Entrevista

por Orson Peter Carrara

Es fundamental saber escuchar para poder ayudar

Nacido en Juiz de Fora (MG) y residente en João Pessoa (PB), Ricardo Drummond Marsicano Ribeiro (foto) es psicólogo clínico, enfocado en la atención terapéutica y la psicoeducación en cursos dirigidos al desarrollo humano. Profesor universitario en la Universidad Federal, a tiempo parcial, es licenciado en Psicología, Ingeniería Eléctrica y Máster en Ingeniería Nuclear, habiendo trabajado durante muchos años como investigador titular federal en esa área. Frente a las facilidades virtuales, propiciadas por la Internet, está vinculado al Centro Espírita Fe y Caridad, de su ciudad natal, participando en la divulgación y también como conferencista espírita en otras localidades. Lo entrevistamos sobre los beneficios de madurar y aprender de nuestras elecciones.

¿Cómo se convirtió en espírita?

Mi padre, aunque no era espírita, era espiritualista, y siempre conversábamos sobre el tema espiritual. Mi madre, una médium dedicada, me enseñó el camino de la caridad. Todo esto forjó en mi alma el deseo de ser espírita. Pero fue la invitación de un amigo cercano lo que me llevó al trabajo efectivo en la doctrina, más específicamente en la Juventud Espírita Guaraní, del Centro Espírita Fe y Caridad.

¿Qué es lo que más llama su atención en el pensamiento espírita?

Sus ejes de transformación del ser humano, con su dimensión consoladora, que nos lleva a la dimensión "concientizadora", con la consecuente transformación del comportamiento. El Espiritismo, si por un lado "no nos obliga a nada", produce esencialmente una profunda transformación en nuestra visión del mundo y de la vida, que nos hace revisar valores y actitudes. ¡Eso es, de hecho, transformador! Además, su triple aspecto, que reúne religión, ciencia y filosofía, abre nuestro espíritu hacia la amplia posibilidad del despertar espiritual.  Y toda esta posibilidad de despertar espiritual, contenida en el conocimiento espírita, tiene como referencia a nuestro Maestro Jesús, quien entregó a la humanidad la bendición del Consolador Prometido.

¿De dónde vino su interés por la psicología?

Si, por un lado, la tecnología siempre me ha apasionado, en lo que puede hacer por el bienestar de todos, la psicología ha ido más allá, pasando naturalmente a ser parte de los anhelos más íntimos, desde el momento en que profundicé en los estudios espíritas. Y fue en un determinado momento de mi vida que mi padre y mi hermano mayor me sorprendieron inscribiéndome, como titular de un diploma de educación superior, para ingresar a la carrera de psicología. Fue un gran regalo en mi vida, que aproveché, continuando con ese proceso, abriendo las puertas a la realización de un sueño anhelado que había estado merodeando por los rincones de mi alma durante mucho tiempo...

¿Cómo considera esa importante ciencia frente al Espiritismo?

Hace ya unos buenos años, mi esposa y yo tuvimos la oportunidad de conversar con el estimado Divaldo Franco, quien nos advirtió sobre la creciente "enfermedad psíquica" que estaba en curso, y cómo el conocimiento espírita podría ayudarnos a contribuir a superar este problema palpitante en toda la humanidad.  Curiosamente, habíamos hecho una pregunta más específica y personal al estimado médium. Sin embargo, él nos condujo a una reflexión sobre los tiempos difíciles que se acercaban, y sobre la necesidad de que todos nos preparemos para contribuir, suavizando dolores y orientando conciencias. Desde ese día asumimos, mi esposa y yo, el compromiso de trabajar en esa dirección.

¿Y cómo ve el trabajo de Joanna de Ângelis?

Es el trabajo misionero, de uno de los espíritus más dedicados y presentes en la humanidad, especialmente en Brasil, guiándonos en el mejor camino espiritual. Su misión va mucho más allá del despertar de las conciencias mediante el esclarecimiento, porque a través de la obra de la Mansión del Camino se vivencia y ejemplifica la ayuda fraterna y espiritual, permitiendo que tengamos un verdadero oasis aquí en la Tierra. Su amplia obra literaria abarca aspectos importantes del conocimiento espírita, con énfasis en la serie psicológica, que nos enriquece la visión y comprensión del ser espiritual.

Entre las carencias psicoemocionales humanas, las prisiones creadas por nosotros mismos (entre las cuales están la culpa y los miedos) nos parecen las más traumáticas, y normalmente requieren ayuda profesional. ¿Qué nos puede decir según su experiencia actual, incluso a la luz del Espiritismo?

