus, publicó la siguiente nota: “Nuestro papel personal, en el gran movimiento de ideas que se prepara por el Espiritismo y que comienza a operarse, es el de un observador atento, que estudia los hechos para  descubrirle la causa y sacarle las consecuencias. Confrontamos todos los que nos han sido posible reunir, comparamos y comentamos las instrucciones dadas por los Espíritus en todos los puntos del globo y después coordinamos metódicamente el conjunto; en suma, estudiamos y dimos al público el fruto de nuestras indagaciones, sin atribuirnos a nuestros trabajos valor mayor del que el de una obra filosófica deducida de la observação y de la experiencia, sin nunca considerarnos jefe de la Doctrina, ni procuramos imponer nuestras ideas a quien quiera que sea. Las publicamos, usamos de un derecho común y aquellos que las aceptaron lo hicieron libremente. Si esas ideas hallan numerosas simpatías, es porque tuvieron la ventaja de corresponder a las aspiraciones de gran número de criaturas, pero de eso no conozco vanidad alguna, dado que su origen no nos pertenece. Nuestro mayor mérito es la perseverancia y la dedicación a la causa que abrazamos. En todo eso, hicimos lo que otro cualquiera podría haber hecho como nosotros, razón por la cual nunca tuvimos la pretensión de juzgarnos profeta o mesías, ni, aun menos, de presentarnos como tal. Sin tener ninguna de las cualidades exteriores de la mediumnidad efectiva, no contestamos ser asistido por los Espíritus en nuestros trabajos, pues tenemos pruebas muy evidentes para dudar de eso, lo que, sin duda, debemos a nuestra buena voluntad, lo que es dado a cada uno merecer. Más allá de las ideas que reconocemos que nos son sugeridas, es notable que los asuntos de estudio y de observación, en una palabra, todo cuanto puede ser útil a la realización de la obra, siempre nos llega a propósito – en otros tiempos dirían: como por encanto – de suerte que los materiales y los documentos del trabajo jamás nos faltan. Si tuviesemos que tratar de un asunto, estamos ciertos de que, sin pedirlo, los elementos necesarios a su elaboración nos son ofrecidos, y esto por medios muy naturales, pero que, sin duda, son provocados por nuestros colaboradores invisibles, como tantas cosas que el mundo atribuye al acaso.” (negritas nuestras).

Palabras claras, elucidativas. Kardec no aceptaba ni incluso ser llamado jefe del Espiritismo, pues reconocía tener apenas el mérito de la perseverancia en la obra de ordenar, estudiar y esclarecer las enseñanzas de los Espíritus. Y aun afirma categóricamente no ser poseedor de mediumnidad ostensiva, por eso trabajando con diversos médiuns, de todas las partes, reconociendo apenas que recibía a través de las intuiciones el amparo de los buenos Espíritus.


Conclusión

Lo que existe es el Espiritismo o Doctrina Espírita, o Doctrina de los Espíritus. El kardecismo, que significa doctrina de Kardec, no existe, por tanto no existen los kardecistas, y sí los espíritas o espiritistas.

El Espiritismo es doctrina filosófica de bases científicas y consecuencias morales, surgida de las enseñanzas de los Espíritus superiores, cabiendo a Allan Kardec el papel de ordenador de esas enseñanzas, estudio de sus consecuencias y publicación de los mismos. Eso no disminuye la importancia del Codificador, ni le quita el mérito del trabajo realizado, sino establece la verdad: el Espiritismo es la doctrina de los Espíritus.

Es equivocada la referencia a espiritismo kardecista, pues solamente existe un Espiritismo, aquel que fue traído al mundo con la publicación de El Libro de los Espíritus.

Compete a los espíritas el estudio y la divulgación del Espiritismo, evitando utilizar palabras y referencias que nada tienen que ver con la doctrina, evitando así confusiones innecesarias y que solamente sirven para perpetuar equivocos, como si existiese más de una Doctrina Espírita, cuando, en verdad, tenemos sólo y tan solamente el Espiritismo.


Marcus De Mario es educador, escritor, conferenciante, siendo coordinador del Grupo Espírita Siembra de Luz en la ciudad de Rio de Janeiro. Es creador y director del Ibem Educa. Está al frente del canal Orientación Espírita, a través de YouTube.

 

Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita