Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 

Tema: Ley de Destrucción


El desorden de Sheriff


Luan le gustaba mucho su perro Sheriff, que era inteligente y lleno de energía. Pasaban mucho tiempo jugando juntos en el patio de la casa. Luan lanzaba lejos la pelotita y Sheriff corría a buscarla.

Sheriff era muy apegado a Luan y lo echaba de menos cuando el niño no estaba en casa.

Una vez, un domingo, los padres de Luan le avisaron que irían a almorzar a casa de su tía Irene y pasarían la tarde allá con la familia.

Luan se puso contento, pues le gustaba mucho encontrarse con sus primos y tía Irene hacía almuerzos deliciosos. Pero pronto el niño se acordó de Sheriff, que no le gustaba quedarse solo y solía ponerse triste y aullar mucho cuando eso pasaba.

Pero no podían llevar a Sheriff con ellos, pues era un perro grande. Y tía Irene tenía miedo a los perros. Entones, Luan pensó en dejarlo dentro de la casa mientas estuvieran fuera. Así, se quedaría quietecito, sin incomodar a los vecinos, y feliz por poder entrar en la casa, cosa que nunca podía hacer.

A la mamá de Luan no le gustó la idea.

- ¡Déjalo, mamá! ¡Pobre Sheriff! ¿Qué te cuesta dejarlo dentro solo hoy? – insistió Luan.

La mamá acabó aceptando. A la hora de salir, Luan colocó el tapete de Sheriff en la sala. Dejó al lado sus vasijas de comida y agua y llamó al perro para que pase adentro. Sheriff vino feliz, moviendo la cola. Luan lo hizo echarse sobre el tapete, acarició su cabeza y dijo:

- Pórtate bien, ¿de acuerdo?

La familia trancó la puerta y se fue a su paseo.

Cuando volvieron al final de la tarde, Luan abrió la puerta corriendo para encontrarse con Sheriff. Pero se detuvo de repente, sin saber qué decir.

La casa estaba toda sucia. Las vasijas de agua y comida, desparramadas. Las dos macetas de la sala, tumbados. Las plantas, destruidas. La tierra de las macetas esparcidas por la sala. Había huellas de patas por toda la casa y pipí en la cortina.

Luan apenas pudo entrar a la casa sin pisar la suciedad. Su mamá, cuando vio aquello, se puso furiosa y corrió detrás de Sheriff, que corrió hacia el patio.

El papá de Luan era más práctico. Apenas vio el desorden, dijo:

- ¡Bueno! Ahora aprendimos que no es una opción dejar a Sheriff solo aquí dentro. Y no sirve quejarse tampoco. Vamos a limpiar y rápido. Es lo que se necesita hacer para poder descansar y comenzar bien la semana mañana. ¡Vamos rápido!

La familia, entonces, se puso a trabajar. Recogieron la tierra, llevaron la cortina a lavar, limpiaron el piso y llevaron las cosas de Sheriff afuera.

Después de un tiempo, todo estuvo resuelto.

Al día siguiente, la mamá de Luan lo llamó.

- Hijo, ayúdame aquí. Vamos a replantar las macetas. ¡Mira qué lindos brotes! Nuestra vecina tiene plantas muy bonitas que siempre admiré. Como vamos a necesitar plantar otras, me acordé de pedirle algunos brotes.

Hacía tiempo ya que la cortina de la sala necesitaba ser lavada. Ahora que estaba cubierta de pipí no podía posponerse más. Después lavarla, quedó muy bonita, limpiecita y olorosa.

Al piso le pasaron un producto de limpieza para ayudar a completar la limpieza y no dejar ninguna marca del día anterior.

Cuando el papá de Luan llegó a casa, al final de la tarde, abrió la puerta y sintió que el ambiente estaba agradable. El aroma delicioso de la limpieza, las plantas bonitas embelleciendo la sala y el piso impecable.

- ¡Increíble! ¡Qué casa tan limpia y bonita!

La mamá, después, para completar la renovación del ambiente, compró cojines y una alfombra mullida que combinaba con la decoración.

El fin de semana siguiente, la casa estaba mucho más acogedora que antes.

El papá de Luan dijo jugando:

- Si hubiera sabido que la casa quedaría así, ¡habría dejado a Sheriff adentro antes!

Todos rieron, pero íntimamente registraron un aprendizaje: nadie busca a propósito algo que parece malo. Pero, cuando la situación sucede, las cosas pueden quedar hasta mejor que antes, si actuamos con actitudes positivas.


 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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