Innumerables han sido los desafíos psicológicos del ser contemporáneo. La culpa y el miedo, el resentimiento y el deseo de venganza, la codicia y el individualismo exacerbado, entre otras posibilidades equivocadas, han venido construyendo caminos de dolor, cuyo cultivo cotidiano y persistente nos lleva a procesos más complejos de sufrimiento. Ahí vemos la instalación de la enfermedad psíquica, en cuadros de depresión, ansiedad, escapes psicológicos, vicios, vacío existencial y también suicidio. En ese contexto, entendemos que la visión del mundo que se tenga es determinante para nuestro bienestar o, por otro lado, de la enfermedad psíquica y espiritual. Y en este sentido, tener la plena conciencia de la existencia de Dios, de la inmortalidad del alma, de la reencarnación, ya sea aquí o en otros mundos como una bendita oportunidad para el despertar espiritual, sabiendo que podemos contar con la orientación de los espíritus superiores en nuestra jornada, nos permite adquirir fuerzas para forjar en nuestras almas la resiliencia, el optimismo, la esperanza,  fortaleciéndonos en la fe, y llevándonos a la práctica del amor, ¡siendo el amor la terapia definitiva para nuestras almas equivocadas y enfermas!

¿La ciencia de escuchar para ayudar - ya incluida en la Atención Fraterna de las instituciones espíritas - se apoya en alguna cuestión más relevante para orientar a quien desea trabajar en esta área?

Escuchar es la primera etapa de acogimiento. Y acoger requiere la percepción del dolor del otro, sin juzgar, con compasión y capacidad de aceptación. ¡Enorme desafío! Acostumbramos a atravesar el discurso del prójimo con nuestras opiniones, apreciaciones personales y a veces podemos terminar alejando a quien nos busca para aliviar su sufrimiento. Pero se necesita más que acoger, también cuando se trata de la atención fraterna. Es necesario concientizar al asistido sobre las posibilidades de ayuda espiritual (y a veces incluso material) que la casa espírita puede ofrecer. E, identificándose la necesidad de apoyo profesional para el asistido, de alguna naturaleza profesional específica, que la orientación se haga de la mejor manera posible, con el máximo cuidado y afecto, porque estas personas se encuentran profundamente sensibles, y pueden malinterpretar el asesoramiento.

De sus recuerdos, ¿cuál es el más emocionante, ya sea en la profesión o en la vivencia espírita?

Recuerdo, entre varias que se me ocurren en este momento, una en particular. Fue en un día de clases, cuando llegué un poco tarde para enseñar, debido a una demora por el tráfico. Al subir las escaleras de la facultad, reparé en una alumna, sentada y triste. La saludé y seguí. Pero (¡afortunadamente!), unos pasos más arriba, recordé un pequeño mensaje, de esos volantes, que había guardado despreocupadamente en mi bolsillo al salir de casa. Me di la vuelta y me acerqué a la alumna. Le di el mensaje y le pedí que lo leyera mientras me dirigía al aula para plantear una actividad a los estudiantes. Le prometí volver para conversar lo más rápido posible. Y así lo hice. Propuse la actividad y me disculpé con la clase, pidiendo unos minutos para resolver un problema que era urgente. Regresé para escuchar a la estudiante, que me relató un profundo drama de su vida, que me conmovió mucho. Tuvimos una larga conversación, que solo terminó cuando la alumna restableció su sonrisa, aunque con mucho esfuerzo. Años más tarde, en un momento de confraternización con los graduados, ella me confesó, a través de una cariñosa nota de gratitud, que ese mensaje que le había entregado, ese pequeño volante con palabras de consuelo y orientación, había evitado su suicidio, que había planeado llevar a cabo en ese momento...

¿Algo más que quisiera añadir?

Los estudios sobre el tema de la felicidad apuntan a dos grandes elecciones que podemos tomar para ser más felices: establecer un sentido en la vida y cultivar relaciones verdaderas, vínculos afectivos sólidos.  En mi opinión, se trata de una relectura de los mandamientos principales, que nos hablan del amor a Dios, percibido aquí en la búsqueda del verdadero sentido de la vida, y en el amor al prójimo, así como a nosotros mismos, la base para construir relaciones fraternas y universales.

Sus palabras finales.

Un día, después de la reunión mediúmnica, conversaba con nuestra ilustre dirigente, la querida Ana Guimarães, en el Grupo Espírita Caminho da Esperança, en Río de Janeiro. Al relatar mis preocupaciones sobre no repetir en esta vida errores cometidos en vidas anteriores, sobre los que conversábamos, ella me dijo: "Hijo mío, no te preocupes. Tú ya no eres el mismo. Además, nunca olvides que, en esta vida, tienes la doctrina espírita que te orienta".  Así, registro aquí mi máxima gratitud a Dios por la bendita oportunidad de la encarnación, trabajando en la doctrina espírita, en familia, con la presencia incansable de los amigos espirituales, en el ejercicio constante del aprendizaje práctico de vivir en fraternidad. Gratitud, en fin, por la oportunidad de trabajar juntos en el bien, y que este trabajo en el bien sea nuestra oportunidad de despertar.

 

 
Traducción:
Ricardo Morante
rmorante3@yahoo.com

 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita