Especial

por Rogério Coelho

¡Las ideas espíritas-cristianas progresan!...

 

El Espiritismo apela al raciocinio y no a una creencia ciega


"(...) Fuera demasiado presumir de la naturaleza humana suponer que ella pueda transformarse de súbito, por efecto de las ideas espíritas". (L.  Conclusiones, VII, 3.)


Cuando la humanidad se encuentra suficientemente madura para enseñorearse de las verdades eternas, Dios envía a sus emisarios para arrojar luz en las tinieblas de la ignorancia. Así, cuando llega el momento de efectuar una nueva revelación, no surge de súbito, de la noche a la mañana, pues una luz muy intensa ofusca en lugar de iluminar. Primero surgen suaves destellos aquí y allá que se van incorporando a lo largo del tiempo y finalmente llega una criatura enviada por Dios para reunir los elementos esparcidos y coserlos en un todo lógico y homogéneo.

Fácil es comprender, por lo tanto, la rápida propagación de las ideas espíritas, ya que en pocos años conquistaron miles de adeptos en prácticamente todos los niveles de las clases sociales en todo el mundo... Esto se debió no sólo a una simpatía superficial, sino al modo claro por el cual Kardec exponía su contenido doctrinario todo basado en los más rigurosos preceptos científicos, utilizando el método experimental. El Maestro Lionés no se perdió en los laberintos de una metafísica complicada y los textos quedaron sencillos, permitiendo una lectura sin cansancio y con creciente interés en todo desvelar.

Según los nobles Espíritus que trabajaron en la fe de la Codificación Espírita "(...) diversos son los efectos producidos en la mente de la criatura por las ideas espíritas: que desarrollan el sentimiento religioso, de la resignación en las vicisitudes de la vida y estimula en el hombre la indulgencia hacia los defectos ajenos, además de incentivar el acto de perdonar... "

Kardec afirma:1 "(...) Las ideas espiritistas progresan... Se diría que están en el aire, y ciertamente no es al bombo de la prensa periódica, pequeña o grande, que ellas son deudoras. Si progresan a pesar de todo, incluso de la mala voluntad que se encuentra en ciertas regiones, es porque ellas poseen bastante vitalidad para bastarse a sí mismas. Aquel que se da el trabajo de profundizar esta cuestión del Espiritismo, en el encuentra la satisfacción moral tan grande, la solución de tantos problemas de los que en vano pidió la explicación a las teorías vulgares; el futuro se abre ante el de un modo tan claro, tan preciso, tan LÓGICO, que se dice, en efecto, que es imposible que las cosas no pasen así, y que admira no si las han comprendido más pronto; que un sentimiento íntimo le decía que debía estar ahí; la ciencia Espírita, desarrollada, no hace otra cosa que formular, sacar de la niebla las ideas ya existentes en su fuero interior; desde entonces el futuro tiene, para él, un objetivo claro, preciso, limpiamente definido; no camina más en el vacío, ve su camino; no es más ese futuro de felicidad o de infelicidad que la razón no podía comprender, y que por eso mismo él repelía; es un futuro racional, conforme a las propias leyes de la Naturaleza, pudiendo soportar el examen más severo; por lo que es feliz, y como aliviado de un peso inmenso: el de la incertidumbre, porque la incertidumbre es un tormento. El hombre, a pesar de sí, sondea las profundidades del futuro, y no puede impedir verlo eterno, lo compara con la brevedad y la fragilidad de la existencia terrestre. Si el futuro no le ofrece ninguna certeza, se guarnece, se curva sobre el presente, y para hacerlo más soportable, nada le importa; será en vano que su conciencia le hable del bien y del mal, se dice: el bien es lo que me hace feliz. ¿Qué motivo tendría, en efecto, en ver el bien en otras partes? ¿Por qué soportar privaciones? Él quiere ser feliz, y para ser feliz, quiere gozar; gozar de lo que los otros poseen; el oro, mucho oro; él lo tiene como su vida, porque el oro es el vehículo de todos los gozos materiales; ¡¿qué le importa el bienestar de su semejante?! Si ante todo; él quiere satisfacerse en el presente, no sabiendo si podrá más tarde, en un futuro en que no cree; se vuelve, pues, ávido, celoso, egoísta, y, con todos esos gozos, no es feliz, porque el presente le parece muy corto.

