Especial

por Ricardo Baesso de Oliveira

Kardec y la limosna

Tradicionalmente, se considera limosna como una pequeña cuantía de dinero dada a un mendigo por caridad. Tal vez pueda considerarse también como limosna la donación de alimentos, ropas, medicamentos etc. Es considerada por varias religiones como un acto caritativo hecho a los necesitados. En las religiones brámanicas, limosnas son dadas para beneficiar a los pobres y agradan a Dios.

Allan Kardec não condenó la limosna, considerándola como una forma de caridad material. ¡ Kardec creía que negarsela auxiliar materialmente a aquellos que precisan de nuestra ayuda, pudiendo hacerlo, es un acto de extremado y cruel egoísmo, y solicitó, en innumerables oportunidades, a los miembros de la Sociedad Parisiense de estudios espíritas, donativos para socorro de emergencia a víctimas de tragedias climáticas u otras calamidades. ¡¡

Nuestra actitud, por tanto, ante todo comportamiento de ayuda debería ser, como regla general, favorable y optimista, considerando que toda acción en el bien es un bien en sí mismo. Recuerda Emmanuel que la caridad es sublime en todos los aspectos bajo los cuales se nos revele y en circunstancia alguna debemos olvidar la abnegación admirable de aquellos que distribuyen pan y hospedaje, medicamento y socorro para el cuerpo, aprendiendo la solidariedad y enseñándola.¡¡¡

Lo que se discute entre estudiosos espíritas son algunos aspectos vinculados a la limosna, particularmente si el socorro material debe darse de forma incondicional y confusa – sin mirar a quien, o si debería acompañarse de un exame crítico y especial de cada situación en particular.

Dos posturas pueden ser identificadas. La primera es la postura de los que piensan que la limosna como manifestación de la compasión debe dispensar el raciocínio lógico y se debe donar a aquel que nos pide de forma espontánea, libre e incondicional - un acto de amor al prójimo, manifestación de la bondad espontánea que debe existir en todos nosotros. Reconocen la importancia de  ofrecer al infortunado elementos para la superación de las causas de la pobreza, mas no concuerdan en racionalizar la ayuda material. Algunos dicen, justificándose: ¡Hago mi parte! ¡Si el falso mendigo obra equivocadamente es problema de él!

La segunda postura se identifica en los que juzgan que dar limosnas indistintamente puede inducir a la pereza y a la explotación ajena, especialmente cuando son dadas libremente, en las calles, y afirman que la ayuda real debería estar enfocada en ofrecer instrucción, trabajo digno, apoyo moral – auxiliar al necesitado a salir de su condición de pobreza o miseria a partir del propio esfuerzo. Según esa forma de pensar, la limosna debería ser dada ocasionalmente, en situaciones de emergencia.

¿Cómo se posicionaba Allan Kardec delante de ese debate? La cuestión no nos parece haber sido totalmente resuelta entre los Espíritus que se manifestaron a nuestro codificador, pues identificamos mensajes mediúmnicos que caminan ahora en una, ahora en otra dirección, aunque Kardec, aparentemente, poseyese una posición bien definida al respecto. Destacamos en ese particular el mensaje La caridad, firmado por Vicente de Paul y publicado en la Revista espírita de julio de 1858. En el séptimo párrafo, el autor pone: Cuando dejarais que vuestro corazón se abra a la suplica del primer infeliz que os extiende la mano; cuando le dierais algo, sin cuestionar si su miseria no es fingida o si su mal proviene de un vicio de que dio causa; cuando abandonaras toda la justicia en las manos divinas; cuando dejarais el castigo de las falsas miserias al Creador; cuando, por fin, praticarais la caridad únicamente por la felicidad que ella proporciona y sin preguntar por su utilidad, entonces sereis los hijos amados de Dios y él os atraerá a sí.

Los pensamientos subrayados por nosotros dialogan con la primera postura - el socorro material incondicional. Están presentes en el texto las ideas de socorrer materialmente sin cuestionar, sin investigar la causa, sin cuestionar la legitimidad del pedido ni su utilidad.

