Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 

Tema: Navidad


La Navidad de Eliseo


En una pequeña ciudad, se podía ver la alegría esparcirse por todos lados. Se acercaba la Navidad, y con su llegada venía un ambiente de fiesta. Por todas las calles, las casas estaban decoradas para la fecha.  

Quiero decir, menos una. En la casa de Eliseo ni siquiera colgaba una campanita. Insistía en no poner ningún adorno ni hacer nada especial. Todos los años era lo mismo. Cuando veía a los vecinos colocar guirnaldas, él resoplaba:

- ¡Esa gente solo vive perdiendo tiempo y dinero!

Eliseo pasaba las fiestas encerrado en su casa. No tenía familia, ni quien lo visitara. Para él la Navidad era solo una fecha en que a las personas les gustaba desperdiciar dinero en adornos y regalos caros.

En la mañana de la víspera de Navidad, Eliseo salió a su acostumbrada caminata hacia el mercado. Ahí, las personas lo saludaban y le sonreían, deseándole una feliz Navidad, pero él se irritaba pensando que de inmediato le iban a presionar para comprar algo. Murmuraba para sí mismo que el precio de las frutas había subido de nuevo, cuando escuchó a alguien llamándolo:

- Eliseo, ¿eres tú? ¿Te acuerdas de mí?

Eliseo dejó las frutas de lado y se llevó una gran sorpresa. Ahí estaba Marcelo, su gran amigo de la juventud. No se veían hacía muchos años, desde que Marcelo tuvo que mudarse de la ciudad por trabajo. Los dos corrieron a abrazarse y comenzaron a conversar animadamente.

Después de varias historias de cada uno, Marcelo sonrió:

- ¡Cómo pasa el tiempo cuando la conversación es buena! Pero debo irme y llevar estas manzanas a casa. ¡Lucía va a hacer su famosa tarta de manzana que nuestros nietos adoran!

- ¿Nietos ya? – se sorprendió Eliseo. – Rayos… Debe ser difícil comprar regalos a los niños, con los precios tan caros.

Marcelo movió la cabeza mientras guardaba unas manzanas en su bolsa.

- No nos preocupamos por los regalos, allá en casa. Cuando se puede compramos, pero si no se puede, todo bien. Lo más importante es estar todos juntos.

Eliseo se quedó en silencio, pensando en lo que su amigo acababa de decir.

Durante la conversación, Marcelo se dio cuenta de que hacía muchos años Eliseo no tenía una verdadera celebración de Navidad.

Eliseo se sorprendió cuando su amigo lo invitó a cenar en su casa.

- ¡Insisto! ¡Siempre hay sitio para uno más en la mesa, y vamos a estar felices con tu compañía!

Marcelo le dio su dirección. Los dos se despidieron y volvieron a sus casas, con la promesa de que Eliseo estaría en casa de Marcelo al atardecer.  

En la hora acordada, Eliseo salió rumbo a la casa de su amigo, pensativo. ¿Será que las personas estarían incómodas con su presencia? Sabía que era un poco gruñón a veces.

Pero, llegando allá, toda preocupación desapareció de su mente. Marcelo fue a recibirlo llevando a un nieto en cada brazo, y por todo el ambiente se escuchaban risas. Eliseo quedó maravillado con toda la belleza de la decoración, llena de lucecitas, lazos y flores. La casa estaba llena de gente y alegría.

A la hora de comer, la comida era la más deliciosa que Eliseo haya probado antes. La tarta de manzana estaba divina, y se rio al ver a los niños compitiendo por el pedazo más grande.

En ese momento, se dio cuenta de cuál era el verdadero significado de Navidad. La convivencia con personas queridas, la gentileza, el cariño, la bondad. Pensó en las personas que le desearon felices fiestas esa mañana, y se arrepintió de no haberles retribuido.

Al final de la noche, al despedirse, Eliseo abrazó a Marcelo conmovido, con el corazón lleno de gratitud. Marcelo, con una sonrisa, dijo:

- Gracias por haber venido. ¡Feliz Navidad, amigo mío!

Esa Navidad fue muy especial para Eliseo. Se prometió a sí mismo que, la próxima Navidad, él haría una campaña solidaria para recolectar juguetes y alegrar a los niños.

Y, en Año Nuevo, decidió que quería dedicarse a ser una persona mejor, más caritativa, capaz de traer felicidad a los que le rodearan. Eliseo se dio cuenta, al final, que el mejor regalo que alguien puede dar, y también recibir, es el amor.


Texto de Lívia Seneda.             


 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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