Especial

por Ricardo Baesso de Oliveira

Transtornos mentales en la infancia (Parte 1)

 

Afirmó Léon Denis, en el prefacio de la grandiosa obra En lo Invisible, que el Espiritismo o será científico, o no subsistirá. La grandeza del pensamiento de Denis se muestra en algunos nobles estudiosos espíritas que consiguen asociar en un mismo ideal el contenido científico al espírita.

La Dra. Tais Silveira Moriyama, de una tercera generación de una familia espírita radicada en el estado de São Paulo, doctora en Psiquiatría de la infancia y adolescencia y directora del Instituto Bairral de Psiquiatría, en Itapira, SP, hace eso, con notable lucidez.

Selecionamos trechos de sus entrevistas, ocurridas en la Comunidad Espírita Cairbar Schutel, SP, en 2018, y en la revista electrónica oconsolador.com, en 10/09/17, más allá de conferencia proferida en Matão, también en 2018, y otras exposiciones proferidas por ella en ambientes espíritas y académicos.

La simplicidad del lenguaje se asocia a un modo original, bonito y coherente de decir las cosas. A nuestro ver, ahí está lo que los espíritas deben saber sobre transtornos mentales en la infancia.

Señales precoces de algun posible problema

El principal indicio de que el niño precisa pasar por evaluación socioemocional es el fallo en alcanzar metas de desenvolvimiento típicas a la edad. Eso puede ser muy sutil. Por ejemplo, un niño que tarda para hablar, puede estar dentro de un patrón propio de desenvolvimiento, mas puede también tener algún trastorno. Otro ejemplo: un escolar que no consigue hacer amigos, puede ser apenas un niño tímido, mas, alternativamente, puede ser fóbico social o tener bajas habilidades sociales. Otro ejemplo aun: un niño de 8 años que no consigue dormir lejos de los padres, puede estar sufriendo de ansiedad de separación.

Factores reencarnatorios

Creo que todos nuestros sufrimientos actuales tienen algún hilo de conexión con el pasado, sea reciente o remoto: la jornada del Espíritu es más relevante que la jornada del cuerpo en la determinación de los síntomas psiquiátricos. Los niños ya nacen con algunas tendencias que aumentan o disminuyen las oportunidades de desenvolver trastornos mentales, mas los eventos de vida pueden potenciar o disipar esas tendencias. O sea, resumidamente, los niños nacen con algunas tendencias, mas cabe a los padres velar para que esas tendencias sean bien redireccionadas.

Las drogas y factores actuales

También es verdad que algunos niños y adolescentes van a desenvolver trastornos mentales después del uso de drogas y eventos traumáticos de vida. En el caso de la esquizofrenia, por ejemplo, sabemos que los principales factores desencadenantes del cuadro son el uso de cannabis y exposición a la violencia o situaciones de aislamientos y desprestigio social. Hoy tenemos datos robustos que nos muestran que el bullying, los conflictos familiares y otros eventos adversos de vida son factores de riesgo para el desenvolvimiento de diversos trastornos mentales, como depresión, ansiedad e incluso psicosis.

Familia

Niños que crecen en ambientes de violencia y que sufren o presencian conflictos intrafamiliares presentan taxas más altas de depresión, ansiedad, uso de sustancias, psicosis, entre otros trastornos. El problema, no obstante, tiene orígenes profundos. Las familias disfuncionales, algunas veces, son familias genéticamente enfermas, cuyos miembros tienen pequeños desequilibrios que, sumados, generan grandes dificultades en las relaciones. Es cierto que cada miembro de una familia tiene obligación de buscar el propio equilibrio y contribuir con un ambiente doméstico saludable, no obstante, cuando eso no fuera posible, se debe procurar ahorrar a los niños de presenciar o participar de los conflictos. La forma como un niño percibe su ambiente familiar puede determinar la forma como él percibirá su ambiente para el resto de la vida.

Responsabilidad de los padres

Cuando la gente ve un niño comportándose menos de lo esperado, el raciocinio más común que las personas hacen es este: ese niño se comporta mal porque sus padres no le dieron educación. Ese pensamiento es demasiado simplista para ser verdadero. Nosotros vemos niños con tipos de comportamientos muy parecidos con padres muy diferentes.

La biología

Hoy la gente sabe que todo lo que envuelve el comportamiento tiene un elemento físico, porque el Espíritu para manifestarse en la Tierra precisa del cuerpo.

El Espíritu se manifiesta entre nosotros por la materia y la materia influye el Espíritu. Es preciso tener en mente que está cada vez más difícil separar factores físicos de psicológicos. Hoy está bastante claro que las experiencias de vida dejan marcas biológicas en el cerebro. Por ejemplo, niños que son cuidados con celo y cariño pueden sufrir modificaciones en los procesos de transcripción genética; con eso ellos pasan a producir más sustancias relacionadas a afectos positivos, lo que las hace menos propensas a la depresión y a la ansiedad. Del punto de vista espírita podemos entender que las vivencias del Espíritu dejan registros en el cuerpo.