Kardec parece no haber consentido totalmente con las ideas presentadas. Después del mensaje, el codificador dialoga con la entidad, de la siguiente forma:

Kardec: - Se puede entender la caridad de dos maneras: la limosna propriamente dicha y el amor a los semejantes. ¿Cuándo dijiste que era necesario que el corazón se abriese a la suplica del infeliz que nos extendiese la mano, sin cuestionarnos si no sería fingida su miseria, no quisiste hablar de la caridad del punto de vista de la limosna?

Vicente de Paul – Sí; solamente en ese párrafo.

Kardec: - Dijiste que era preciso dejar a la justicia de Dios la apreciación de la falsa miseria. Nos parece, entretanto, que dar sin discernimiento a las personas que no tienen necesidad, o que podrían ganar la vida con un trabajo honesto, será estimular el vicio y la pereza. Si los perezosos encontrasen abierta con mucha facilidad la bolsa de los otros, se multiplicarían al infinito, en perjuicio de los verdaderos infelices. 

Vicente de Paul: – Podéis discernir a los que pueden trabajar y, entonces, la caridad os obliga a hacer todo para proporcionarles trabajo; entretanto, también existen falsos pobres, capaces de simular con habilidad miserias que no poseen; es para los tales que se debe dejar a Dios toda la justicia.

Observamos, por lo visto, que Kardec asume una actitud contradictoria ante el pensamiento de la entidad, cuestionandola en cuanto a la real validez de prestarse un socorro material a aquellos que podrían costearse a sí mismos: [...] dar sin discernimiento podría estimular el vicio y la pereza. Añade Kardec que los perezosos se multiplicarían al infinito, en perjuicio de los verdaderos infelices.

Queda evidente por el texto que Vicente de Paul reflexiona sobre la colocación de Kardec y hace un reparo en relación a la colocación previa: podeis discernir los que pueden trabajar. Para estos, la entidad propone, en la respuesta a Kardec, una acción promotora del trabajo digno, sensibilizándolos para tal y auxiliándolos en ese cometimiento.

El pensamiento kardecista se identifica con el entendimiento de los especialistas en asistencia social y promoción humana, según el cual la limosna no dignifica o promueve al ser humano, funcionando, muchas veces, como estímulo a la indolencia. En Brasil, centenas de secretárias municipales de asistencia social trabajan en el sentido de esclarecer a los ciudadanos en cuanto a la mejor actitud ante el mendigo, desaconsejando la práctica generalizada de la limosna. En São Paulo se verificó que un niño consigue ganar, una media de, R$ 500 por mes en los semáforos de la ciudad. Indagan los especialistas: ¿Así, será posible sacarlo de la calle?[v]

Cuando psicólogos evolucionistas estudian la evolución de los grupos sociales humanos, particularmente en el largo periodo de nuestra pre-historia, ellos se deparan con el “problema del tramposo o aprovechador”, individuos que no contribuyen, más usufructuan de lo que es generado por la acción colectiva. 

Uno de los trazos más importantes en nuestra psicología dice respecto a nuestro funcionamiento social, en particular nuestra capacidad de trabajar en equipo. Exceptuando los insectos sociales que, por impositivo genético, sirven a la colonia, ese comportamiento colectivo raramente es visto entre los animales.

Así que nuestros antepasados dejaron los árboles, hace cerca de 7 millones de años, nuestra propia existencia dependió de la capacidad de trabajar juntos. Fue esa necesidad de acción colectiva que produjo el más importante cambio psicológico que nos permitió prosperar en la savana, más allá de solo sobrevivir.  En algunos momento de nuestra historia evolutiva, nuestros ancestrales se unieron en la defensa colectiva, y, a partir de ahí, todos pasaron a tener mayor oportunidad de sobrevivencia. Individuos en grupos que aprendieron a trabajar en cooperación tenían una enorme ventaja. Porque, anatómicamente, nuestra especie es un fiasco: corremos y saltamos mal, no poseemos dientes afilados y garras potentes para el ataque y defensa, nuestra infancia es la más larga y más frágil del reino animal, y, no obstante, somos, hoy, la especie más bien-exitosa del planeta. Debemos eso a la unión de esfuerzos por el bien colectivo.

No obstante, existe una gran amenaza a la cooperación: el parasitismo, o la tendencia a huir del trabajo pesado y, al mismo tiempo, compartir los beneficios. Como evolucionamos para cooperar unos con los otros, también desenvolvemos un sistema de detección de tramposos y una fuerte reacción emocional a aprovecharnos, manteniendo la armonía grupal a través del desenvolvimiento de un sentido particular de justicia.

La más poderosa arma de que se valían nuestros antepasados para combatir al tramposo y al perezoso era el ostracismo. Ser expulsado de un grupo de hombres primitivos era una sentencia de muerte, en un mundo tremendamente hostil. Por esa razón, nuestros ancestrales desenvolvieron rápidamente una fuerte reacción emocional a la amenaza de ser echado fuera del grupo o perder su valor delante de las parejas. Eso explica, en nuestra sociedad contemporánea, la insuperable necesidad de ser bien-vistos y valorados delante de los otros. El rechazo social es algo increiblemente doloroso.

El castigo al aprovechador y al tramposo fue esencial al notable desenvolvimiento de la especie Homo sapiens, y, hoy, es el motor maestro en la manutención de una vida social razonablemente estable.

Ese sentido de justicia inexiste entre nuestros primos más próximos, los chimpancés y son responsables por comportamientos aparentemente altruistas, mas, que, en verdad, denotan profundo atraso evolutivo.

Para ejemplificar, consideremos lo que ocurre cuando los chimpancés cazan macacos. La caza a los macacos es una de sus pocas actividades colectivas, porque los macacos tienen mucha dificultad en escapar cuando los chimpancés vienen de todos los lados. Mas incluso cuando los chimpancés cazan en grupo, no todos se envuelven. Algunos permanecen sentados, perezosamente observando el caos alrededor. Cuando la caza termina ellos comparten las presas, comida rica en calorías. Lo que sorprende es que los que quedaron apenas observando ganan también su pedazo de carne. Sus colegas chimpancés hacen poca o ninguna distinción entre omisos y colaboradores.

Claro contraste se observa con los humanos, incluso niños de cuatro años prestan mucha atención en quien ayuda y quien no ayuda. Cuando obtienen dulces por trabajar en equipo, se esconden de aquellos que no ayudaron, mas comparten con los que ayudaron. Cuando son obligados a dividir también con los perezosos, ellos dicen: - ¡Eso no es justo!

Eso puede no parecer muy amistoso – podría hasta incluso ser un comportamiento a ser desestimulado: al final, compartir es caritativo -, pero, de un punto de vista evolutivo es determinante. Animales que no hacen distinción entre colaboradores y espectadores nunca tendrán la capacidad de crear y sustentar equipos eficaces.

Otro ejemplo, aun más impresionante, lo encontramos en el relato de la primatóloga Jane Goodall, cuando observaba chimpancés en Gombe, Tanzania. Melissa es una chimpancé que había acabado de tener un hijito. Pasion es otra chimpancé del grupo de Melissa. Pom es la hija adolescente de Pasion y ambas son psicopatas violentas. En cierto final de tarde, Melissa, con su bebé de tres semanas, se encontraba en una rama de un árbol bajo, cuando Pasion y Pom la atacaron violentamente, con golpes y mordiscos, dejándola atontada.

A seguir, tomaron el bebé y lo comieron sin que la madre, que acompañaba impotente la escena, nada pudiendo hacer. Quince minutos después de la perdida del bebé, Melissa se aproximó a Pasion. Las dos se encararon; después Melissa arañó el brazo y Pasion tocó su mano ensangrentada. En cuanto Pasion continuaba alimentándose del bebé, Melissa comenzó a cuidar de sus propias heridas. Su rostro estaba muy hinchado, las manos heridas, el trasero sangrando mucho. Luego Melissa nuevamente estendió la mano para Pasion y las dos féminas se dieron las manos brevemente.

Lo que más perturba a los biólogos que examinaron ese hecho no fue el canibalismo en sí, pues ocurre ocasionalmente entre chimpancés, sino el hecho de Melissa haberse reconciliado tan rápidamente con sus dos asesinas. Peor aun, ese no fue un incidente aislado. Pasion y Pom continuaron matando y comiendo recién nacidos en su grupo durante años. Probablemente, las otras madres reaccionaran en gran medida como Melissa, luchando con todas las fuerzas durante el ataque, mas después aceptando el destino y no haciendo nada al respecto. No hacer nada al respecto de aquellos que se valen de un comportamiento antisocial en beneficio propio no es buena estrategia en la manutención de una colectividad saludable.

Un ejemplo reciente de “problema del aprovechador” se encuentra en ganaderos y pescadores del pántano de Poconé, Mato Grosso.vii En el año de 2013 la colonia de pescadores contabilizaba cerca de 400 pescadores profesionales. Ser registrado como pescador daba a ellos algunas ventajas, de entre ellas recibieron un salario mensual durante los meses de noviembre a febrero, cuando era prohibida la pesca por causa de la escasez. Mas durante el periodo de la escasez, incluso recibiendo el salario, muchos pescadores pescan por la noche, escondidos, y ofrecen los peces con altos precios, en derivación de la falta del producto en esta época del año. Por otro lado, muchos individuos que tienen profesiones o incluso a las esposas de los pescadores son registrados como pescadores profesionales para tener acceso a la beneficencia.

Pues bien, en enero de 2015, el gobierno decidió volver a ver todos los beneficios ofrecidos, porque verificó que en algunas ciudades del norte del país había más pescadores que moradores.

En El Evangelio según el Espiritismoviii Kardec se vale de la expresión profesionales de la mendicidad al referirse a aquellos individuos que hacen de la buena voluntad ajena un medio de vida, manteniéndose al margen del trabajo digno, como reales parasitos sociales. Kardec no pregona insensibilidad o indiferencia ante esas personas, sino querer mostrar que la estrategia de ayuda debe ser otra, ya que atendiéndolos simplemente en su ruego no sería la mejor forma de ayudarlos.

Kardec admite que se deba considerar, en ciertas situaciones, la responsabilidad personal de aquellos que vienen a mendigar, por poco esfuerzo, actitud explotadora o acomodada a la propia suerte, sin negar, todavía, que la sociedad también es responsable por esa condición, por no haberles promovido, a través del esclarecimiento y buen ejemplo, una identificación con los valores éticos de la dignidad, responsabilidad y fraternidad humana.  Recuerda Kardec que si una buena educación moral les hubiera enseñado a practicar la ley de Dios, no habrían caído en los excesos causantes de su perdición ix Al referirse a los verdaderos infelices, Kardec reconoce la necesidad de que la sociedad asuma los cuidados de aquellos que se encuentran sin condiciones mínimas de cargar con los costes de la propia sobrevivencia material. En la falta de la familia, compete a la sociedad: el fuerte debe trabajar para el débil. No teniendo este familia, la sociedad debe hacer las veces de esta. Es la ley de caridadx

Importante señalar que, en la época del codificador, la providencia social, como órgano de socorro y asistencia al enfermo y anciano, no existía. Los primeros institutos de providencia social surgieron bien depués de la muerte de Kardec, a finales del siglo XIX, inicialmente en Alemania y luego después en otros países de Europa. Así, los enfermos y ancianos que estuviesen imposibilitados de proveer su propio sustento quedaban en la dependencia de la caridad ajena. No había jubilación por edad o dolencia, seguro de salud, apartamiento remunerado para tratamiento de salud y otros servicios sociales hoy existentes en practicamente todos los países del globo.

Concluímos recordando que, curiosamente, Kardec publica, posteriormente, el mensaje de Vicente de Paul, en El Evangelio según el Espiritismo, cap. 13, ítem 12, suprimiendo del texto el párrafo aludido por nosotros.


 

i  Viaje espírita en 1862 - Discursos pronunciados en las reuniones generales de los Espíritas de Lyon y Bordeaux III y Revista espírita, 1862/ Septiembre - Una reconciliación por el Espiritismo.

ii Revista Espírita - Jornal de estudios psicológicos – 1862/ Febrero - Suscripción en favor de los operarios lioneses; Revista espírita – 1863/ Enero - Suscripción en favor de los operarios de Rouen; Revista espírita – 1866/ Noviembre - Suscripción en favor de los inundados.

iii  Fonte Viva, cap. 60.

iv  Gilberto Dimenstein na Folha de São Paulo, 10/04/2005.

v  Gilberto Dimenstein na Folha de São Paulo, 10/04/2005.

vi  A evolução improvável, William Von Hippel.

vii  Manual de Psicologia evolucionista, Yamamoto.

viii  ESE, cap. 13, item 4.

ix  LE, item 889.

x  LE, item 685-a.

         
 

Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita