Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 
Tema: Amor 


Los retoños


Yo era pequeña todavía cuando un nuevo bebé llegó a nuestra casa. Verdaderamente debía alegrarme con el hermanito, pero los cuidados y atenciones con que nuestros padres le rodeaban me llenaron de celos, y muchas veces lloraba al pensar que había perdido el viejo cariño.

El abuelo cultivaba una huerta al fondo de nuestra casa. Un cierto día en el que yo estaba mucho más envenenada de los celos que nunca, él me llamó. Fui a ver qué quería.

Él estaba de cuclillas junto a un cantero donde sembraba lechuga. Los retoños, de un verde muy tierno, brillaban a la luz de esa mañana limpia y tranquila.

El abuelo, enfocado en el trabajo de separar, delicadamente, los retoños, no parecía haberse dado cuenta de mi emoción.

Él me dijo:

- ¡Presta atención! Estoy separando los retoños y, después, iré a plantarla en el lugar correcto. Sabes, hija, el cariño es como la lechuga: necesita ser dividida para crecer mejor. Cuando yo era de tu edad me agradaba mi mamá. Era un joven y, un día, conocí a una joven, me casé con ella y tuvimos un hijito. Después vino otro y otro. Pero cada uno que llegaba no sacaba ni un poco del otro. El amor es una cosa muy curiosa, cuanto más dividido, crece más y se vuelve más fuerte. Tu papá y tu mamá están ocupadísimos con el bebé porque es pequeñísimo, frágil y desamparado. Pero puedes creer que el amor que tenían por ti todavía se volvió más grande…

A medida que yo veía los pies de lechuga creciendo, bellos y exuberantes, una nueva alegría nació en mi corazoncito celoso.

El cariño de papá y mamá, dividido, crecía también, cada día, como esa planta que necesitaba ser dividida para que un retoño no sofocara a otra.

Muchas veces, después de eso, cuando me perturbaba el deseo de ser exclusiva, el cantero del abuelo parecía retratar mi mente, dándome una nueva perspectiva de paz y serenidad.

Cuanto más dividido, pero más fuerte y profundo se vuelve el amor. Nunca pude olvidarme de eso…


Texto de Wallace Leal V. Rodrigues, del libro “Y Para el resto de la vida…”

  

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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