Con la certeza del futuro, todo cambia de aspecto para él; el presente no es sino efímero, él lo ve escaparse sin pesar; es menos ávido de los gozos terrestres, porque éstos no le dan sino una sensación pasajera, fugitiva, que deja el vacío en su corazón; aspira a una felicidad más durable y, en consecuencia, más real; ¿y donde podrá encontrarla, si eso no está en el futuro? El Espiritismo, mostrándole, probándole ese futuro, librándolo de él. El suplicio de la incertidumbre, he aquí porque se hace feliz; y, lo que trae felicidad, encuentra siempre partidarios.

Los adversarios del Espiritismo atribuyen su rápida propagación a una fiebre supersticiosa que se apodera de la humanidad, el amor a lo maravilloso; pero es necesario, ante todo, ser lógico; aceptaremos su raciocinio, si se puede llamar a eso raciocinio, cuando claramente explican por qué esa fiebre alcanza precisamente las clases esclarecidas de la sociedad, antes que las clases ignorantes. En cuanto a nosotros, decimos que es porque el Espiritismo apela al raciocinio y no a una creencia ciega, que las clases esclarecidas examinan, reflejan y comprenden; las ideas supersticiosas no soportan el examen.

Por lo demás, todos vosotros que combatís el Espiritismo, ¿lo comprendéis? ¿Vosotros lo habéis estudiado, lo examinasteis en sus detalles, pesando maduramente todas sus consecuencias? ¡No, mil veces no! Habláis de una cosa que no conocéis; todas vuestras críticas, no hablo de las tontas, desagradables y groseras diatribas, desprovistas de todo raciocinio y que no tienen ningún valor, hablo de aquellas que tienen por lo menos la apariencia de lo serio; todas vuestras críticas, digo yo, acusan la más completa ignorancia de la cosa.

Para criticar es necesario oponer un raciocinio a un razonamiento, una prueba a una prueba; ¿es posible sin conocimiento profundo del asunto del que se trata? Qué pensarías de aquel que pretendiera criticar un cuadro sin poseer, al menos en teoría, las reglas del dibujo y de la pintura; ¿discutir el mérito de una ópera sin saber absolutamente nada de música? ¿Sabéis cuál es la consecuencia de una crítica ignorante? Es ser ridículo y acusar una falta de juicio. Cuanto más la posición crítica es elevada, más está en evidencia, tanto más su interés le manda circunspección, para no exponerse a recibir desmentidos, siempre fáciles a dar a quien hable de lo que no conozca. Y por que los ataques contra el Espiritismo tienen tan poca importancia, y favorecen su desarrollo en lugar de detenerlo. Estos ataques son de propaganda; provocando el examen, (y el examen no puede sino sernos favorable), porque nos dirigimos a la razón. No hay uno de los artículos publicados contra esta Doctrina que no haya traído un aumento de abonados y que no haya hecho vender obras. Pero volvamos a las cosas menos materiales. Mientras no opusieran al Espiritismo sino argumentos de esa naturaleza, no tendrá nada que temer.

Repetimos que la fuente principal del progreso de las ideas Espíritas está en la satisfacción que ella proporciona a todos aquellos que las profundizan, y que en ellas ven otra cosa no un fútil pasatiempo; como se quiere ser feliz antes de

