Especial

por Leda Maria Flaborea

Consecuencias del pasado, alavanzas
del futuro

Cuando entramos en contacto con la Doctrina de los Espíritus, buscamos casi siempre soluciones inmediatistas para nuestros problemas, sean ellos de orden moral o material. Esperamos casi siempre que ella realice un milagro al darnos la solución para nuestras aflicciones y necesidades. Esperamos conseguir bienes materiales, resolver problemas amorosos y conseguir paz sin que precisemos esforzarnos para obtener todo eso. Ese es, ciertamente, uno de los aspectos más curiosos de quien busca el Espiritismo.

Entre tanto, otro también existe y tan interesante como el primero, porque nos muestra como aun estamos presos a misticismos y adivinaciones de todos los tipos. Todas las veces que pedimos o que el no tiene para darnos, corremos el riesgo de envolvernos con charlatanes de todos los matices y todos los calibres.

Por vía de regla, siempre encontramos a alguien que conoce a alguien y que puede decirnos de nuestro presente, de nuestro pasado y de nuestro futuro. Generalmente cobrando alguna cosa, sea de manera ostensiva o velada, sugiriendo que no es para sí, más para alguna asistencia social que realiza.

Si paramos para analizar esas tres posibilidades, verificaremos que en relación al presente nadie precisa decirnos nada, pues estamos viviendo ese momento ahora. Mas, a partir del momento en que obramos por un acto, una palabra o pensamiento estaremos viviendo otra realidad, pues las consecuencias de nuestras actitudes ya estarán en acción, trayendo para nosotros los débitos o los créditos de aquello que escogemos hacer. Y lo que era algo distante – el futuro –, y solo estaba en nuestra imaginación, pasa a ser concreto, presente en nuestras vidas.

Vamos a ver entonces nuestro futuro. Si el es el momento siguiente a todo lo que hicimos, sea en actos, palabras o pensamientos, entonces precisamos prestar más atención en nuestras actitudes, pues estamos a cada momento determinando nuestro futuro. En otras palabras, estamos plantando en este exacto segundo – observe lo que cada uno está pensando ahora – lo que vamos a coger enseguida, sea ahora o más adelante. Todo va a depender de como estamos viviendo el presente.

Dicen los estudiosos que con eso creamos un cuadro de rescates que nosotros mismos construímos, pues que estamos determinando cómo va a ser nuestro futuro: futuro de buena cosecha o de mala cosecha, de frutos dulces o amargos, de flores perfumadas o de espinos, siembra que realizamos y tendremos que recoger. Y no precisamos retroceder mucho en nuestra edad para descubrir qué tipo de cultura hicimos hace bien poco tiempo. Si gastamos mucho, hoy ciertamente vivimos con dificultad; si no enseñamos a nuestros hijos o aquellos seres que fueron colocados bajo nuestro cuidado para evolucionar el valor de la amistad, de la gratitud, de la fraternidad, y si no arrancamos de ellos, como se arranca hierbas dañinas, las primeras señales del orgullo, del egoísmo y de la vanidad, por ejemplo, no nos podemos quejar si hoy nos traen disgustos y soledad.

Hasta ahora, nos está pareciendo que solamente nosotros somos encargados de construir nuestro futuro. Así, no existe nada determinando que somos obligados a sufrir para ser criaturas mejores y más felices, a no ser nuestras propias decisiones. El Padre Creador no nos creó para el sufrimiento, más para la luz y la felicidad. Mas, como cada uno quiere llegar de manera diferente a esas conquistas, es natural que muchos se desvíen para caminos menos seguros, sin embargo más tentadores. En la mayoría de las veces, buscamos facilidades en la resolución de nuestros deseos porque creemos que somos más expertos que los otros, más inteligentes o tenemos mayores recursos financieros y mayor prestigio social. En fin, los motivos son variados, mas son plantaciones que vamos realizando en nuestra caminata, esparciendo muchas veces dolores y lágrimas por donde pasamos, lejos de imaginar que seremos obligados a coger el producto de ellas. ¿Será que con un cuadro así construído no es fácil entender nuestras aflicciones actuales?

Ya hablamos sobre el presente y sobre el futuro y nuestro tema es sobre las consecuencias del pasado. Ese es otro aspecto bastante interesante de aquellas personas que buscan el Espiritismo para saber quién fueron en otras vidas, ya que no están satisfechas con sus existencias actuales. De esa manera, recurren a “entendidos” que puedan decirles lo que gustarían de haber sido, más como una manera de huir a la realidad de lo que voluntad de saber para ser hoy mejores de lo que eran ayer. Lo que nos llama la atención en esos casos es la constante repetición de personajes, pues que encontramos diferentes personas diciendo que fueron la misma reina, o mismo rey, el mismo sabio y otros tantos destacados históricos, sin que se den cuenta de que el Espíritu es uno solo, modificándose apenas el cuerpo en el cual va habitar. Un Espíritu para cada cuerpo. Esa es la ley.

Así, es difícil comprender como varios de nosotros pudimos haber sido, por ejemplo, la reina Cleopatra o el rey Luís XV, o un pintor famoso etc., y casi nunca hemos sido homicidas, suicidas, mendigos, asaltantes, personas simples del pueblo, profesor desconocido, padres amorosos, padres oscuros, para no decir de actividades moralmente abominables. Precisamos ser siempre personas de importancia. ¿Si no somos hoy, por que no en el pasado?

