Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 

Tema: Amistad, amor a los animales


Un nuevo amigo


Fabio estaba muy contento. Finalmente, sus padres se pusieron de acuerdo en darle un perro, que él había estado pidiendo durante mucho tiempo.

Los animales se convierten en un miembro de la familia, y necesitan muchos cuidados, cariño y atención. Fabio ahora era más grande y podría cuidar bien de un perrito.

La perrita de la casa de la vecina tuvo cinco lindas crías y los niños del vecindario iban a visitarlos todos los días. Fabio era uno de los más emocionados.

Adoraba ver a los perritos mamando y durmiendo todos juntos. Con el pasar de los días, ellos fueron creciendo, aprendiendo a caminar y comenzaron a jugar unos con otros.

El niño los observaba tanto que ya los conocía a todos. Había uno que era más astuto y vivía llamando a su madre. Otro era más gordito, pues vivía mamando. Otro era muy inteligente y levantaba la cabecita para mirar a Fabio tan pronto él llegaba.

Al niño le comenzó a gustar mucho ese cachorrito inteligente. Era negro, con el pelaje liso y suave. No tenía una de las patas de atrás, pero aun así podía correr detrás de Fabio, queriendo jugar a morder su zapato.

Fue fácil para el niño escoger cuál de las crías sería su nuevo amigo, pues pronto se encariñó con el cachorro inteligente, que también parecía estar a gusto con él.

Fabio tuvo que esperar varias semanas para poder llevar su cachorrito a casa. Él necesitaba quedarse con su mamá para mamar y crecer saludable.

Un día, cuando Fabio llegó a casa de la vecina, ella dijo que, según las indicaciones del veterinario, los cachorritos ya podían dejar de ser amamantados y él podría llevarse el suyo a su casa.

Fabio no cabía en sí de tanta alegría.

Tomó su cachorrito en su regazo, con cariño, y le habló:

- ¿Vamos a casa, amiguito? Voy a cuidar bien de ti, ¿sí?

El cachorro lamió la mano de Fabio y los dos se fueron juntos.

Fabio llamó a su nuevo amigo Milú y cuidó de él con cariño. Milú creció saludable y feliz. Los dos se volvieron inseparables. Cuando era hora de que Fabio llegara del colegio, Milú iba a la puerta a esperarlo y hacía una gran fiesta cuando Fabio entraba.

Ellos jugaban bastante juntos. Fabio jugaba a la bolita y Milú la traía de vuelta, y saltaba para comer los bocaditos que Fabio le tiraba.

Milú era inteligente y obediente. Fabio comenzó a adiestrarlo y él aprendía rápido. Daba la pata, se sentaba, traía la bolita y mucho más. Milú movía la cola feliz y el niño se enorgullecía mucho de su perrito amigo.

Cuando Milú se enfermaba, Fabio quería faltar al colegio para no dejarlo solo. Cuando el niño se enfermaba, Milú intentaba animarlo con lamidas y cariño y se acostaba al lado de su cama, esperando que Fabio se levantara.

Fabio y Milú eran grandes compañeros. Se divertían juntos y se querían mucho.

Milú no tenía una pata, pero eso nunca significó una diferencia para Fabio. Lo importante es que ellos eran amigos y los dos eran muy felices por tenerse uno al otro.
 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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