Madres ansiosas tienden a “pasar” la ansiedad para los hijos porque enseñan a ellos el modelo de la ansiedad y porque “pasan” para ellos, a través de la herencia material, genes relacionados a la ansiedad. Mas nosotros podemos “cambiar” la herencia genética, ofreciendo al niño un ambiente diferente. A través de cuidados afectuosos nosotros podemos impedir que los genes relacionados a la ansiedad sean activados.

Todo comportamiento humano tiene un componente que nace con la persona (espiritual y biológico) y un componente que viene de lo histórico de vida de la interacción con el ambiente.

Relaciones

El sufrimiento psíquico está muy ligado a nuestra capacidad de coexistir con otros individuos y saber lidiar con el estrés que sobrevenga de esas relaciones. El ser humano es una especie extremamente social. Siendo así, yo diría que de forma general los factores que tienen mayor influencia en el desenvolvimiento socioemocional de un niño son los otros seres humanos que le cercan.

Autismo

Para cada caso debe existir un propósito divino. Creo que en el caso de nuestros pequeños genios pequeños, podamos estar delante de Espíritus en misión en la Tierra que pidan para nacer con las facultades sociales entorpecidas de forma a dedicarse con mayor fluidez a la ciencia, a la tecnología, a la música y a otras artes. El cerebro social cuesta muy caro al Espíritu, él trae una serie de instintos que retiran de nosotros parte de la originalidad y nos inclina a la imitación, al copiar a los otros individuos y velar por pertenecer a grupos arriba del todo. En algunos otros casos de autismo tal vez estemos delante de la reencarnación de un Espíritu que estuvo demasiado enfocado en su progreso intelectual, dejando atrofiar sus facultades afectivas y emocionales. En otros casos, aun, creo que el autismo sea un estado de sufrimiento impuesto al Espíritu para el rescate de ciertos delitos del pasado.

Sentido de vida

Creo que sea fundamental despertar el sentido existencial de los niños llevándolos a apegarse a ideales que puedan llenar de sentido sus vidas. Y debemos preocuparnos también en no promover más facilidades que las necesarias; creo incluso que precisamos encarar como egoísmo el favorecimiento exagerado del confort dado a nuestros niños, cuando existe aun tanta necesidad a nuestro alrededor. Propiciar facilidades en exceso es una forma indirecta de enseñar el egoísmo y la insensibilidad para con las necesidades ajenas. Ellos precisan aprender a dar tanto como precisan recibir.

Evolución de la comprensión social sobre la infancia

Historicamente, el celo que la gente tiene con el niño oscila en función de la importancia que el niño tiene para el adulto. El desenvolvimiento industrial se acompañó de un completo abandono de la infancia, lo que no se veía en la sociedad rural, ni tampoco en los cazadores recolectores. ¿Por qué eso? Porque los niños en la sociedad industrial no son necesarios como fuerza de trabajo.

Eso cambia en la sociedad pos-moderna. Las familias hoy son absolutamente “infancéntricas”, de un modo que llega a ser extraño. Una familia típica invierte la mayor parte de su renta en los hijos y los adultos quedan, muchas veces, desatendidos para que el niño reciba más de lo que la condición sociocultural de la familia permite.

¿Y que está ocurriendo con esa generación? No están consiguiendo mantenerse en el mismo nivel socioeconómico que los padres les proporcionaron. La generación que tiene hoy 20 años (generación Peter Pan) está con enorme dificultad en incluirse en el mercado de trabalho, pues los jóvenes poseen pretensiones salariales muy por encima de lo que ofrece el mercado. La superprotección en la infancia ha hecho que los jóvenes no entiendan que es preciso hacer esfuerzos para conseguir las cosas en la vida. El exceso de confort causa más frustración que la privación.

Ejemplo

Tenemos que ser mejores modelos también, porque los niños aprenden mucho más por imitación que por palabras; precisamos, en fin, ser más equilibrados si quisiéramos tener hijos más equilibrados. Y es necesario también acordarnos de llevar a nuestros pequeños al ejercicio de la espiritualidad; precisamos permitir que ellos tengan directrices claras desde la infancia y que conozcan las enseñanzas de amor y compasión.

Experimentação de álcool e droga na adolescência

La adolescencia es un estado de transición entre una condición de casi absoluta dependencia (infancia) para un estado de autonomía (adulto). El adolescente es sobre todo un individuo descubriendo formas de tener autonomía. Al adulto compete permitir eso en un contexto de menor riesgo posible. Al adolescente compete buscar la interacción con otro grupo social (entre los primates superiores los adolescentes son expulsados del bando por el macho alfa y, para sobrevivir, precisan incorporarse a otro bando. El 40 a 60% de ellos no consiguen eso y mueren). Natural que en esa fase el adolescente se sienta un poco extraño junto a la familia, sin la misma conexión de la infancia y eso refuerza su necesidad de buscar otros relaciones fuera de la familia.

(Continua en la próxima edición de esta revista.)

 

Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita