Especial

por Leonardo Marmo Moreira

¿No existirían animales
en el mundo espiritual?

Parte 1

Un tema que viene siendo motivo de intensos estudios en el movimiento espírita dice respecto a la existencia o no de animales en el mundo espiritual.

Uno de los principales focos de ese debate está centrado en la pregunta 600 de “El Libro de los Espíritus”. De hecho, muchos compañeros que defienden que no existen animales en el mundo espiritual respaldan ese posicionamiento a través de la cita de esa pregunta. Veamos:

600. Sobreviviendo al cuerpo en que habitó, ¿el alma del animal queda en un estado errante semejante al que se encuentra el hombre después de la muerte?

R. Queda en una especie de erraticidad, ya que no está más unida al cuerpo, pero no es un Espíritu errante. El Espíritu errante es un ser que piensa y obra por su libre voluntad; el de los animales no tiene la misma facultad. Es la conciencia de sí mismo que constituye el principal atributo del Espíritu. Después de la muerte, el Espíritu del animal es clasificado por los Espíritus que se encargan de esa tarea y utilizado casi inmediatamente; no dispone de tiempo para relacionarse con otras criaturas”.

La “Falange del Espíritu de Verdad” acentúa, luego en el inicio de la respuesta, de manera muy clara y objetiva, que el alma del animal “queda en una especie de erraticidad, ya que no está más unida al cuerpo...”.  Por tanto, el alma del animal (a pesar de que algunos compañeros preferirán la expresión “el principio inteligente de los animales”, es interesante notar que el propio Codificador utiliza la expresión “el alma del animal” en la elaboración de la pregunta 600 y, por eso, la empleamos en este artículo) se encuentra en la erraticidad, o sea, las almas de los animales permanecen en el mundo espiritual.

Consecuentemente, continuando la respuesta a la pregunta 600, los Espíritus de la Falange del Espíritu de Verdad, los cuales ya habían dejado claro que existen animales en el mundo espiritual, prefieren no caracterizar las almas de los animales presentes en la erraticidad con la expresión “Espíritu errante”. Eso aparentemente nada tiene que ver con la idea de, supuestamente, no existir animales en el mundo espiritual. Probablemente, eso fue causado por el hecho de la respectiva Falange, en “El Libro de los Espíritos”, haber discutido una serie de preguntas asociadas a los Espíritus errantes exclusivamente como Espíritus en condición hominal, o sea, Espíritus que ya alcanzaron la condición evolutiva mínima de seres humanos. En ese contexto, si taxasen las almas de los animales como “Espíritus errantes”, el texto de “El Libro de los Espíritus” perdería coherencia interna, pues algunas características evolutivas solamente alcanzadas en la condición hominal no son observadas, obviamente, en el comportamiento de los animales. Eso queda explícito en la respuesta a la pregunta 600, una vez que los Espíritos llegaron a definir “Espíritu errante” a fin de que quedase bien comprensible el motivo de ellos no caracterizar a las almas de los animales con esa expresión.

Veamos:

“... El Espíritu errante es un ser que piensa y obra por su libre voluntad; el de los animales no tienen la misma facultad. Es la conciencia de sí mismo que constituye el principal atributo del Espírito...”.

Los Espíritus están explicando, por tanto, que “el Espíritu errante es un ser que piensa y obra por su libre voluntad...” y, solamente por eso, no irían a caracterizar las almas de los animales presentes en el mundo espiritual como “Espíritus errantes”. Realmente, el nível de libertad intelectual y amplitud de iniciativas es bien menor en los animales en comparación con los seres humanos.

Muchos rechazan la idea de que existen animales en el mundo espiritual, justificando ese posicionamiento por el hecho de que las almas de los animales no podrían ser consideradas como “Espíritus errantes”, olvidando la contundencia del inicio de la respuesta.

A seguir, el texto presenta un comentario bien interesante:

“Después de la muerte, el Espíritu del animal es clasificado por los Espíritus que se encargan de esa tarea y utilizado casi inmediatamente...”.

Más allá de dejar evidente que hay Espíritus con tareas específicas asociadas al cuidado y encaminamiento de los animales, la Falange del Espíritu de Verdad acentúa que el Espíritu del animal es “utilizado casi inmediatamente”. Ser “utilizado casi inmediatamente” no quiere decir necesariamente ser “reencarnado casi inmediatamente”. Además, los Espíritus tienen el cuidado de afirmar “casi inmediatamente” y no sólo “inmediatamente”, denotando que sí, hay animales en el mundo espiritual, pero que ellos son conducidos a un tipo de tratamiento específico, probablemente bien diferenciado en relación al que frecuentemente ocurre con los Espíritus humanos.

Además, sería el caso de preguntarse cuánto tiempo correspondería a ese “casi inmediatamente”, tratándose de desencarnación, adaptación al mundo espiritual y reencarnación. Sin un mayor detalle, o sea, sin una escala mínima de tiempo, queda muy difícil afirmar, basándose única y exclusivamente en la pregunta 600 de “El Libro de los Espíritus”. De cualquier manera, la expresión “casi inmediatamente” (y no apenas “inmediatamente”) refuerza que, sí, existen animales en el mundo espiritual.

¿Podríamos suponer que el intervalo entre reencarnaciones de los animales sería, de media, menor que el de los humanos? Tal vez, a pesar de la Falange del Espíritu de Verdad afirmar que los Espíritus de animales son “utilizados casi inmediatamente” y no “reencarnados casi inmediatamente”.

Ese supuesto menor periodo entre encarnaciones sería reforzado por la última y más enigmática frase de la respectiva respuesta:

“... no dispone de tiempo para relacionarse con otras criaturas.”

Siendo así, excepto en casos de cambio de especies animales, en que se haría necesario una mayor preparación periespiritual, las reencarnaciones de almas de animales en la misma especie tienden a requerir un tiempo menor de erraticidad (lo que no quiere decir, de modo alguno, que no existan animales en el mundo espiritual), tal como ocurre con los Espíritus humanos más primitivos, los cuales requieren menos tiempo, programación y preparación en la erraticidad de lo que los Espíritus humanos más evolucionados. Veamos lo que André Luiz nos explica en el Anuario Espírita de 1964 (republicado en los Anuarios Espíritas de 1992 y 2009):

“25. ¿Todas las reencarnaciones, incluso las de los individuos vinculados a condiciones inferiores, son objeto de un planeamiento detallado, por parte de los administradores espirituais?

R. Hay renacimientos casi automáticos, principalmente si la criatura aun permanece fronteriza a la animalidad, entendiéndose que cuanto más importante el encargo del Espíritu a corporificarse, junto a la Humanidad, más dilatado y complejo el planeamiento de la reencarnación”.

¿Al utilizarse el término “criaturas” (trecho final de la respuesta a la pregunta 600 de “El Libro de los Espíritus”), los Espíritus quieren referirse a todas las entidades espirituales, incluyendo las humanas o solamente a criaturas de nível espiritual semejante al de ellos, esto es, otras almas animales? Sería algún tipo de alteración de habitat en que las relaciones ecológicas, tales como el depredador, no ocurrirían?  ¿O el intervalo de tiempo de erraticidad sería tan pequeño al punto de no ser posible una vida de relación?

Ese callejón sin salida no parece ser pasible de resolución, basándose exclusivamente en la pregunta 600 de “El Libro de los Espíritus”.

De cualquier manera, algunas reflexiones al respecto de esas preguntas pueden ser elaboradas.

¿El gigantesco grupo de especies que son considerados animales no necesitaría ser subdividido para un estudio más amplio? ¿Los vertebrados no estarían en situación de evolución anímica bien diferenciada en relación a invertebrados? ¿Los mamiferos, por lo menos en parte, no presentarían características más avanzadas de evolución espiritual en comparación con otros grupos de animales?

El propio Allan Kardec, en un comentario yustapuesto a la pregunta 601 de “El Libro de los Espíritus”, deja claro que él estaba atento a esas diferenciaciones entre las especies:

“... Tomemos a nuestros más inteligentes animales, el perro, el elefante, el caballo e imaginémolos dotados de una conformación apropriada a trabajos manuales. ¿Qué no harían bajo la dirección del hombre?”

Y, por fin, sería el caso de cuestionarnos: ¿todas las multivariadas e incontables especies animales quedarían en el mundo espiritual o incluso a intervalo de tiempo?

¿Lo que vale para un cachorro valdría para una hormiga?

¿La situación en la erraticidad de un chimpanzé o de un gorila (biologicamente bien próximos al hombre) sería la misma de una pulga o de una garrapata?

En suma podemos notar que los Espíritus estaban apenas comenzando un debate sobre un tema altamente complejo. Como Allan Kardec no insistió mucho en la evaluación de las condiciones de los animales en la erraticidad (probablemente, por no ser interesante una profundalización en ese área en aquel momento histórico de esfuerzo inicial del lanzamiento de las bases del Espiritismo), no sería posible concluir sobre tan intrincada cuestión. Aun más si esa conclusión fuera para afirmar, de forma simplista, que “no existen animales en el mundo espiritual”, como algunos aseveran, lo que dentro de la propia literalidad del texto no parece una conclusión razonable.

En ese contexto, sería apropiado recordar las preguntas 85 y 86 de “El Libro de los Espíritus”. Veamos:

85. ¿Cuál de los dos, el mundo espiritual o el mundo corporal, es el principal en el orden de las cosas?

R. El mundo espiritual, que preexiste y sobrevive a todo.

86. ¿El mundo corporal podría dejar de existir, o nunca haber existido, sin que eso alterase la esencia del mundo espiritual?

R. Sí; ellos son independientes y, no obstante, la correlación entre ambos es incesante, porque reaccionan incesantemente uno sobre el otro.

Queda evidente, con base en las cuestiones 85 y 86 de “El Libro de los Espíritus”, que admitir que no existen animales en el mundo espiritual sería algo altamente inusitado, una vez que el mundo espiritual es el mundo principal, en comparación con el mundo corporal.

(Este artículo será concluido en la próxima semana.)

 

Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita