Especial

por Marcus De Mario

La obsesión en la visión espírita

Lo que es obsesión

Allan Kardec nos ofrece perfecta definición en el capítulo 28, ítem 81, de El Evangelio según el Espiritismo, cuando informa que “la obsesión es la acción persistente de un mal Espíritu sobre una persona”.Se trata, por tanto, de verdadera persecución de un desencarnado sobre un encarnado, y podemos entender ese proceso, como explica Kardec en ese mismo texto, porque “los malos Espíritus pululan alrededor de la Tierra, en consecuencia de la inferioridad moral de sus habitantes. Su acción malévola forma parte de los flagelos que la humanidad soporta en este mundo. La obsesión, como las dolencias, y como todas las tribulaciones de la vida, debe ser considerada, pues, como una prueba o una expiación, y acepta en esa condición”.

En El Libro de los Médiums, en el capítulo 23, Kardec informa que la obsesión es el “dominio que algunos Espíritus pueden adquirir sobre ciertas personas”. En la secuencia del texto el codificador esclarece que “son siempre los Espíritus inferiores que procuran dominar, pues los buenos no ejercen ninguna presión. Los buenos aconsejan, combaten la influencia de los malos, y si no los escuchan prefieren retirarse. Los malos, por el contrario, se agarran a los que consiguen prender. Si llegan a dominar a alguien, se identifican con el espíritu de la víctima y la conducen como se hace con un niño”.

En el libro La Génesis, capítulo 14, ítem 45, encontramos una definición más dada por Kardec, y que corrobora las que transcribimos arriba: “La obsesión es la acción persistente que un mal Espíritu ejerce sobre un individuo. Presenta caracteres muy diferentes, desde la simple influencia moral sin señales exteriores sensibles, hasta la perturbación completa del organismo y de las facultades mentales. Elimina todas las facultades mediúmnicas”.

Grados de la obsesión

En El Libro de los Médiums, Allan Kardec presenta tres grados principales de la obsesión: obsesión simple, fascinación y subyugación. En la continuidad de sus publicaciones, primeramente en la Revista Espírita y después en La Génesis, presenta un cuarto grado: posesión.

Veamos sumariamente las características de cada grado:

Obsesión Simple – “se verifica cuando un Espíritu malvado se impone a un médium, se entromete contra su voluntad en las comunicaciones que él recibe, o impide de comunicarse con otros Espíritus y sustituye a los que son evocados” (El Libro de los Médiums, capítulo 23, ítem 238.).

Fascinación – “se trata de una ilusión creada directamente por el Espíritu en el pensamiento del médium y que paraliza de cierta manera su capacidad de juzgar las comunicaciones” (El Libro de los Médiums, capítulo 23, ítem 239.).

Subyugación – “es un envolvimiento que produce la paralización de la voluntad de la víctima, haciéndola obrar de mala voluntad suya. Esta se encuentra, en una palabra, bajo un verdadero yugo. La subyugación puede ser moral o corpórea. En el primer caso, el subyugado es llevado a tomar decisiones frecuentemente absurdas y comprometedoras que, por una especie de ilusión considera sensatas. En el segundo caso, el Espíritu obra sobre los órganos materiales, provocando movimientos involuntarios” (El Libro de los Médiums, capítulo 23, ítem 240).

Posesión – “el Espíritu libre se sustituye, por así decir, al Espíritu encarnado; hace domicilio en su cuerpo, sin que, todavía, este lo deje definitivamente, lo que solo puede tener lugar en la muerte. La posesión es así siempre temporal e intermitente, pues un Espíritu desencarnado no puede tomar definitivamente el lugar de un encarnado” (La Génesis, capítulo 14, ítem 47).

Reconociendo la obsesión

El proceso obsesivo posee características distintas que pueden ser reconocidas por la observación atenta. Con referencia a los médiums, Kardec da nueve características, conforme leemos en El Libro de los Médiums, capítulo 23, ítem 243:

1) Insistencia de un Espíritu en comunicarse quiera o no el médium.

2) Ilusión que, no obstante la inteligencia del médium, le impide de reconocer la falsedad y el ridículo de las comunicaciones recibidas.

3) Creencia en la infalibilidad y en la identidad absoluta de los Espíritus que se comunican.

4) Aceptación de los elogios que le hacen los Espíritus.

5) Disposición para apartarse de las personas que pueden esclarecerlo.

6) Llevar a mal la crítica de las comunicaciones que recibe.

7) Necesidad incesante e inoportuna de escribir.

8) Cualquier forma de presión física, dominándole la voluntad.

9) Fluidos y transtornos continuos en rededor de él.

En relación a las personas en general, André Luiz, en el libro Estudie y Viva, capítulo 35, psicografia de los médiums Chico Xavier y Waldo Vieira, en el mensaje bajo título Influenciaciones Espirituales Sutiles, lista igualmente nueve características para reconocer la obsesión:

1) Dificultades de concentrar ideas en motivos optimistas.

2) Ausencia de ambiente íntimo para elevar los sentimentos.

3) Indisposición inexplicable, tristeza sin razón aparente y presentimientos de desastre inmediato.

4) Disgustos sin manifestar por no encontrar semejantes o asuntos sobre quien o qué descargarlos.

5) Pesimismos subreptícios, irritaciones sordas, quejas, exageración de sensibilidad y aptitud a condenar a quien no tiene culpa.

6) Interpretación forzada de hechos y actitudes suyas o de los otros.

7) Hiperemotividad o depresión rayando en la inminencia de llanto.

8) Ansia de colocarse en el papel de víctima o de tomar una posición absurda de automartirio.

9) Obstinación en no aceptar, para usted mismo, que haya influenciación espiritual consigo.

Causa de la obsesión

Son variadas las causas o motivaciones de la obsesión. En el estudio presentado en el capítulo 23 de El Libro de los Médiums, encontramos en el ítem 245 las siguientes explicaciones de Kardec: “Los motivos de la obsesión varían según el carácter del Espíritu. A veces es la práctica de una venganza contra la persona que lo lastimó en su vida o en una existencia anterior. Frecuentemente es apenas el deseo de hacer el mal, pues, como sufre, desea hacer a los otros sufrir, sintiendo una especie de placer en atormentarlos y humillarlos. (…) Esos Espíritus obran a veces por el odio que les despierta la envidia del bien, y es por eso que lanzan su maldad sobre criaturas honestas. (…) Otros son llevados por simples cobardia, aprovechándose de la flaqueza moral de ciertas personas, que saben incapaces de ofrecerles resistencia”.

En el ítem 246 del mismo libro, Kardec apunta una causa más: “Hay Espíritus obsesores sin maldad, que son hasta incluso buenos, mas dominados por el orgullo del falso saber: tienen sus ideas, sus sistemas sobre las ciencias, la economia social, la moral, la religión, la filosofía. Quieren imponer su opinión y para eso buscan médiums suficientemente crédulos para aceptarlos con los ojos cerrados, fascinándolos para impedir cualquier discernimiento de lo verdadero y de lo falso”.

En El Evangelio según el Espiritismo, capítulo 28, ítem 81, Kardec es taxativo: “La obsesión es casi siempre la acción vengativa de un Espíritu, y en la mayoría de las veces tiene su origen en las relaciones del obsedado con el obsesor, en una existencia anterior”.

Esa misma explicación encontramos en La Génesis, capítulo 14, ítem 46: “La obsesión es casi siempre el hecho de una venganza ejercida por un Espíritu, y  que más frecuentemente tiene su origen en las relaciones que el obsesado tuvo con él en una existencia precedente”.

Acción del Espíritu obsesor

¿Cómo hace el Espíritu para ejercer su influencia sobre el encarnado? ¿Cómo puede dominarlo y subyugarlo? En el ítem 81 del capítulo 28 de El Evangelio según el Espiritismo, Kardec explica: “En los casos de obsesión grave, el obsedado está como envuelto e impregnado por un fluido pernicioso, que neutraliza la acción de los fluidos saludables y los repele”.

En La Génesis, capítulo 14, ítem 47, tenemos: “En la obsesión, el Espíritu actúa exteriormente por medio de su periespíritu, que él identifica con el del encarnado; este último se encuentra entonces enlazado como en una tela y presionándolo  a obrar contra su voluntad”.

Sobre los fluidos, el periespíritu y la mente, traemos para nuestro entendimiento las palabras del benefactor espiritual Bezerra de Menezes, registradas por Yvonne Pereira en su libro Recuerdos de la Mediumnidad, capítulo 10: “El periespíritu, mis amigos, es cuerpo vivo, susceptible no solo de enfermar si la mente enferma, sino de repercutir también estados conscienciales deplorables o sublimes, y los estados conscienciales muy graves podrán ocasionar dolencias mentales en un ser encarnado, y convengamos que tal estado hasta incluso se retrata en el aspecto fisionómico del individuo. Todos esos casos, influyendo en el sistema nervioso, afectarán, muchas veces, el cerebro, una vez que el primero es el vehículo natural del periespíritu, en el estado de encarnación. De ahí el hecho de que los sistemas glandulares del aparato cerebral humano sean alcanzados. Ataques, convulsiones, epilepsia, hipocondria, neurastenia y depresiones tienen órigenes espirituales y no raro son los casos también fundamentados en la obsesión, en la sugestión hipnótica obsesora (la sugestión hipnótica nada más es que obsesión temporal, cuando no fuera positiva), etc. El tratamiento psíquico en tales casos será de gran valia, aunque no dispense el físico. Viciando la mente con pensamientos inferiores de cualquier naturaleza, una persona estará sujeta al desequilibrio total y, posiblemente, provocando asedio obsesor de los afines desencarnados. Esos son obsesados por sí mismos o por otros, porque lo desean. (...) No perdamos de vista que el cuerpo humano es apenas un aparato delicado, cuyas baterias y sistemas conductores de vida son dirigidos por las fuerzas del periespíritu, y este, a su vez, comandado será por la voluntad, esto es, la consciencia, la mente”.

Tratamiento de la obsesión

Es posible librarse de una obsesión, para eso sigamos las recomendaciones de Allan Kardec, que mucho estudió, observó casos y dialogó con los Espíritus para obtener las informaciones necesarias.

Veamos, de inicio, lo que él recomienda en el ya citado capítulo e ítem de El Evangelio según el Espiritismo: “Por una acción semejante la que el médium curador ejerce en los casos de dolencia, es preciso expulsar el fluido malo con la ayuda de un fluido mejor, que produce, de cierto modo, el efecto de un reactivo. Esa es la que podemos llamar acción mecánica, mas no es lo suficiente. Se hace también necesario, y por encima de todo, obrar sobre el ser inteligente, con el cual se debe hablar con autoridad, siendo que esa autoridad solo es dada por la superioridad moral. Cuanto mayor fuera esta, tanto mayor será la autoridad”.

Continua Kardec: “Y aun no es todo, pues para asegurar la liberación, es preciso convencer al Espíritu perverso a renunciar a sus malos intentos, despertarle el arrepentimiento y el deseo del bien, a través de instrucciones habilmente dirigidas, con la ayuda de evocaciones particulares, hechas en el interés de su educación moral. Entonces se puede tener la doble satisfacción de liberar a un encarnado y convertir a un Espíritu imperfecto”.

Finalizando sus observaciones, Kardec introduce un importante elemento más para el tratamiento de la obsesión: “La tarea se vuelve mas fácil, cuando el obsedado, comprendiendo su situación, ofrece el concurso de su voluntad y de  sus oraciones. … En todos los casos de obsesión, la oración es el mas poderoso auxiliar de la acción contra el Espíritu obsesor”.

En el capítulo 14 de La Génesis, ítem 46, observa Kardec: “Para garantizar contra la obsesión, será preciso fortificar el alma; de ahí resulta, para el obsedado, la necesidad de trabajar para su propia mejoría, lo que generalmente basta, en la mayor parte de los casos, para librarse del obsesor, sin el auxilio de personas extrañas. Tal socorro se vuelve necesario cuando la obsesión degenera en subyugación y en posesión, pues entonces el paciente pierde a veces su voluntad y su libre-albedrío”.

Un poco más sobre obsesión

Recomendamos, más allá de las obras de Allan Kardec y de otras obras citadas en este texto, la lectura atenta de otros libros espíritas: Liberación, del Espíritu André Luiz, a través de la psicografia del médium Chico Xavier; y el libro En las Fronteras de la Locura, del Espíritu Manoel Philomeno de Miranda, por la mediumnidad de Divaldo Franco, más allá de las obras Obsesión y Desobsesión, de Suely Caldas Schubert, y Diálogo con la Sombra, de Hermínio Corrêa de Miranda.


Bibliografia/Referências:

EMMANUEL/LUIZ, André. XAVIER, C./VIEIRA, W. Estude e Viva. Rio de Janeiro: Feb, 1972.

KARDEC, Allan. Livro dos Médiuns, O. São Paulo: Lake, 2014.

KARDEC, Allan. Evangelho segundo o Espiritismo, O. São Paulo: Feesp, 2012.

KARDEC, Allan. Gênese, A. São Paulo: Lake, 1985.

PEREIRA, Yvonne do Amaral. Recordações da Mediunidade. Rio de Janeiro: Feb, 1968.


Marcus De Mario es de Rio de Janeiro, donde colabora en el Grupo Espírita Siembra de Luz, siendo creador y director del Ibem Educa. Es escritor, educador y conferenciante.

         
 

Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

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