Especial

por Cláudio Bueno da Silva

Pestalozzi, Kardec
y el pensamiento humanitario

En lo que se refiere a las cualidades del espíritu, Allan Kardec tuvo fuerte influencia en la elaboración del Espiritismo. La formación humana y cultural, el buen sentido y racionalidad del codificador favorecerán su perfecta comprensión de las concepciones traídas a la Tierra por el Espíritu de Verdad para el encaminamiento de los problemas humanos y de las cuestiones universales.

Independientemente de la acción decisiva de los Espíritus Superiores proponiendo una doctrina, el genio y la grandeza de Allan Kardec fueron fundamentales para el éxito del relevante trabajo.

Se sabe que Hippolyte Rivail estudió con el célebre educador suizo Henrique Pestalozzi, cuya renombrada escuela dejaba bajo el comando del alumno aplicado y responsable, en las ocasiones en que precisaba ausentarse debido al viaje. En las palabras de André Moreil, uno de los biógrafos de Allan Kardec, la escuela de Yverdun era referencia del universalismo, había fraternidad entre los niños de varias partes del mundo que allí estudiaban con el maestro “severo y suave al mismo tiempo, justo y cariñoso”.

El desprendimiento de Pestalozzi

Teniendo como meta producir una nueva pedagogía, antes incluso de  establecerse en Yverdun, Pestalozzi, en un rasgo de desprendimiento e idealismo, vendió todo lo que poseía y compró tierras en Argóvia (norte de Suiza), fundando allí un instituto para niños pobres y abandonados. Publicó novelas pedagógicas de enorme éxito que lo hicieron recuperar las finanzas. Su nombre, sus ideas y métodos ganaron proyección.

Las convulsiones desencadenadas por la Revolución Francesa provocaron verdadero caos en su país y el gobierno suizo perdió su ayuda en el amparo y educación de ciento cincuenta niños víctimas de miseria y abandono. Más tarde, Pestalozzi destinó el producto de los derechos autoriales de toda su obra pedagógica para la fundación de una nueva escuela para niños pobres, atendiendo, así, al espíritu humanístico que dominó su pensamiento.

Según el profesor y escritor Herculano Pires, Pestalozzi “fue lo que se puede llamar un mártir de la educación. Dedicó su larga vida de ochenta años a transformar la educación en una alavanza, para arrancar al mundo del abismo y elevarlo a los planos de la inteligencia. Cuando estudiamos, hoy, su vida de plena abnegación, de verdadero martirológio, combatido e incomprendido, su pensamiento pedagógico y a su cosmovisión, llegamos inevitablemente a la conclusión de que Pestalozzi no fue apenas el maestro, sino también el precursor y el preparador de Kardec”.

Herramienta de transformación

Fue con ese maestro y sus ejemplos que Rivail pudo contar para su formación de pedagogo. Como Pestalozzi, Rivail también eligió la educación como herramienta transformadora del carácter humano. Durante treinta años se dedicó a la educación de los niños franceses, para, en los últimos quince años de existencia, imprimir la gran obra de su vida – la Doctrina Espírita – el mismo amor y dedicación aplicados en todo lo que realizó.

En la introducción de su primera obra pedagógica, escrita en 1824, el joven Rivail expuso el resumen de los principios generales de la educación pestalozziana: “Toma al niño al salir de las manos de la natureza, para acompañarla en su desenvolvimiento; considera como sus ideas se desenvuelven, estudia sus necesidades y sus facultades; y después de numerosas observaciones, establecer un método que consiste esencialmente en aprovechar las facultades que el niño recibió de la natureza, para proporcionarle un raciocinio sano y acostumbrarlo a poner en orden sus ideas”.

Rivail, en el límite de las fuerzas

A semejanza del maestro Pestalozzi, Rivail promovió de 1835 a 1840, cursos gratuitos de química, física, astronomía y anatomía comparada, muy frecuentados.

Rivail sempre trabajó mucho, practicamente en el límite de sus fuerzas. Todos los días, invariablemente de pie desde las cuatro y media de la mañana, extendía sus funciones hasta altas horas de la noche. Más allá de la contabilidad de tres firmas, que le daba el sustento, escribía gramáticas, aritméticas, libros de altos estudios pedagógicos y aun traducía obras extranjeras y organizaba cursos.

Publicó libros, presentó métodos, planos y proyectos a los diputados, a los gobiernos y las universidades, referentes a la Reforma de la enseñanza francesa. Dedicado para la educación, dice en la introducción de su primera obra que deseaba volverse útil a la juventud y colocarse al servicio de los niños de su país a través de la instrucción pública de calidad. Después, iría a aumentar a esa idea una preocupación fundamental más, la de que se debería dar mayor énfasis a la educación moral, capaz de transformar al niño en ciudadano justo y hombre caritativo.

Trabajador y hermano

Espíritu maduro y preparado por los siglos, Rivail fue convocado por Jesús a trabajar objetivamente por la elevación espiritual de la humanidad. Así, como Allan Kardec, estudió, investigó, hizo experimentos, pensó y escribió mucho, retomando los conocimientos y experiencias milenárias que traía y poniéndose al servicio de la inteligencia y del amor.

Bastante conocido en el medio educacional francés, su proyección creció exponencialmente, en la misma proporción del avance irresistible de las nuevas ideas que los Espíritus le comunicaban. En tiempo alguno cambió su forma de ser y vivir.  

En un momento dado Kardec vio la necesidad de sentir de cerca el pulso de los hermanos espíritas esparcidos por toda Francia. Hizo entonces varios viajes. Son célebres sus discursos proferidos en esos viajes de propaganda del Espiritismo. En septiembre de 1860 visitando Lyon, su ciudad natal, fue recebido por el jefe de oficinas Dijou y su esposa, responsables por un centro espírita allí existente. Kardec lo saludó, cogiendo con las suyas las manos callosas del trabajador, a quien llamó “hermano”. Ese fue, posiblemente, el primer encuentro de dirigentes espíritas de la Historia.

Volviendo allá un año después, constató los progresos de la Doctrina en todas las clases sociales, más principalmente en la clase trabajadora. Se sorprendió con el aumento rápido y considerable de adeptos y comentó: “Eso no es de admirar: siendo esa clase la que más sufre, se vuelve para el lado que le ofrece mayor consuelo”.

Kardec expuso, así, el fuerte compromiso del Espiritismo con los pobres y desasistidos del mundo, que es el mismo compromiso que reguló la predicación y los ejemplos de Jesús. Y después recoger excelentes impresiones de la dedicación y transformación moral de aquella gente, afirmó: “Lo que vimos con  nuestros propios ojos y de tal modo característico y encierra enseñanza tan grande, que creemos deber consagrar a los trabajadores la mayor parte de nuestro relato”.

Pequeñas acciones valerosas

Bien lejos de ser lo que hoy llamaríamos como un activista social, Allan Kardec siempre tuvo, no obstante, el pensamiento volcado para los desfavorecidos, y mostraba preocupación constante con las injusticias causadas por los vicios morales humanos, principalmente el egoísmo y el orgullo, causas de las miserias del hombre. Sus innumerables pequeñas acciones revelan total coherencia y equilibrio entre el pensar y el obrar.

Allan Kardec pudo, en esos viajes, recibir demostraciones entusiastas de acogimiento y respeto por parte de los trabajadores simples, en su mayoría, que lo identificaban como la mayor autoridad en el Espiritismo. Aunque la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas tuviese una Caja para atender a la despensas, las varias incursiones de Kardec por decenas de ciudades siempre fueron costeadas con sus proprios recursos. Autoridad en Espiritismo. Aunque la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas tuviese una Caja para atender a las despensas, las varias incursiones de Kardec por decenas de ciudades siempre fueron costeadas con sus proprios recursos.

Bien informado y solidario, los dramas sociales no le escapaban. Organizó colectas en beneficio de los desempleados y de las víctimas de flagelos. Tomando conocimiento de un incendio en la ciudad de Limoges, contribuyó para la subscricción a favor de las víctimas. En viajes a Bordeox, Tours y Orleans, compareció a las sesiones consagradas especialmente al tratamiento de los enfermos. Se mostró contrariado con la actitud racista de una pequeña comunidad de New York, que promovió el linchamiento de un negro acusado de atentado al pudor contra una joven blanca. Kardec pidió instrucciones a los Espíritus y publicó el caso en la Revista Espírita de enero de 1863. Hizo distribuciones gratuitas de sus libros a personas que no podían pagar. Planeó construir algunas casitas en un área de la villa Ségur que compró tiempo atrás, donde pensava recogerse y acomodar a algunos espíritas sin recursos.

Caridad bajo el velo de la discreción

Hay historias poco conocidas sobre Allan Kardec que hablan de su vida privada y de las acciones generosas que él, como espírita, procuraba manter bajo el velo de la discreción.

Alexandre Delanne, que convivió intimamente con el maestro por más de doce años, tuvo la oportunidad de asistir a numerosas demostraciones de su corazón sensible y benevolente. Cuenta él que, recibiendo la visita de un amigo, o Sr. P..., fueron juntos a la villa Ségur para visitar a Kardec. Durante la conversaciones, el Sr. P... les habló sobre las extremas dificultades por la que pasaba un conterráneo suyo. Hombre de edad avanzada, sufría privaciones de todo orden, sin con todo lamentarse, ni siquiera encorajarse a pedir auxilio. Al contrario, aprendió a resignarse y a confiar en la Providencia Divina, gracias a un folleto espírita que leyó y lo hizo reflexionar.

Después de reparar que los ojos de Kardec estaban llenos de lágrimas, Delanne vio al maestro tomar algunas monedas de oro y recomendar que las hiciera llegar al hermano espírita, juntamente con varias obras de carácter instrutivo que iría a separar para la donación.

Hay otro caso, de entre varios contados por Delanne, en el cual la intervención de Allan Kardec fue providencial. Un hombre sin recursos fue violentamente expulsado de su casa y lanzado a la calle con mujer e hijos. En una conversación, Delanne puso a Kardec a la par de la situación miserable de la familia. Delante de la exposición, sin nada preguntar, el maestro juntó recursos suficientes para sacarla de la miseria, e hizo de Delanne el portador. Esa caridad de Allan Kardec evitó una tragedia, pues, se supo después, que el grupo planeaba un suicidio, caso no llegase auxilio inmediato de alguna parte.

Amor universal

Es curioso notar, y no podía ser diferente, como las grandes figuras vocacionales para la educación del ser humano son desprendidas, generosas y altruistas. Y como si el amor que les llena el alma les impusiese el compromiso solidario de desenvolver el amor en el plano universal.

En cierta ocasión, el Espíritu de Verdad hizo recordar a Allan Kardec: “Para agradar a Dios, es necesario, en primer lugar, ser humilde, modesto y desinteresado, pues Dios rebaja a los orgullosos y los presumidos” (...). Conociendo la vida y la obra de ese misionero se tiene la certeza de que él comprendió y cumplió con rectitud esa instrucción.

La historia de ese educador del espíritu estuvo toda volcada para los más altos valores que deben guiar la vida de un hombre de bien. Conocer su obra es demás importante para todos, independentemente de la creencia que se tenga. Siempre que hay oportunidad, en mis escritos, indico a las personas que lean los libros de Allan Kardec. Quien pudiera acatar mi sugestión, posiblemente no se acordará de mi nombre en el futuro, más se felicitarán por la decisión de haber buscado a tiempo conocimiento espiritual en fuente tan pura y segura.


Fontes consultadas:

Viagem Espírita em 1862, Allan Kardec, Casa Editora O Clarim.

Obras Póstumas, Allan Kardec, Lake.

Revista Espírita, Allan Kardec, janeiro de 1863, EDICEL.

Revista Reformador, março de 1991, FEB.

Vida e Obra de Allan Kardec, André Moreil, EDICEL.

            
Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita