Especial

por Rogério Miguez

¿Hay tantas cartas consoladoras?

El fiel médium del Cristo, Francisco Cándido Xavier, entre tantas formas de ayudar a sus contemporáneos, reservaba parte de su tiempo colocándose a la disposición del plano espiritual para que, por su intermedio, Espíritus recién desencarnados pudiesen comunicar mensajes y testimonios psicografiados a los suyos muchas veces desesperados y desconsolados entes queridos aun permaneciendo encarnados, en la tentativa de confortarlos, incentivándolos igualmente a no desistir de las luchas, manteniendo la confianza en Dios, pues todos los comunicantes continuaban muy vivos, apenas provisionalmente separados por diferentes dimensiones de la vida.

A través de la revelación de detalles insospechados de sus recientemente finalizadas existencias, tales como: apellidos, palabras y frases en idiomas particulares, mención a pormenores de objetos familiares, revelaciones inesperadas, convencían a sus parientes, principalmente madres, de que los hijos estaban para hablar, ahora del otro lado de la vida, posibilitando así que hubiese esperanza de en un futuro próximo ocurriese un reencuentro entre todos los miembros de la familia.

Incontables familias fueron bendecidas por este correo del más allá, buscando el doble propósito de calmar a los que por aquí aun deberían permanecer, pues no habían aun terminado sus etapas de aprendizaje, así como permitir que los hijos también se fortaleciesen y se tranquilizasen, en función de las inquietantes y frecuentes lágrimas de sus padres, al dar explicaciones y motivos para la desencarnación muchas veces aparentemente prematura.

Cuantos suicidios fueron evitados por esta verdadera gracia de los Cielos, cuando Dios, por sus leyes misericordiosas, permite este intercambio entre sus criaturas aun encarnadas con otras ya desencarnadas.

Esta modalidad de trabajo espírita funcionó a pleno vapor, convirtiendo inclusive a muchos consultantes a ingresar en las filas espíritas delante de la realidad revelada por los desencarnados, aunque no fuese esta la motivación principal de la actividad, en cuanto otros permanecieron fieles a sus credos, más pasando a tener a Chico Xavier como un hermano del bien enviado por Dios.

El tiempo pasó, como sabemos Chico desencarnó en 2002, más su ejemplo fructificó, pues, aun encarnado motivó a otros serios médiums predisponiéndose también a transformarse en rápidos carteros de las misivas espirituales.

Entretanto, algo ocurrió en el movimiento espírita en relación a este particular tema, considerando la realidad actual donde hay una profusión de “carteros”, y por lo que ya se sabe, algunos no son verdaderos funcionarios de la espiritualidad esclarecida, considerando que intercambian con Espíritus perturbados e ignorantes; otros ni siquiera son médiums, con todo, estos últimos, de modo a compensar la ausencia de la noble facultad, establecieron verdadera trama con complices encarnados para levantar pormenorizadas informaciones de los consultantes relativas a la relación en el seno de la familia con los recién transferidos para el plano etéreo, viabilizando así revelar muchos datos verdaderos del desencarnado.

Hasta los medios televisivos ya conducen materias cuestionando la veracidad de esta posibilidad, lanzando una duvida sobre la propia Doctrina, lo que es muy grave.

Hay una ley económica creada en el siglo XVIII básicamente estableciendo el comportamiento de la demanda y de la oferta, en líneas generales preconiza que siempre que la búsqueda aumenta, la oferta, o aumenta en la misma proporción para atender la nueva demanda, o los precios de los productos procurados saben cuando no se desea aumentar la oferta para atender la creciente búsqueda, y, por otra, si la búsqueda es pequeña, los precios caen, o se produce menos, para manter el precio.

Haciendo un paralelo con nuestra cuestión en examen, habiendo una búsqueda exacerbada por informes del más allá, naturalmente se presentan muchos interesados en actuar como “carteros”, algunos honestos y verdaderos, con todo, otros engañadores y falsos buscando apenas un medio más de obtener algún beneficio a costa de los interesados, una lastima.

Hay dos tipos de consultantes: los no espíritas y los espíritas.

Se comprende perfectamente la búsqueda de los no espíritas por las cartas consoladoras, al final, al “perder” a sus hijos o afectos, echan mano de cualquier recurso con posibilidad de traer un testimonio de sus entes queridos, incluso profesando otros credos, alguno incluso incrédulos de cualquier fe. Es perfectamente aceptable esta búsqueda, por cuanto, en la desesperación, viviendo una tristeza y amarguras profundas, principalmente cuando la desencarnación se da por un facto incomún, trágico, o familiar echa mano de cualquier recurso en la esperanza de escuchar palabras consoladoras, informes esclarecedores o vivos testimonios de sus amados.

Entretanto, en el caso de los espíritas, es preciso tener un poco más de criterio, al final, la literatura espírita muy bien explica, informa, consuela, orienta, conforta, a través de sus postulados, esclareciendo cómo funciona el proceso de la llamada muerte. Por los principios doctrinarios el creyente aprende a no haber muerte, apenas vida, es informado también sobre la inmortalidad del alma, pasa a conocer la posibilidad de la reencarnación, y más, por la moral espírita, o sea, cristiana, comprende la situación como pasajera por las enseñanzas de Jesús, y tantas otras sabias lecciones puestas a su disposición. Todas estas preciosas informaciones, pueden crear las condiciones para que no haya inquietud excesiva de aquellos permaneciendo aun encarnados. Nada es prohibido, con todo, se espera algo más de los discípulos espíritas del Cristo.

¡¿cuál sería el ejemplo ofrecido a los no seguidores de la Doctrina, cuando estos observan a los espíritas procurando avidamente, desconsolados, algunos casi desequilibrados, informaciones para asegurarse que sus amados, recién desencarnados, están realmente vivos!?

El espírita conoce la posibilidad de comunicarse con su ente querido diariamente por el sueño; puede orar por él, para que sea ayudado por la espiritualidad esclarecida dentro del merecimiento de cada qual; conoce las leyes divinas que no desamparan a nadie; entiende que somos inmortales, siendo así, ¿por cuál razón toca a la puerta de los médiums dispuestos a ejecutar esta delicada actividad buscando informes sobre los que jamás murieron!? ¿Las enseñanzas espíritas no son suficientes para calmar los corazones afligidos de aquellos que pasan por esta experiencia, pudiendo ser inclusive una expiación o prueba? Además de eso, ¿qué esperaría el espírita conseguir a través de una carta consoladora? ¿Confirmación de que la vida continua? ¿Certeza de que la muerte no existe?

La actitud de los espíritas debería ser la de paciencia, resignación, fe, aguardando, caso sea oportuno, la llegada de una carta del lado de allá, sin ser solicitada, por ejemplo, de una seria reunión mediúmnica de la casa en que frecuente o trabaje.

Por lo que se observa actualmente, en parte, el crecimiento del número de falsos médiums aventurándose a traer cartas consoladoras se da exactamente por esta actitud, caracterizada por una búsqueda incomprensible por parte de religiosos poseyendo todas las condiciones para aceptar lo ocurrido con serenidad en sus corazones, entregando a Dios los destinos de sus entes amados. O sea, hay una demanda anormal.

Entretanto, hay otras razones para afirmar categoricamente sobre la imposibilidad de existir tantos médiums trayendo esta cantidad enorme de cartas del más allá, y estos motivos son presentados a través de enseñanzas contenidas en la propia Doctrina.

El conocido médium Raul Teixeira psicografió una excelente obra, entre otras, dictada por Camilo, su guía espiritual, integralmente volcada a esclarecimientos sobre el tema de la mediumnidad. Presentada por medio de una secuencia de preguntas y respuestas, en los moldes de El libro de los espíritus, reproducimos aquí algunos trechos de la respuesta a esta pregunta:1

69. ¿Hay siempre alguna posibilidad de que el médium recibiera noticias o mensajes de los familiares desencarnados de todos los que lo solicitan?

“Eso sería el caos en las relaciones mediúmnicas. Caos porque todas las personas gustarían de contactar de alguna forma con sus “muertos”, y eso no es posible de modo general e indiscriminado.”

“Hay que tener en cuenta las condiciones en que se encuentran muchos desencarnados.”

“Debemos considerar las posibilidades de comprensión de la familia, que no siempre estuvo atenta a esa realidad irrecorrible de la vida, que es la muerte, [...]. La desesperación y la ansiedad por noticias de sus desencarnados no siempre están respaldadas por las “leyes del mérito.”

“Hay que pensar, aun, en las habilidades mediúmnicas de quien se presenta con el propósito de llevar mensajes de los “muertos”. No todo médium psicofónico o psicógrafo está en buenas condiciones, habilitado incluso, para actuar en ese correo entre los dos mundos, de modo eficiente, visto que esa capacidad de filtrar y expresar los elementos intelectuales, sentimentales y morales de los traspasados, con propriedad, es una especialidad en el área mediúmnica.”

“Son raros los médiuns que registran con exactitud, y poco margen de error, elementos como: nombres y apellidos, jergas usadas en familia o por el grupo de amigos al cual era guiado, peculiaridades del trato con las variadas situaciones de la vida. Eso es porque: [...] para comunicarse, el Espíritu desencarnado se identifica con el Espíritu del médium, esta identificación no se puede verificar sino habiendo, entre uno y otro, simpatía y, si así es lícito decirse, afinidad.”2

“Son muy raros, repetimos, esos ejemplares mediúmnicos.”

Como se observa hay varias razones apuntadas por Camilo, cuestionando este verdadero torrente de cartas consoladoras siendo traídas del más allá por diversos “médiums”. Claro hay trabajadores serios, capacitados, honestos, los cuales a través de disciplinas personales, construidas por estudio serio de las leyes divinas y conductas morales exoneradas, se capacitaron para tanto, siendo así, no pueden ser verdaderos médiums todos estos diciendose en la actualidad “correos” del más allá, no, definitivamente no pueden.

Siendo así, querido lector no profesando la fe espírita, o incluso aquellos que aun no profesa fe alguna, si la pungente tristeza se hiciera presente en sus existencias, si la amargura y la añoranza alcanzaran profundamente sus almas y, de esta forma, no pudieran aceptar o incluso convivir delante de muertes prematuras o inexplicables de sus entes amados, esten seguros que no hay nada demás en buscar las nobles casas imbuídas de este deseo, sin embargo, observen las instituciones serias, en que no haya cualquier mención a la posibles retribuciones por los mensajes recibidos.

Oren, aguarden, y si acaso las condiciones necesarias se hagan presentes, esta ley de Dios permitirá que les sean ofrecidos mensajes de esperanza, aceptación y resignación. Ellos, los llamados “muertos”, seguramente les dirán no haber sido desamparados, mucho menos olvidados, continuando vivos. Y para los agraciados con mensajes del más allá, aprovechen este aumento de misericordia divina y busquen ilustrarse, estudiando las obras escritas por Allan Kardec.

A los espíritas, sugerimos meditar detenidamente sobre los conceptos espíritas, leyendo y releyendo las explicaciones sobre el funcionamiento de la vida ofrecidas por la Doctrina de los Inmortales, a propósito, todos nosotros somos inmortales. Recuerden que el periodo del sueño, abre un pasaje entre los dos mundos y si supiéramos como bien adentrarlo por el hábito continuado de la oración, tengamos la certeza de que los encontraremos para una vez más dividir nuestras alegrías en cuanto no llega también nuestra hora de retornar nuevamente a la vida verdadera.

 

Referências:

TEIXEIRA, Raul. Desafios da mediunidade. Pelo Espírito Camilo. 2ª. ed. 1. reimp. Rio de Janeiro: FRÁTER, 2004. Parte III. q. 69. p.86.

KARDEC, Allan. O livro dos médiuns. Trad. Guillon Ribeiro. 80. ed. 4. reimp. Rio de Janeiro: FEB, 2012. cap. 20, it. 227.

         
 

Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita