Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 

Tema: Buen comportamiento


Las manos


Juliano era un niño muy travieso. Le gustaba hacer bromas, destruir el trabajo de los demás, tirar de los pelos de las niñas y otras cosas así. Su mamá vivía escuchando quejas de su actitud, tanto en el colegio como de los amigos del barrio.

Un día, ella vio a Juliano tirando piedras y se dio cuenta de que intentaba darle a los pajaritos que se posaban en el patio.

Ella, entonces, llamó a su hijo para conversar:

- Juliano, estoy preocupada por ti.

- ¿Por qué, mamá? Estoy bien.

La mamá, entonces, le explicó:

Hijo, eres un niño fuerte y saludable, ¡gracias a Dios! Pero, además de tener una buena salud, necesitas aprender algunas cosas importantes para estar realmente bien.

¿Sabías que Dios actúa en el mundo a través de nosotros? Muchas cosas que forman parte de la Providencia Divina son realizadas por medio de las personas que se colocan a disposición de Dios, como sus instrumentos para hacer el bien aquí en la Tierra. Podemos usar nuestras manos para hacer cosas buenas, o podemos usarlas para contrariar la voluntad de Dios.

Piensa bien, hijo, existen manos que construyen cosas y manos que destruyen. Manos que cuidan y manos que lastiman, manos que donan o que roban, manos que limpian o que ensucian, que protegen o que agreden.

Nunca podremos estar bien si actuamos contra las Leyes Divinas. Por eso, quiero que pienses bien en cómo has usado el cuerpo perfecto y saludable que Dios te dio. Y quiero que te esfuerces en ser Su instrumento en todas tus actitudes. De aquí en adelante voy a ayudarte siempre a recordar esto, ¿está bien?

Juliano se dio cuenta de que su mamá hablaba con seriedad e hizo que sí con la cabeza.

- Muy bien, - continuó ella – entonces, ¡vamos! Vamos a coger unos pedacitos de pan para que los dejes en el patio. Los pajaritos que vienen a nuestra casa están buscando alimento y no pedradas. Puede ser que Dios quiera alimentarlos y nosotros tenemos las condiciones para hacer eso por nuestro Padre.

Al niño le extrañó un poco esa conversación. Nunca había pensado de esa forma, pero obedeció. Tiró varios pedacitos de pan por el piso y después se quedó observando de lejos. Varios pajaritos vinieron. Comieron y después volaron satisfechos.

Otro día, cuando Juliano le jaló el cabello a su hermana, la mamá hizo que se disculpara y le hiciera un arreglo en el cabello. El niño no quería, pero la mamá insistió.

- Muy bien, hijo – incentivó la mamá. – Tu hermana va a ser tu compañera para toda la vida. Quiero que tus manos sean de gentileza y cariño con ella, y nunca de agresión.

En otra ocasión, el colegio pidió a las familias que ayudaran en la limpieza para la reunión de fin de año. Juliano y su madre ayudaron bastante, recogieron los papeles del piso, barrieron, limpiaron las mesas y recogieron las decoraciones.

Cuando terminaron, la mamá estaba un poco cansada, pero Juliano, que tenía bastante energía, no. En verdad, hasta se había divertido.

De regreso a casa, Juliano se sentía bien. Miró sus manos y dijo a su mamá:

- Sí... ¡Si Dios quería el colegio limpio, usó mucho mis manos hoy!

- ¡Exactamente querido, muy bien! – dijo la mamá sonriendo.

Ella abrazó a su hijo, satisfecha. Él había entendido la lección.


 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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