Especial

por Orson Peter Carrara

Causa de todos
los male
s

Indicación de un lector de la RIE que, estudiando el libro Visión Espírita de un Abanderado (no 2º Volume), sugirió un abordaje en torno a una frase de Cairbar Schutel. Como se sabe, la obra en cuestión – en dos volúmenes – reúne los editoriales del proprio fundador de la citada revista durante los años que estuvo al frente de la publicación. Lanzada en el año del centenario del periódico O Clarim, en 2005, los preciosos textos ofrecen substancial material de investigación y reflexión.

La frase de Cairbar es: “La ignorancia de las cosas espirituales es la causa de todos los males que afligen a los hombres”.

Realmente, los prejuicios derivados de esa ignorancia, aquella de no saber o no comprender, no asimilar, no estudiar, es la causa mayor de las aflicciones sin cuenta en la sociedad humana.

La ausencia de esa comprensión de una realidad patente, aun no percebida por la mayoría de la población que se debate en dudas, dejándose dominar por posturas egoístas o seducidas por pasiones variadas, ilusorias, han generado los ambientes de agresión, violencia de todo tipo, miseria, corrupción, desespero, guerras e incluso enfermedades, manipulaciones entre bastidores, apegos tontos – inclusive de cargos y posiciones –, ilusiones de posesiones efímeras, disputas interminables de poder, de herencias y de dominios.

Es por la ausencia de una mentalidad renovada y trazada por la noción de la inmortalidad que ocurren las venganzas, las traiciones, los planes criminales, la retención de recursos que podrían ser utilizados en favor de tantas causas o incluso la interrupción o adelantamiento de proyectos que podrían beneficiar a tantos, en todos los segmentos de la sociedad.

Y más grave es que incluso los que se consideran cristianos, y por extensión también los espíritas, cuantas veces somos llevados por ilusiones variadas en disputas de poderes – aunque sin envolver recursos monetarios – o seducidos por autopromoción, por el orgullo y vanidad, destruyendo o impidiendo acciones que resultarían en beneficios variados, dentro y fuera del ambiente de las varias denominaciones religiosas, inclusive la espírita.

La frase en referencia, de Schutel, está en el capítulo “Recapitulando hechos y principios”, datado de la RIE de enero de 1933, incluyendo en el libro en cuestión. Son casi 90 años de la redacción del texto y la ignorancia continua imperando.

Al final, observese:

a)  ¿Qué son las “cosas espirituales”, a que se refirió Cairbar Schutel? Sobre la ignorancia, como dijimos, deriva del no saber incluso, del no pensar en el asunto, de no reflexionar o buscar la realidad estampada claramente. ¿Pero qué son realmente las “cosas espirituales”?

No es difícil concluir, hasta por la propria expresión, que se trata de una realidad más allá de la materia palpable. Que trasciende y puede ser alcanzada por el pensamiento, reflexionando en la realidad de la propria vida, que no se circunscribe a lo que apenas vemos. Hay más de realidad más allá de los sentidos. Y a pesar de las investigaciones científicas, serias y consagradas en esa dirección, ni de ella necesitamos en un primer examen. Basta pensar que no habría lógica ninguna en la vida y sus desafios si todo se resumiese en la realidad fugaz de una existencia, que, por más larga que sea, se concluye materialmente después de determinado tiempo, hasta por la fuerza del agotamiento de los órganos que componen el cuerpo físico.

Mas no es solo eso. La perspectiva que se abre delante de eso es igualmente inmensa, en base a las influencias que se nutren mutuamente, entre la vida material y la espiritual. En vez de inmortales (parece incluso que hasta nos olvidamos de ese detalle), hay una dinámica intensa más allá de la tumba, compuesta de los mismos seres humanos, apenas desprovistos del envoltorio material.

Se incluyen también en esas “cosas espirituales” el valor de los sentimientos, de las vibraciones, de las voluntades, de las memorias, del carácter, de los efectos y desdoblamientos propios que no se pierden porque el ser que alimentaba esos predicados dejó el planeta por el fenómeno biológico de la muerte. Y en la dimensión original intercambia impresiones con los que aun están encarcelados en la carne.

