Especial

por Jorge Leite de Oliveira

Unamosno en el bien...

Existe una frase, muy repetida, que ha sido cuestionada últimamente: “Nadie es insustituible”. ¿Será? ¿Quién sustituyó a Beethoven, que incluso sordo, compuso sinfonías inmortales? ¿Quién sustituyó a Victor Hugo, poeta francés que, al desencarnar, atrajo multitud jamás vista, en Francia, en un velatorio, como fue el suyo? ¿Quién sustituyó a Chico Xavier, uno de los mayores médiums de todos los tiempos, cuya muerte provocó la conmoción de millones de personas? ¿Quién me sustituye a mí o a usted, lector amigo, en nuestro esfuerzo ascensional, cuyo éxito depende de nuestra voluntad y esfuerzo?

No obstante, para quien defiende la idea de que rey muerto, rey puesto”, para los inconformados en no ser ellos mismos los personajes de destaque, en cualquier actividad de liderazgo, nada mejor que la crítica con el objetivo de revelar los puntos flacos de quien está al frente de un trabajo. Nos parece que haya personas que, en la administración de una institución pública o privado, avanzando un paso al frente, pero luego son substituidas por otras que las retroceder dos pasos. Un paso al frente, dos pasos atrás; uno al frente, dos atrás... ¿Dónde iríamos a parar si eso continuase de ese modo? En la era de los dinosaurios y, consecuentemente, extinguidos.

Felizmente, no siempre los que dan un paso al frente son sustituidos por los que  dan dos pasos atrás. Hay mucha más gente buena, en el mundo, que la gente mala. Además, los Espíritus Superiores nos dicen que nadie pasa por el escalafón del mal para evolucionar, pero sí, por la ignorancia (pregunta 120 de El Libro de los espíritus). Cuando alguien perjudica a otro, también se perjudica. Sufriendo las consecuencias de su conducta errada, si es inteligente, comienza a reflexionar, y, de ese modo, percibe que la ley de acción y reacción no puede ser burlada por ninguno de nosotros. Pero, si los malos sufren de forma justa, ¿por qué los buenos sufren también? Porque estos igualmente ya fueron malos, en épocas pasadas, y no fueron alcanzados por las leyes humanas, en sus actitudes contrarias a la Ley Divina. De otro modo, Dios no sería justo al hacer sufrir tanto a los buenos como a los malos que aun ignoran su ley principal, de la cual derivan todas las demás: la Ley del Amor.

Hay una diferencia capital entre el sufrimiento de los buenos y de los malos. Estos sufren de forma rebelde, blasfeman, rugen, insultan etc. y cuanto más patalean, más sufren. Ya aquellos nos dan ejemplos sublimes de resignación, de blandura y de sumisión a la Voluntad Divina. El sufrimiento de quien ahora es bueno, aunque aparentemente sea un sufrimiento injusto, nos da verdadera lección de cómo obrar ante la corrección paterna, pues, como dice Jesús, todos somos hijos de Dios, que es Amor. Por eso mismo, el dolor del bueno es fuente de depuración; la del malo, motivo de desesperación y revuelta, pues si aquel es altruísta, este es egocéntrico.

Es impresionante, no obstante, el modo distinto de como la Humanidad enaltece a los hechos de los buenos, como a la de los malos. Y, más impresionante, aun, las acciones de estos, aunque sean minoría, llaman más la atención que la de aquellos. Si ponemos la televisión en cuatro o cinco canales, en especial en el horario de las noticias de los periódicos, lo que más se habla es de desastres, crímenes y accidentes. Entre tanto, aun es poco el destaque de los medios a algunos millones de acontecimientos cotidianos en residencias, locales de placer o de trabajo que son pautados por el respeto, solidaridad y amor al prójimo.

Ese destaque mayor al mal deriva de nuestra naturaleza aun simple e ignorante. Hoy en día, hasta el fútbol, un deporte solidario, que tiene la participación de once atletas de cada lado, lleva a algunas personas a un desvario irracional, cuando perciben que su equipo perdió. Aun no aprendieron con nuestros hermanos japoneses, que valoran tanto el esfuerzo de cada lado competidor como la victoria de uno de ellos.

En la época del Imperio Romano, los deportes violentos podían llevar a la muerte al adversario derrotado. Dicen que el Emperador Nerón, cuando asistía a un combate, si hacía señal con su pulgar para abajo, deseaba que el vencedor matase al vencido, si el dedo estaba para arriba, era para quitar la vida del perdedor.

