Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 

Tema: Buenos hábitos


Educando la voluntad


- Hora de la lectura, hijo – llama la mamá.

Como de costumbre, Bento reclama antes de apoyar la cabeza en el regazo de la madre para iniciar la lectura. En silencio, la mamá acaricia el espeso cabello del hijo, mientras escucha la narración.

- ¿Por qué necesito leer, mamá? ¡Sabes que no me gusta!

- Hijo, nadie en el mundo puede hacer solamente lo que le gusta. Debemos hacer lo que es útil y necesario para nosotros. Con la lectura aumentas tu vocabulario, adquieres más conocimientos, aprendes a escribir mejor y encima puedes divertirte y viajar por el mundo a través de la lectura.

- ¡Pero es aburrido hacer lo que no nos gusta! – se queja Bento.  

- Al principio puede ser un poco molesto. El secreto es pensar en el lado positivo de las cosas. Hay algunas tareas del hogar que no me gusta hacer, pero pienso en ti, en papá, en cuánto los quiero a ustedes dos y todo se vuelve más fácil. A tu padre, por ejemplo, no le gusta jugar a las cartas, pero como tus tías lo adoran, juega para darles esa alegría.

La mamá continuó:

- ¿Te acuerdas de ese día, hijo, cuando la profesora pidió frases para poner en el mural de la escuela? Tú estabas leyendo “El Principito” y llevaste la frase “Lo esencial es invisible a los ojos”. ¡Qué bella contribución pudiste dar! ¡Y qué felicidad sentiste! De eso estoy hablando, hijo, de prepararse para la vida, ampliar tus horizontes con actividades variadas. A veces nos cuesta algún sacrificio o esfuerzo. Eso pasa, pero el conocimiento adquirido queda para siempre, e incluso puede ayudar a otras personas.

El niño escuchaba atentamente.

- De aquí a algunos años, Bento, comprenderás todo lo que te estoy diciendo y estarás feliz por haber dejado el malhumor de lado y sumergido tu corazón en la lectura. Todas las tareas que tu papá y yo te damos son para tu bien: aprendes a ser una persona de bien y a conocer los verdaderos valores para tener una vida mejor.

Bento no dice nada, y la mamá concluye.

- No necesitas responder hijo, solo piensa en todo lo que escuchaste.

Bento continuó la lectura y la mamá se dio cuenta de que, de alguna manera, sus palabras habían tocado el corazón de su hijo. Ella estaba segura de que estaba sembrando amor, y que el tiempo se encargaría de florecer.


(Texto de Lúcia Noll)


 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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