todo, no es de extrañar que se aferre a una idea que haga feliz. Hemos dicho en alguna parte que, en el caso del Espiritismo, el período de curiosidad ya pasó, y que el del raciocinio y el de la filosofía le sucedieron. La curiosidad no tiene sino un tiempo: una vez satisfecha, se le cambia el objeto para pasar a otro; y no ocurre lo mismo con aquel que se dirige al pensamiento serio y al juicio. El Espiritismo ha, sobre todo progresado después de que fue mejor comprendido en su esencia íntima, después de que se vio su importancia, porque toca la cuerda más sensible del hombre: la de su felicidad, incluso en este mundo; es la causa de su propagación, el secreto de la fuerza que lo hará triunfar. Vosotros que lo atacáis, ¿queréis, pues, un medio seguro de combatirlo con éxito? Le voy a indicar: sustituirlo por una cosa mejor; encuentra una solución MÁS LÓGICA para todas las preguntas que él resuelve; le da al hombre OTRA CERTEZA que lo haga más feliz, y entienda bien la importancia de esa palabra certeza, porque el hombre no acepta como cierto lo que no le parezca lógico; no os contestéis en no decir que eso no es. Lo que es muy fácil; no por una negación, sino por hechos, que eso no es, jamás fue y NO PUEDE SER; en el sentido de que las consecuencias del Espiritismo no son las de hacer a los hombres mejores por la práctica de la más pura moral evangélica, moral que se alaba mucho, pero que se practica tan poco. Cuando lo hayas hecho, seré el primero en inclinarme ante vosotros. Hasta entonces, permítanme considerar vuestras doctrinas, que son la negación de todo futuro, como la fuente del egoísmo, gusano roedor de la sociedad, y, por consiguiente, como un verdadero flagelo.

Sí, el Espiritismo es fuerte, más fuerte que vosotros, porque se apoya sobre las propias bases de la religión: Dios, el alma, las penas y las recompensas futuras basadas en el bien y en el mal que se ha hecho, os apoyan sobre la incredulidad: invita a los hombres a la felicidad, a la esperanza, a la verdadera fraternidad; vosotros les ofrecían la NADA por perspectiva y el EGOÍSMO por consuelo: él explica todo, vosotros no explicáis nada; él prueba por los hechos, y vosotros no probáis nada; ¡¿como queréis que se oscile entre las dos doctrinas?!

En resumen, constatamos, y cada uno lo ve y lo siente como nosotros, que el Espiritismo ha dado un paso inmenso durante el año que acaba de pasar, y ese paso es la garantía de lo que no puede dejar de hacer durante el año que

comienza; no sólo el número de sus partidarios está considerablemente aumentado, más ha operado un cambio notable en la opinión general, incluso entre los indiferentes; se dice que en el fondo de todo esto podría bien haber alguna cosa; que no es necesario apresurarse en juzgar; los que, a ese título, alzaban los hombros, empiezan a temer el ridículo por sí mismos, ligando su nombre a un juicio precipitado, que puede recibir un desmentido; prefieren pues callarse y esperar. Sin duda, habrá por mucho tiempo, personas que, nada teniendo que perder en la opinión de la posteridad, procurarán denigrarlo, pero eso no lo debilita de modo ninguno, porque en el fondo de estos ataques se ve un vacío absoluto de raciocinio. El arma del ridículo, esa arma que se dice tan terrible, se debilita, evidentemente, y cae de las manos de aquellos mismos que la sostenían; ¿perdió, pues, ella su poder? No más con la condición de no dar más sus golpes en falso. El ridículo no perjudica sino el que es ridículo en sí y de serio no tiene sino la apariencia, porque él fustiga al hipócrita y arranca su máscara; pero el que es verdaderamente serio no puede de él recibir sino golpes pasajeros y sale siempre triunfante de la lucha. Ved si una sola de las grandes ideas que fueron afectadas en su origen por la turba ignorante y celosa cayó para no ¡más levantarse! El Espiritismo es una de las mayores ideas, porque Él toca la cuestión más vital: la de la felicidad del hombre, y no se juega impunemente con semejante cuestión; es fuerte, porque tiene sus raíces en las propias leyes de la Naturaleza, y responde a sus enemigos haciendo desde su inicio la vuelta al mundo.

Todavía hace algunos años sus detractores imposibilitados de combatirlo por el raciocinio, se encontrarán de tal modo desbordados por la opinión, de tal modo aislados, que será forzoso para ellos o callarse, o abrir los ojos a la luz”.

 

[1] - KARDEC, Allan. Revue Spirite. Janeiro de 1860. Araras: IDE, 1993. p. 2 a 5.

             
Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita