Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 
Tema: Perdón


El prestamista 
piadoso


Hace mucho tiempo, en una pequeña ciudad, un hombre llamado Jonás caminaba apresurado por la calle. Preocupado, pensaba en cómo conseguir dinero. Le debía mil monedas al rey.

De repente, Jonás avistó a Lino, una persona conocida que le debía diez monedas. Jonás le había prestado esa cantidad cuando sus negocios todavía iban bien. Lino, sin embargo, siempre con muchas necesidades financieras, no había logrado pagar la deuda, aunque hubiese querido hacerlo.

A Jonás nunca le había importado, pero ahora él realmente lo necesitaba. Por eso, fue corriendo al encuentro de Lino, para preguntarle sobre el dinero. Pero Lino no tenía cómo pagarle.

- Piedad, Jonás – le dijo. – Ten paciencia conmigo, que soy pobre y estoy enfermo. Voy a pagarte todo lo que te debo. Al final del día tendré tu dinero – prometió Lino.

Jonás se compadeció y lo dejó ir. Sin embargo, algunas horas después de lo ocurrido, Jonás fue buscado por los empleados del rey y llevado a su presencia.

El rey, entonces, le cobró la deuda. El plazo para el pago se había agotado y él quería que le devuelvan las mil monedas que se le debían.

- ¡Piedad, señor! ¡Tuve muchas pérdidas! No tengo todavía el dinero, pero le voy a pagar todo lo que le debo si me concede más tiempo – pidió Jonás.

El rey, sin embargo, no aceptó la propuesta. Mandó que sus empleados dejaran a Jonás en la cárcel hasta que su familia vendiera sus pertenencias y le entregaran las mil monedas que él le debía.

Jonás era un hombre bueno y honesto. Nunca había pensado que eso podría sucederle. Lloró de tristeza, pero tuvo que conformarse.

Los empleados del rey, sujetándolo por los brazos, fueron llevándolo por la calle hasta la cárcel.

En el camino, Lino, que estaba buscando conseguir trabajo extra para ganar las diez monedas, vio a Jonás y preguntó a los que lo llevaban:

- ¿Qué pasó? Este hombre es muy bueno. ¿Por qué lo tratan como criminal?

Fue el mismo Jonás quien respondió:

- Lino, amigo mío, debo mucho dinero al rey. Ese fue el motivo por el que te había cobrado las diez monedas hoy, cuando nos encontramos. Voy preso por culpa de mi deuda. Pero quiero que tú sigas tu vida en paz. Olvida las monedas que me debes, ya no necesitas pagarme.

Lino agradeció su bondad, y Jonás fue preso por las órdenes del rey.

Al día siguiente, sin embargo, Jonás tuvo una gran sorpresa. Los empleados fueron a buscarlo. Fue llevado nuevamente ante la presencia del rey, que dijo:

- Jonás, mis servidores me contaron lo que pasó ayer, en la calle, cuando te llevaban a la cárcel. Si fuiste capaz de perdonar la deuda de alguien que te debía, también mereces que tu deuda sea perdonada. No me debes nada a partir de ahora. ¡Eres libre! Vuelve con tu familia y vive tu vida en paz.

Jonás cayó de rodillas. Entre lágrimas, agradeció al rey que lo perdonó.

Saliendo del castillo, ya en la calle, Jonás miró hacia el cielo y agradeció también a Dios. Su Ley de Justicia es precisa y nunca falla.

 

Texto inspirado en la Parábola del Prestamista Incompasivo.
 

  

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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