El objetivo aqui no es convencer al lector novato en el asunto. Además, recomiendo ampliar pesquisas con los libros de Allan Kardec. Lo que se busca, en el modesto comentario, es destacar la existencia real de algo más allá de las apariencias y de la fragilidad de la vida material, que va a constituirse en valores o, como escribió el autor, “cosas” espirituales.

Y ahí viene la razón del abordaje e incluso el sentido de la afirmación que generó la presente reflexión:

B)  “(...) causa de todos los males.”

Sí, el desconocimiento (sea por no saber, por no querer saber o incluso no alcanzar exacta comprensión, por comodismo, indiferencia u omisión) de nuestro origen, natureza y destino espiritual, es alimentador de una mentalidad egoísta y orgullosa, que va a generar indiferencia a la solidariedad que nos debemos mutuamente. Va igualmente a generar violencia y falta de respeto – una vez que engañados por la creencia de la vida única, somos llevados a una disputa feroz por la posesión de los apegos variados que vamos a permitirnos e incluso procurar e incentivar –, creando ambientes de tensiones sin fin, causa de guerras y violencia de todo tipo. Es causa inmediata de la miseria que asola poblaciones enteras, justamente por el egoísmo generado en los que podría mover fuerzas y recursos en favor de los que carecen, eliminando desvios de recursos que son utilizados para satisfacción propia. Es también causa de abortos, suicidios, homicidios y otras agresiones, ya que ignorando la natureza inmortal, se pierde la noción de amplitud de la propia vida, que se desdoblará incesantemente en el tiempo y en el espacio. La ignorancia de tal realidad aun alimentará tristeza, dolencias causadas por el acúmulo de vibraciones viciosas o de la falta de perspectivas, sea por el desempleo, por las dificultades de todo orden o hasta incluso por las violencias que se van enfrentando derivada de otras actitudes alimentadas igualmente por la indiferencia con el valor de la vida. Enúmerese los males humanos y se encontrará la causa en la incredulidad, en el egoísmo alimentado e incentivado – que agraba el cuadro – de ahí surgiendo disputas y apegos sin fin. O, en síntesis, en el desconocimiento de aquellas “cosas espirituales”, que, a su vez, están saturadas de recursos en favor del bienestar humano, de la vida saludable, solidaria y compartida – incentivando la conexión con los altos propósitos de la vida.

A los habituados con esas reflexiones, incluso con conocimiento acumulado sobre la vieja cuestión de la inmortalidad, hay dificultades reales en la asimilación interior, debido a las imperfecciones morales que aun nos dominan. Incluso así, es tema permanente a invitarnos a cambiar.

En cuanto a los que ahora toman contacto con tales perspectivas, queremos sugerir con énfasi que busquen (lo que también será de gran utilidad a los habituados a los estudios):

1 – El capítulo 1 de El Libro de los Médiums, con el sugestivo título ¿Hay espíritus?

2 – La Introducción y la Conclusión de El Libro de los Espíritus, sin perjuicio de consultas en toda la obra.

3 – Ítem II de la Introducción de El Evangelio Según el Espiritismo – Autoridad de la Doctrina Espírita – Control Universal de la enseñanza de los Espíritus.

La lectura atenta de esos preciosos textos abrirá un universo inmenso a la comprensión del lector en cuanto a las “cosas espirituales”, entusiasmando al lector para otras pesquisas que amplien el sentido del algo más allá de las apariencias, cuya ignorancia es causa de las aflicciones humanas, pues que sin aquellos valores, que constituyen nuestra propria esencia, perdemos la referencia en los enfrentamientos y en la mejora de nosotros mismos, que será decisiva para la alteración del sufrido panorama humano.

Gratitud al firmante de la RIE, Antonio Andrade, de Taubaté-SP, que sugirió un abordaje a partir de la mencionada afirmación de Schutel. Son esas perlas cogidas en la inmensa cosecha que nos abren perspectivas gigantescas de reflexión.

         
 

Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita