Especial

por Hugo Alvarenga Novaes

¿Nuestra salvación depende de la fe, del amor o de los dos actos?

Queridos lectores, después de analizar este sencillo texto, me posicioné por el motivo que nos lleva a la “salvación o vida eterna en el lado derecho de Dios, que significa la misma cosa”.

Quiero también hacer un pedido: sea cual fuera su parecer, divulguen el referido a sus amigos.

Notadamente, en toda la Biblia, no hay mejor síntesis para nuestra llamada salvación de aquella descrita en el último juicio que tendremos después de la muerte, en que el Cristo nos habla, simbolicamente, que solamente se sentará a la derecha de un rey aquellos que obre con benevolencia en cuanto a su prójimo. (El Altísimo es el monarca y los otros que con buenas acciones procedieran junto a sus hermanos. Sean ellos quienes fueran.)[1]

Al respecto de como debemos comportarnos, otra magnífica enseñanza del Sublime Rabí nos es pasada a través de la Parábola del Buen Samaritano.[2]

Para entendernos mejor, veamos un trecho de esta:

“Jesús, prosiguiendo, dice: Un hombre descendia de Jerusalén a Jericó, y cayó en las manos de asaltadores, los cuales lo despojaron y lo golpearon, se retiraron, dejándolo medio muerto. Casualmente, descendía por el mismo camino cierto sacerdote; y viéndolo, pasó de largo. De igual modo también un levita llegó a aquel lugar, lo vio, y pasó de largo. Mas un samaritano, que iba de viaje, llegó cerca de él y, viéndolo, se llenó de compasión.” [3]

El primer hombre, el sacerdote, representa a los que se dicen delegados de Dios en la Tierra, conduciendo sus rebaños en las iglesias, pero no aplican en el día a día lo que predican en los templos; son líderes religiosos solo de palabras.

El segundo, el levita, como igualmente el anterior, era profundo conocedor del Pentateuco Mosaico, responsable por la lectura de los textos bíblicos en los cultos y, aunque fuese gran entendido en la Ley y en las Escrituras Judaicas, tampoco no observó a aquel que estaba caído. Así como varios de nosotros que vamos desenvolviendo y acumulando mucho conocimiento, al punto de enseñar y pasar para los otros; con todo, quedamos apenas en la teoría.

Ya el tercero, el samaritano, representa a aquel que practica una religión considerada condenable por algunos, pero que, incluso sin conocer a su prójimo, acudió a aquel que estaba caído en el camino y lo ayudó.

Vale decir que Jesús pregunta quién fue el prójimo de este y le es respondido que el tercero. Delante de tal lógica implacable, no resta al Cristo sino concordar con la respuesta.[4]

Podemos concluir que el Divino Jardinero quiso decir en la parábola que muchos de los que son considerados de mala vida, porque no siguen el convencionalismo de las creencias tradicionales, son mejores que los dos primeros. A fin de cuentas, no se basan en la fe o en las letras sagradas. Mas se muestran legitimamente buenos. Estos realmente aman a su prójimo, indistintamente de quien sea.

El Príncipe de la Paz basó sus enseñanzas en el amor fraternal y en la humildad.

Jesus nos narra que serán virtuosos los que fueran pobres por el Espíritu,[5] puros de corazón,[6] blandos, pacíficos y misericordiosos.[7]

Instruyéndonos acerca del Mandamiento Mayor,[8] el escritor Eliseu Rigonatti nos dice:

“EL GRAN MANDAMIENTO

34 Mas los fariseos, cuando oyeron que Jesús había hecho callar la boca a los saduceos, se juntaron en consejo.

35 Y uno de ellos, que era doctor de la ley, tentándolo, le preguntó:

36 Maestro, ¿cual es el gran mandamiento de la ley?

37 Jesús le dice: Amarás al Señor tu Dios, de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todo tu entendimiento.

38 Este es el máximo y el primer mandamiento.

39 Y el segundo, semejante a este, es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.

Jesús sustituyó el Decálogo, esto es, los diez mandamientos de Moisés, por los dos simples y explícitos mandamientos de arriba.

Quien ama a Dios sobre todas las cosas, presta culto en espíritu y verdad únicamente a él, que es nuestro Padre, no adorando imágenes de cualquier especie, y respetando su sagrado nombre. Santifica no solamente uno de los días de la semana, sino todos los días, todas las horas y todos los minutos, por medio de un vivir recto y digno.

Quien ama al prójimo como a sí mismo, honra a su padre y a su madre, no mata, no comete adulterio, no levanta falso testimonio, y no codicia cosa alguna de quien quiera que sea. Tenía pues razón Jesús, al enseñar al fariseo orgulloso y tentador, que amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo, es un mandamiento que resume admirablemente toda la ley de Moisés y tudo lo que dijeron los profetas.”[9]

Debemos hacer a los otros lo mismo que nos gustaría que a nosotros fuese hecho.[10]

Amar a los enemigos[11] y perdonar indefinidamente.[12]

Practicar el bien sin ostentación.[13]

Juzgarnos primero, antes y en vez de hacerlo a los otros.[14]

El Divino Nazareno, nos muestra en sus palabras, que el amor, es una condición esencial para que obtengamos grandes venturas.

Pablo demuestra que comprendió exactamente las palabras del Cristo, al afirmar que incluso si él hablase con los ángeles, si conociese toda la ciencia, si consiguiese transportar las montañas, si repartiese sus bienes o fuese quemado; cambiando en pequeños: si todo hiciese, mas no tuviese el amor dentro de sí, no adelantaría nada.[15] Y concluye revelándonos que el amor es superior a la tan propagada fe e incluso a la esperanza.[16]

Así, deducimos tranquilamente que nuestra llamada salvación, fácilmente puede ser alcanzada.

Esta depende únicamente de nosotros, bastando que los actos que hicimos se basen exclusivamente por el sentimiento amoroso que nutrirmos en relación a nuestro semejante.

De acuerdo con el Excelso Maestro, seremos juzgados según nuestras obras.[17]

¿Ustedes piensan que existió alguien mayor que él?

Muchas personas se preocupan demasiado con su "salvación", basándose en escritos bíblicos que fueron hechos para los Hebreos, donde Dios era rencoroso, cruel, vengativo y sanguinario.

¡Jesús vino a mostrarnos que el Padre Altísimo es Soberanamente Justo y Bueno!

Si, en vez de creer ciegamente en aquello que los líderes religiosos hablan las personas fuesen verdaderamente buenas, como también estudiasen la llamada Palabra de Dios a fondo, verían que la Biblia nos habla que recibiremos según  nuestras obras.

Pablo de Tarso, entendió bien esas palabras del Divino Maestro cuando dice: "Porque todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que hubiera hecho por medio del cuerpo, o bien, o mal".[18]

Con ese relato, Pablo ratifica las palabras del Querido Maestro.

¡Jesús que ciertamente es El Médico de hombres y de almas, también es el detentor de la verdad!

No es a tontas que el apóstol Juan en su Evangelio, reproduce las palabras del Amado Rabi que habla: "y conoceréis la verdad, y la verdad os liberará".[19]

Visto todo eso, podemos concluir que el hecho de ser o no "salvados" (como dicen algunos) depende únicamente de observar atentamente nuestros sentimentos, nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestras acciones, pues es por medio de esas obras que pondremos en práctica el amor al prójimo como a nosotros mismos. ¡Al final, se hace menester que evolucionemos y para tal es preciso que ejecutemos el bien siempre!

Vean como la historieta de abajo, contradice enormemente las enseñanzas del Maestro:

“Imaginemos: un individuo, durante toda la vida, roba, viola, mata, no respeta a nadie, ahí cuando está viejo, se arrepiente, pasa a frecuentar asiduamente una religión y muere de repente dentro de la iglesia cogiendo la Biblia.”

¡Listo! Según unos, su espíritu va directo para el cielo. Los crímenes que cometió antes no serán considerados.

En ese momento, los que quedan, olvidándose de lo dicho de Jesús que habló: "En verdad te digo que de manera ninguna saldrás de allí mientras no pagues hasta el último centil."[20]

Es un absurdo encontrar que la "fe es más importante que las obras".

¿Los que piensan así se basan dónde?

¡En la Biblia no es!

Ni siquiera se acuerdan de Santiago que dice:

¿ "Mis hermanos, qué aprovecha si alguién dijera que tiene fe, y no tuviera obras”? ¿Por ventura la fe puede salvarlo? Así también la fe, si no tuviera obras, es muerta en sí misma. Pero dirá alguién: Tu tienes la fe, y yo tengo las obras; me muestras tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Mas, el hombre vano, ¿quieres tú saber que la fe sin obras está muerta? Ved entonces que el hombre es justificado por las obras, y no por la fe. Porque, así como el cuerpo sin el espíritu está muerto, la fe sin obras está muerta. "[21]

¿Quién está seguro? Jesús, Pablo de Tarso y Santiago o los que dicen que la fe es mayor que las obras?

Preguntamos también: "¿qué sería más agradable a Dios?" ¿El arrepentimiento de un hijo visto su gran fe o que esa persona hubiese hecho buenas obras durante su vida entera?

¡Tenemos certeza de que El Creador escogería la segunda opción!

Reparemos también que el Sublime Nazareno no dice: "a cada uno según su fe".

Sabemos que es mucho más fácil seguir a los que no tienen compromiso, a los que piensan en el mañana; incluso que este esté lejísimo.

Terminaremos este escrito, con la celebre y verdadera frase de Allan Kardec que dice: “FUERA DE LA CARIDAD NO HAY SALVACIÓN.”[22]


 


[1] Mateus 25,31-46.

[2] Lucas 10,25-37.

[3] Lucas 10,30-33.

[4] Lucas 10,36-37.

[5] Mateus 5,3.

[6] Mateus 5,5.

[7] Mateus 5,7-9.

[8] Mateus 22,34-40.

[9] E. RIGONATTI, O Evangelho dos Humildes, FEB. Cap. 22.

[10] Mateus 7,12.

[11] Mateus 5,44.

[12] Mateus 18,21-22.

[13] Mateus 6,1-2.

[14] Mateus 7,5.

[15] 1 Coríntios 13,1-7.

[16] 1 Coríntios 13,13.

[17] Mateus 16,27.

[18] II Coríntios 5,10.

[19] João 8,32.

[20] Mateus 5,26.

[21] Tiago 2,14.17-18.20.24.26.

[22] A, KARDEC. O Evangelho Segundo o Espiritismo, cap. 15.

 

Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

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