Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 

Tema: Superstición, autoconfianza


Suerte en el examen


Augusto estaba preparándose para el último examen del año. Necesitaba hacerlo bien para recuperar una nota baja en el examen anterior y también para poder irse de vacaciones, sin clases de recuperación. Era bastante contenido, y él no quería equivocarse de ninguna manera.

Desde la semana anterior iba repasando el cursoRehizo las hojas de actividades y hasta los ejercicios complementarios de la guía de estudios. Había estudiado bastante. Sin embargo, todavía estaba preocupado.

El examen sería al día siguiente y Augusto, mirando los cuadernos y las hojas, no encontraba nada que no hubiera leído y releído. Aun así, no lograba calmarse. Sentía que debía prepararse aún más. Pero no sabía cómo.

Al pensar en el examen, se sentía inseguro. Cuanto más se acercaba el día, más ansioso y afligido estaba.

Al final de la tarde, tuvo una idea: corrió por el patio de su casa, donde había césped y otras plantas.

Su madre, desde la ventana de la cocina, observaba a Augusto yendo y viniendo por el patio, caminando con la cabeza gacha, observando las enredaderas y moviéndolas de vez en cuando.

Ella pensó que solo se estaba distrayendo un poco, descansando de sus estudios. Pero, como permanecía en esa situación, decidió ir a su encuentro.

- Augusto, hijo, ¿qué estás haciendo? ¿Perdiste algo en el patio?

- ¡No, mamá! Estoy buscando un trébol de cuatro hojas. Dicen que trae suerte. Y estoy buscando uno para el examen de mañana.

- Ah, ¿es eso? Pero hijo, esos son muy raros. Es poco probable que encuentres uno aquí en nuestra casa – dijo la madre.

- Pero tengo que intentarlo mamá. ¡Me estoy desesperando! Me tiene que ir bien en el examen de mañana. ¡Ayúdame a buscar, por favor! – y pensándolo mejor, Augusto también preguntó: - ¿Conoces alguna otra cosa que dé suerte, que sea más fácil de encontrar?

La madre, cariñosa, cogió la mano del hijo y lo llevó adentro, diciéndole que necesitaban conversar.

Apenas se sentaron, ella habló:

- Hijo, algunas personas tienden a atribuir buena o mala suerte a ciertos objetos o situaciones, pero no es así como funciona.

Y continuó:

- No son las cosas las que definen las experiencias por las cuales vas a pasar. Para ir bien en el examen, lo más importante es que estudies, y revises el curso hasta saber bien el contenido que te va a tocar.

- Eso ya lo hice. Lo que tenía que estudiar, ya estudié. Estoy bien preparado en esa parte, pero aun así tengo miedo del examen – dijo Augusto preocupado.

- ¡Perfecto! – habló la madre. – Eso es muy importante. Ahora solo falta, entonces, que prepares tu mente. En vez que buscar suerte en objetos, intenta buscar confianza en ti mismo.

- Pero ¿cómo hago eso? – preguntó Augusto.

- Primero, quiero que respires profundamente, varias veces, observando bien el aire entrar y salir. Eso te va a ayudar a calmarte.

La madre, entonces, conversó con Augusto y le explicó sobre la fuerza de nuestros pensamientos y de las palabras que se pronuncian. Le enseñó a repetir frases de auto impulso. Le ayudó a darse cuenda de que ya había hecho todo lo que necesitaba hacer, por eso podía apoyarse en ese pensamiento y sentirse confiado.

Al principio, Augusto no creyó mucho, pero hizo lo que su madre sugería. Repitió las frases con afirmaciones de éxito y confianza, cambió sus pensamientos negativos por otros positivos y, poco a poco, se dio cuenta de que estaba funcionando.

- Además, hijo, debes acordarte de que nuestra mente transmite y recibe pensamientos. Es importante que nos sintonicemos con las mentes que nos pueden ayudar, como la de tu ángel de la guarda, por ejemplo – enseñó la madre.

Ella hizo una oración y pidió que Augusto fuera repitiendo cada frase, buscando una sintonía elevada.

Al final de la conversación, Augusto se sentía mucho mejor.

En la noche, cuando se fue a dormir, un mal sentimiento volvió a perturbarlo, pero se dijo a sí mismo:

- ¡Todo está bien! ¡Estoy muy bien preparado! Voy a hacer el examen con atención y alegría porque voy a salir muy bien mañana.

En seguida, hizo una oración y durmió tranquilo.

Al día siguiente, tuvo mucha “suerte” en el examen.


 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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