¡Y ahí está nuestro gran engaño! Nadie precisa decirnos qué fuimos y no nos interesa saber de eso, pues si volvimos a la carne es porque aun tenemos mucho que aprender. Aun tenemos mucho que modificar en nuestro interior, en nuestros sentimientos, en nuestra manera de entender la vida como fuente de crecimiento y no de sufrimientos; como forma de conquistar la paz y el equilibrio y no como forma de contiendas con nuestro prójimo, porque él es diferente de nosotros, no solo como nosotros y no merece ser feliz como nosotros merecemos.

Es imprescindible que paremos para verificar cuales son nuestras tendencias, nuestros gustos, nuestras dificultades. Es importante examinar lo que nos molesta, verdaderamente, más sobre todo con cuál sentimiento nuestro tendremos mayores dificultades en trabajar: ¿es el orgullo, la vanidad, la impaciencia, el preconcepto, la inconformación con los problemas financieros, las dificultades de relaciones afectivas de cualquier especie o es la cólera? Y cuando estamos con alguien, ¿qué más nos incomoda en aquella persona? Porque aquello que en el otro nos incomoda es, ciertamente, lo que rechazamos en nosotros. Es en verdad la paja en el ojo del otro que se transforma en viga en el nuestro, la cual nos evadimos a entrever.

Es preciso que respondamos a esas cuestiones a fin de que podamos mejor prepararnos en la construcción de nuestro futuro. Si hoy encontramos dificultades en nuestra existencia, ciertamente no hicimos buenas elecciones en el passado. Así, no es necesario buscar saber quien fuimos, más sí descubrir cómo fuimos para que podamos ser mejores mañana. Y solo sabremos cómo fuimos si examinamos honestamente nuestras tendencias actuales, ya que poco cambiamos, a pesar de ya haber cambiado bastante.

El pasado solo es importante para entender cuánto aun nosotros precisamos caminar, y de como aun estamos lejos de las enseñanzas de Jesús a llamarnos para la práctica de las virtudes que vino a enseñarnos.

El Espírito es inmortal y para progresar precisa pasar por varias experiencias materiales, físicas, para aprender y eso el solo conseguirá si tuviese una manera de manifestarse. ¿Y cual forma es esa?  Es a través del cuerpo físico. Ese cuerpo pasa a ser, por tanto, una urna sagrada para su vivencia en la materia. Cuidar de ella es deber sagrado de todo aquel que ya comprende la responsabilidad que tiene sobre la salud y el equilibrio de esa urna que carga bien tan precioso. Todo aquello que pudiera llevarlo al desequilibrio, sea material o a través de una mente enferma, causando perjuicios a ese instrumento prestado a nosotros para que, como Espíritus que somos, podamos crecer, responderá delante de las leyes divinas y cogerá ciertamente todas las consecuencias derivadas de ese mal uso.

Estamos colocando aquí los desequilibrios causados por los diferentes vicios, sea ellos por ingestión de alcohol, tabaco y otras drogas; de alimentación exagerada que sobrecarga todos los órganos; por el sexo desenfrenado; por las mentes en desajustes que llevan desequilibrios al funcionamiento del hígado, del estómago, del corazón, a los músculos de todo el cuerpo cuando se abandonan a la cólera, al rencor, a la ausencia de caridad, a la prepotencia o a mentes que cultivan pensamientos infelices de suicidio o que permanecen presas a venganza, al remordimiento sin nada hacer para modificar esos cuadros. Hablamos de las mentes que, pudiendo usar el arte en cualquiera de sus manifestaciones y, pudiendo ayudar, acaban desviando a otras criaturas del camino recto.

En cuanto nos preocupamos en saber quién fuimos, estamos olvidándonos de verificar cómo somos para que, a partir de nuestro presente, podamos efectivamente iniciar las modificaciones tan necesarias a un futuro de más paz y más felicidad.

Ciertamente, muchos dirán que están felices con su vida de hoy y eso está volviéndose, lentamente, una situación comun. Eso es muy bueno, pues debemos verificar si ya estamos poniendo en práctica las enseñanzas evangélicas. Estamos simplemente mostrando a los otros que las palabras de Jesús solo se cumplen cuando realizamos nuestra parte, como cooperadores de Él, en la construcción de un mundo mejor.

Cuando el Maestro de Nazarét nos dice que bien-aventurados son los mansos y pacificadores porque ellos heredarán la tierra, no hablaba de otra tierra a no ser de nuestro planeta.  Y si hoy ya conseguimos aceptar con mayor resignación las dificultades – y eso significa no rebelarnos con las leyes divinas, ya que somos los mismos causantes de nuestros sufrimientos – es porque ya estamos usufructuando la promesa de Él de que heredaríamos la Tierra, que estamos transformado en tierra de amor y de fraternidad, donde el mal, poco a poco, va siendo apartado, para que el Bien prevalezca, definitivamente, en el corazón de todas las criaturas...

No vamos a dejar de hacer lo que debe ser hecho porque en el pasado encontramos dificultad, y porque tenemos miedo de fracasar en el futuro. ¡Nuestro tiempo es hoy! Nuestro futuro es ahora cuando en este momento estamos escogiendo ser personas mejores.

 

Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita