Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 
Tema: Bondad


La mejor elección


Érase una vez un niño pobre. No tenía padre y su madre trabajaba mucho como lavandera para sostener a la familia. Él era un niño muy bueno.

Le gustaba jugar fútbol y, como no tenían dinero para comprar una pelota, su mamá le hizo una de trapo utilizando medias viejas.

El niño tenía una hermanita con muchos problemas de salud. Ella no caminaba, solo permanecía en cama o en la silla de ruedas. A pesar de eso, la niña era alegre y adoraba conversar con su hermano.

Un día, el niño tuvo una idea para ayudar a su madre. Empezó a trabajar como limpiabotas. Cuando llegaba del colegio, almorzaba, se cambiaba el uniforme, cogía su material e iba a la calle a limpiar los zapatos de los señores que pasaban.

Él acostumbraba a buscar calles con mucho movimiento para conseguir varios clientes. En una de ellas, había una tienda de juguetes. Cuando pasaba por ahí, el niño se quedaba mirando por la vitrina una linda pelota de cuero. Soñaba con poder comprarla un día y jugar fútbol con una pelota de verdad.

Por ser educado y esmerado, los clientes quedaban muy contentos y muchas veces le daban unas monedas de más. Con eso, el niño, que siempre entregaba todo el dinero de su trabajo a su madre, comenzó también a guardar sus propinas para un día comprar su tan deseada pelota.

Finalmente, llegó el día en que contó sus monedas y vio que ya tenía lo suficiente. Muy contento, el niño fue hacia la tienda de juguetes. Nunca había entrado ahí antes. Solo acostumbraba a mirar por la vitrina. Entrando en la tienda, quedó encantado.

Tanto admiraba los juguetes, que un vendedor desconfió. Creyendo que el niño no tenía dinero para comprar, pensó que quería robar algo. Quiso lanzarlo fuera de la tienda. Pero el niño, rápidamente, mostró sus monedas y señaló la pelota que quería comprar.

El vendedor contó el dinero y vio que era exactamente el precio indicado. Cogió la pelota y fue hasta el mostrador para hacer el paquete.

El niño estaba feliz, pues había hecho realidad su sueño. En medio de su alegría, se acordó de la pelota de medias, de su madre y de su hermana. Fue entonces que surgió un pensamiento inesperado.

- Espero un momento, señor – dijo - ¡creo que ya no voy a llevar la pelota!

El vendedor dejó de empaquetar y esperó, mientras que el niño le explicaba:

- Tengo una hermana, que probablemente nunca vendrá a esta tienda y nunca verá estos juguetes maravillosos. Quiero que ella conozca por lo menos uno de ellos, que es esa linda muñeca. Además, no quiero tirar la pelota que mi madre hizo para mí. Ya estoy acostumbrado a ella.

El vendedor, entonces, cambió la pelota por la muñeca y la empacó con un lindo lazo.

Llegando a casa, el niño corrió al cuarto de su hermanita y anunció:

- ¡Tengo algo para ti!

La niña vio con ojos muy abiertos el paquete que su hermano dejó en su regazo. Con la mayor rapidez que podía, abrió el regalo y quedó encantada con la niña muñeca que encontró. La madre fue a ver lo que estaba pasando. Quedó emocionada con la alegría de la hija y con la bondad del hijo. El niño sentía en su corazón que había hecho la elección correcta al coger la muñeca. Pero no imaginaba que la felicidad de la hermana lo dejaría muy feliz también.

 

Texto adaptado de una historia contada por el Sr. Hugo Gonçalves, el Paizinho, de Cambé (PR).



Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com
 

 


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