Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 

Tema: Amistad, libre albedrío


El lagarto Teco


Un bello día, mientras andaba por el tronco de un árbol del bosque, el pequeño lagarto Teco hizo un nuevo amigo – la cobra Naji. Ambos comenzaron a divertirse en las ramas.

Naji se enrollaba, se balanceaba y se estiraba hasta alcanzar otra rama. Teco no podía hacer nada de eso, pero era rápido y seguía a su nuevo amigo, admirando sus movimientos.

- ¡Genial! ¡Naji, eres increíble! ¡Nunca pensé que un animal sin piernas pudiera hacer tantas cosas!

Naji, orgullosa con el elogio, hizo más contorsionismo para impresionar al pequeño lagarto. Jugaron mucho hasta el anochecer.

Al día siguiente, Teco estaba emocionado por ver nuevamente Naji. Pensó que repetirían el juego. Pero, en vez de eso, la cobra propuso otra cosa:

- Ese de allí es el árbol más alto que conozco. Vamos a ver quién logra llegar hasta la copa primero, ¡hasta la cima!

El lagarto tenía miedo de subir tan alto. Pero tuvo vergüenza de decir que no quería. Acabó aceptando, y comenzaron a escalar.

Naji subía con facilidad, enroscando su cuerpo alrededor del árbol. Mientras tanto, Teco se estremecía a cada paso. La cobra se dio cuenta de la dificultad del amigo, pero continuó subiendo hasta una rama muy alta donde, satisfecha, se declaró vencedora.

Teco estaba lejos de alcanzar a Naji, pero no le importó. Se quedó aliviado cuando la competición acabó.

- Ya sé qué podemos hacer ahora. Ven conmigo, Teco.

El bosque estaba sombreado por las copas de grandes árboles. Pero algunos rayos de sol lograban pasar a través de las hojas, trayendo luz y calor al interior del bosque.

Teco, pasando por uno de esos rayos de sol, se detuvo un poco para sentir el calor del sol y admirar la belleza de la luz.

- ¡Qué delicioso! ¿Vamos a tomar un poco de sol, Naji?

- No, ¡no me gusta el sol! ¡Vamos, Teco! – refunfuñó la cobra.

Teco siguió a Naji una vez más. Los dos se quedaron esperando en una rama. Cuando un tapir pasó debajo, saltaron sobre su espalda. El pobre se llevó un gran susto y salió gritando y tropezando.

Naji casi se murió de risa de la reacción del tapir. Teco, al contrario, no le halló ninguna gracia. Sintió pena por él y quedó arrepentido, pues pensó que no era correcto divertirse a costa de otros.

- ¡Ja, ja, ja! ¡Vamos, Teco! Vamos a subir a la rama de nuevo. Pronto pasará alguien más – dijo Naji, queriendo repetir la broma de mal gusto.

Pero, esta vez, Teco actuó diferente. Miró a Naji y, con coraje, dijo:

- No, Naji. ¡No me gusta asustar a los demás! También tengo miedo de subir a las ramas muy altas. Ya no quiero hacer esas cosas.

Naji quedó sorprendida por la actitud de Teco, y respondió grosera:

- Entonces eres muy aburrido, ¿sabes? – y, dándose vuelta, se fue lejos despreciando a Teco.

El pequeño lagarto se puso triste por la actitud de Naji. Pensó que ellos podrían hacer cosas que a ambos les gustara, como amigos de verdad. Pero, después se conformó, pensando:

- Voy a hacer lo que me gusta y pienso que es lo correcto. Haciendo solo lo que ella quería, yo no era feliz.

Teco entonces decidió ir a la ribera de la laguna, donde hacía bastante sol. Pensó que se quedaría ahí solito, pero tuvo una agradable sorpresa. Encontró a varios animales a los que también les gustaba tomar sol.

Teco fácilmente hizo amistad con las tortugas, los patos, otros lagartos como él, y hasta con los cocodrilos. Descubrió que había muchos amigos que se divertían de la misma forma que él.

El pequeño lagarto todavía se consideraba amigo de Naji y conversaba con ella cuando se encontraban. Pero Teco escogió que ya no quería hacer cosas peligrosas o desagradables solo para agradar a alguien.

Teco nunca se arrepintió de esa decisión, pues con eso encontró amigos de verdad y fue feliz.


 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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