Entrevista

por André Ribeiro Ferreira

La experiencia en la siembra espírita es un aprendizaje constante

La frase de arriba es de nuestro entrevistado, Adailton Barreira Moura (foto), nacido en Vila Planalto, Brasilia (DF), que reside desde niño en Gama, una de las ciudades satélites del Distrito Federal. Habiendo conocido la doctrina espírita a la edad de 24 años, trabaja desde 1988 en las lides espíritas, con participación directa desde entonces en las actividades realizadas por el Centro Espírita Nosso Lar, en las que desempeñó diversas funciones: evangelizador y coordinador de Juventud, evangelizador de adultos, evangelizador de infancia, conferencista, dirigente de diversos departamentos y también presidente de la Casa.

En esta entrevista nos habla, entre otros temas, sobre su iniciación en el Espiritismo y la experiencia adquirida como conferencista y dirigente espírita.

¿Cómo conoció la Doctrina Espírita?

n 1986 conocí a un amigo que ya era espírita. Estaba casado con una señora que participaba en un centro de Umbanda, en la yo participé durante algún tiempo. En este centro había una persona, que más tarde fue mi novia. Ella también iba al Centro Espírita Nosso Lar, que yo no conocía en esa época. Un día me dio El Libro de los Espíritus.  Me encantó esa lectura y empecé a estudiar. Luego conocí el CENOL (como se conoce al Centro Espírita Nosso lar) y de ahí nunca me fui.

¿Qué fue lo que más le atrajo y le encantó en la doctrina espírita?

El conocimiento de que la vida no termina. Eso fue fundamental para mí. La certeza de que Dios es justo y que no existen castigos ni recompensas. Cada uno cosecha exactamente lo que sembró, lo que forzosamente nos hace trabajar por la implantación del bien en la Tierra. Además, la idea de que somos inmortales siempre me encantó.

Háblenos de la historia del Centro Espírita Nosso Lar.

Un grupo de amigos se reunió para el estudio del Evangelio en la casa de uno de los fundadores de CENOL. Con el tiempo, se dieron cuenta de la necesidad de ampliar esa experiencia. El grupo se reunió en campaña, compró un lote en el Sector Sur de Gama, donde la Casa fue fundada el 18 de septiembre de 1978. Desde entonces, hemos logrado comprar el terreno donde hoy queda la sede principal. Con el paso del tiempo, nos dimos cuenta de la necesidad de servir en otras comunidades y fundamos las filiales de CENOL, primero en el Residencial Brasilia, un barrio muy pobre de Novo Gama (GO) y luego en Pedregal (GO) y, finalmente, en Santa María.

¿Cómo ha sido su experiencia en las lides espíritas?

La experiencia en la siembra espírita es un aprendizaje constante. Durante tanto tiempo, hemos estado viendo, escuchando y haciendo cosas que, al inicio, creíamos que no éramos capaces. Aprendimos a callar, a dejar que el orgullo a no hablara tan alto... El resentimiento aparece, de vez en cuando, pero en general terminamos poniendo en práctica las viejas enseñanzas que hemos escuchado en otros tiempos.

Y ser presidente del Centro Espírita Nosso lar, ¿cómo ha sido?

Es una experiencia muy difícil, que exige habilidades para las cuales aún no estamos acostumbrados a ejecutar. Escuchar y hablar con las personas, sin herir susceptibilidades. Personas que ejercen en actividades de manera voluntaria y que, por eso mismo, necesitan ser incentivadas, motivadas para hacer y a menudo no pueden ser cobradas, y si lo fueran, no siempre entienden al Presidente, no entienden sus actitudes, sus motivos. En mi opinión, es una tarea muy difícil, si no la más difícil.

¿Cuáles son los mayores desafíos superados y por superar?

Callar en los momentos necesarios y saber cuándo es el momento de hablar, aplicando las enseñanzas del Maestro. Respetando las diferencias de opinión y buscando ser siempre el primero en llegar y el último en irse y, principalmente, nunca esperar reconocimiento.

En su percepción, ¿cuál es el papel principal de un centro espírita?

La Casa Espírita debe ser un punto de apoyo y atención para todos aquellos que necesitan ayuda, ya sea material o espiritual. Una Casa Espírita debe tener siempre las puertas abiertas, siendo el punto de luz donde los que necesitan acogida confíen, sepan y piensen: Ahí encontraré el consuelo que necesito. La Casa Espírita es un faro que ilumina la oscuridad de nuestras necesidades.

Háblenos sobre su experiencia con grupos de sopa y asistencia y promoción social.

Durante todo este tiempo de actividades espíritas, en los más variados lugares, hemos visto y escuchado mucho sobre las necesidades y hemos atendido a muchas personas. Uno de los hechos que percibí es que las personas que tienen una buena condición financiera a menudo no saben que aquí en Brasilia, muy cerca de nosotros, hay personas muriendo de hambre y, la gran mayoría de las veces, un plato de sopa, una canasta básica, un vaso de agua tiene más valor que una lotería. Las lágrimas caen cuando la atención llega exactamente en ese momento en el que el hambre está más presente.

Cuéntenos sobre su participación en el movimiento espírita del Distrito Federal.

Algunas personas dicen que soy madera para toda obra. Así que cualquier cosa que necesiten que haga, lo haré, para ayudar en el desarrollo y crecimiento de la causa. Lavar platos, desbrozar, pintar paredes, dar conferencias, en fin... Y últimamente me he dedicado al trabajo de registrar los momentos a través de la lente de la fotografía.

¿Cómo y cuándo comenzó su actividad como conferencista y evangelizador espírita?

Comencé la actividad de conferencista y evangelizador espírita en la década de 1990. En esa época, en nuestra Casa Espírita había una necesidad urgente de formación de trabajadores. Participé en un curso de conferencistas y luego vinieron muchos otros. Entonces, decidí poner en práctica lo aprendido.

¿Cuáles son los temas que más aborda en sus conferencias?

He hablado de casi todo, pero me gustan mucho los temas que involucran el amor, la caridad, el Evangelio, porque el mundo necesita esta inyección de ánimo. Es necesario que hablemos de amor y que trabajemos para su implantación.

¿Cuál es la mayor dificultad que encontró en la tarea de conferencista espírita?

La mayor dificultad es aquella que - pienso - todos los conferencistas enfrentan al comienzo de la actividad: Hablar de lo que aún no hacen o de aquello que es su mayor desafío: sus propios errores y debilidades. Fuera de esto, no tengo dificultad para hablar.

Cuéntenos algún caso relacionado con sus conferencias que también se transformó en lección de vida.

Ha habido muchos hechos interesantes, porque he hecho conferencias durante más de treinta años, pero recuerdo uno muy especial. Una vez, estuve de paso en un lugar determinado donde haríamos un evento espírita. Entonces, tan pronto como bajé del auto y me dirigía al local, alguien gritó mi nombre. Era una dama. Le contesté. Entonces empezó a hablar conmigo. No la conocía. Entonces me dijo que estaba muy agradecida conmigo porque, según me dijo, tiempo atrás estaba pasando por una gran dificultad y fue al Centro para oír la conferencia, y ese día yo era quien estaba hablando. Ella dijo que todo lo que yo explicaba encajaba perfectamente en su vida. Que los consejos que di ese día la ayudaron mucho y por eso me agradecería. Me emocioné.

¿Cómo ve la misión de las conferencias y los estudios en las Casas Espíritas?

Creo que tenemos que tocar el corazón de la gente, hablar de aquello que es frecuente y necesario. Necesitamos del Evangelio en nuestras mentes y corazones. El Evangelio es lo que transformará al hombre y, en consecuencia, al mundo. Por lo tanto, precisamos hablar de amor – sólo el amor transforma. Esta es la misión del conferencista: hablar y ejemplificar el amor.

Sus palabras finales a nuestros lectores en este momento en que la humanidad aún se enfrenta a la pandemia del coronavirus.

La pandemia nos ha demostrado con toda propiedad la necesidad de amarnos, de ayudarnos unos a otros, de ampararnos. La Doctrina Espírita es una doctrina de liberación y los espíritas no podemos ni debemos aferrarnos al miedo. Jesús cuenta con cada uno de nosotros en la atención fraterna – no solo ese que sucede dentro de los centros espíritas – sino aquel que puede y debe hacerse en el día a día. Que podamos ser aquellos que siempre abren los brazos. Es la hora del trabajo y no del miedo.
 

 
Traducción:
Ricardo Morante
rmorante3@yahoo.com

 

     
     

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