Entre tanto, hoy, millones de personas buenas, apreciado lector, nacen, viven parcamente y, si fueran pesados sus actos en la balanza, prevalece el bien que hicieron en la Tierra. No conquistan fama y dinero, en el mundo, más a donde van llevan vida y alegría. No todas esas personas son religiosas, pero la mayoría es incapaz de cometer un acto de crueldad, sin que se sienta tremendamente apenada e intente corregirlo, de algún modo, contraponiendo el bien al mal. Es eso que el apóstol Pedro afirma: “El amor cubre la múltitud de los pecados” (I Pedro, 4:8)

Estamos aproximándonos al tiempo en que el bien tendrá más resalte en los medios. Todavia, nuestros niños y jóvenes han sido bombardeados con destaque al mal. Crímenes diverso, corrupción, consumo de drogas, desequilibrios sexuales, como si nada de eso trajese, más pronto o más tarde, consecuencias dañinas, no solamente al cuerpo físico, sino también al espíritu. Aun así, la mayoría opta por el bien.

A los que se adhieren al mal, no es de admirar que crezcan juzgando que vivimos en un mundo de fingir. Fingir que soy honesto, pero estoy con el ojo en sus bienes; fingir que voy a combatir a los corruptos, con todo, siempre voy a  corromper a alguien; fingir que soy fiel, entre tanto, vivo traicionando a las  personas con quien convivo; fingir que creo en la Buena-Nueva del Cristo, pero, para mí, entre tanto, es sólo un intento de los malos en retardar la evolución natural del bien, Ley Divina primordial.

A los simples el “fingir” no tiene sentido. Por eso dice Jesús que de ellos es “el Reino de los Cielos”. Al preguntar a millones de almas buenas si, incluso pasando hambre, piensan en robar a  alguien, ellas dirán que no, pues no ponen su felicidad en la Tierra, y, sí en los Cielos. Sin embargo vivan en el, hacen del lodo un lindo castillo y en el viven armoniosa y solidariamente.

Un número incalculable de niños sufridos, huérfanos, o de familias muy pobres, en su mayoría, precisan cambiar los juegos por el trabajo. Y la lucha por la sobrevivencia los vuelven fraternos, con sus amiguitos, la mayoría de esos niños.    

Millones de trabajadores rurales, operarios mal remunerados, sirvientes basan  su vida por la honestidad y, por tanto, jamás causan prejuicios a sus patrones, aunque estos no siempre sean generosos. La mayoría de las sirvientes domésticas jamás hurtó un sólo botón de la casa de sus patrones.

Es incontable el número de personas pobres, enfermas, sin acceso a un buen tratamiento médico que, ni por eso, están rebeldes con el Señor. Muchas de ellas, aunque nada tengan de material, donan una palabra de esperanza, una alerta, un abrazo solidario al prójimo, también necesitado de casi todo. Para ellas, nada hay de mejor que vivir bien con la propia conciencia, donde reside la Ley de Dios. Ellas saben, intuitivamente, que vale la pena esperar, resistir y trabajar, pues, siendo el Padre Justo y Amoroso, Dios no excluye a ninguno de sus hijos.

Imagine, entonces, amigo lector, cuánto mejor será la vida en la Tierra, cuando los periódicos, las Televisiones, las revistas, los libros y el internet invirtieran el procedimiento corriente de resalte del mal y pasen a enfatizar el bien. Principalmente, cuando las desigualdades sociales fueran corregidas y las escuelas ofrecieran una educación primorosa, el Reino de Dios estará implantado en la Tierra, y el Cristo quedará, para siempre, en cada uno de nosotros, como dice Pablo que ya estaba con él (Gálata, 2:20).

Siendo la caridad nuestra principal vía de felicidad, proponiéndonos reflexionar sobre ella y poniéndola en práctica en todos los días de nuestra vida, esforzándonos en hacerlo, aunque estemos muy lejos de considerarnos “hombres de bien”, en los moldes presentados por Kardec (2017, cap. XVII, it. 3). Comencemos por esforzarnos en ser siempre buenos y sólo tendremos Espíritus buenos a nuestro lado, como dice ese Codificador del Espiritismo (2009, cap. IX, p. 224).

Todo lo que nos ocurre es reflejo de nosotros mismos, y el cuerpo es la tela donde se proyectan nuestras emociones. Todos nuestros sentimientos negativos son fijados en nuestro cuerpo somático en forma de dolencias. Cuando sentimos rabia, amargura, disgusto, resentimiento o infelicidad, por mucho tiempo, damos vaza a las más graves dolencias.

Nuestro cerebro posee dos hemisférios: izquierdo y derecho. Es necesario tener un equilibrio entre esos hemisférios, para tener una vida sana. Según Cairo (1999), la “ley de causa y efecto) ha sido “investigada y comprobada” en todo el mundo. La felicidad es consecuencia de la armonía de nuestra alma, “en cualquier situación” que nos encontremos. Así, ordenamos abajo las cualidades de esos hemisférios, de acuerdo con esa otra.

 

  Hemisferio izquierdo

 

Análisis

   Hemisferioderecho

 

Sintesi

Cautela

Aventura

Escepticismo

Receptividad

Detalle

Amplio

Cerrado

Abierto

Intelectual

Emocional

Lenguaje

Meditación

Lógico

Artístico

Mecánico

Creativo

Memoria

Espacial

Negro y blanco

Colorido

Repetición

Nuevoscaminos

Sustancia

Esencia

Verbalización

Intuición

 

Si percibimos que una de estas cualidades de uno de los lados de arriba predomina, debemos trabajar la cualidad del otro lado, para que haya un equilibrio y, consecuentemente, bienestar en nuestra vida.

Según estudios recientes del Psicoanálisis, informa Cristina Cairo (op. Cit.), “dolencias e infelicidades tiene como causa consciente de culpa y contrariedades profundas”. Entonces, evitemos todo aquello que nos desgracia y causa mal, para que tengamos una vida físico-mental sana. Recomienda aun, esa investigadora, que paremos inmediatamente de juzgar y criticar negativamente a las personas. En vez de eso, pasemos a elogiarlas, y nuestra vida será mejor.

¿Y el perdón? El perdón es el medio de probarnos a nosotros mismos que las emociones negativas están bajo nuestro control mental. Nadie nos agrede sin que lo merezcamos, a no ser que sea de su índole hacer el mal. Aun aquí, esa situación nos prueba la capacidad de amar y tener compasión al prójimo. Cuando nos sentimos agredidos, algo hicimos a otros, o a nosotros mismos en el presente, o en el pasado. El libre-albedrío es una realidad, aunque algunos filósofos materialistas lo hayan negado. Ellos nos trae consecuencias buenas o malas de nuestras actitudes y pensamientos. De ahí la importancia del “¡orar y vigilad!, recomendado por Jesús con inaudita sabiduría.

Por fin, le recordamos, bondadoso lector, que hay dos leyes universales: a) los semejantes se atraen; b) todo tiene una compensación. Hagamos el bien infatigablemente y estaremos siempre bien. En la pregunta 886, de El Libros de los espíritus, Allan Kardec pregunta:

— ¿Cuál es el verdadero sentido de la palabra caridad, como lo entendía Jesús?

Y la respuesta es un bip: b de venevolencia; de indulgencia y de perdón: “Benevolencia para con todos, indulgencia con las imperfecciones ajenas y perdón de las ofensas”. Reflexionando en eso, el Espíritu Bezerra de Menezes propone al Movimiento Espírita:

Es indispensable mantener el Espiritismo, cual fue entregado por los mensajeros divinos a Allan Kardec, sin compromisos políticos, sin profesionalismo religioso, sin personalismos deprimentes, sin quemazón de conquista a poderes terrestres tránsitorios.

Respeto a todas las criaturas, aprecio a todas las autoridades, dedicación al bien común e instrucción del pueblo, en todas las direcciones, sobre las verdades del Espíritu, inmutables, eternas.

Nada que recuerde castas, discriminación, evidencias individuales injustificables, privilegios, inmunidad, prioridades.

Amor de Jesús sobre todos, verdad de Kardec para todos.

En cada templo, el más fuerte debe ser escudo para el más débil; el más esclarecido, a la luz o menos esclarecido, y siempre y siempre sea el sufridor el más protegido y el más auxiliado, como entre los que menos sufran sea el mayor aquel que se hizo el servidor de todos, conforme la observación del Mentor Divino.

Sigamos para el frente, buscando la inspiración del Señor.

Siendo el Espiritismo el Cristianismo renacido, su mensaje de tolerancia, compasión y amor al prójimo, sea el o no espírita, es el que nos vuelve herederos del mensaje del Consolador. Y, si este vino a cumplir, con la Doctrina Espírita, la promesa de Jesús de quedar eternamente con nosotros, cabe a nosotros, no esconder la luz bajo la tierra, sino estenderla a todos y, sobre todo, esforzarnos en ser hoy mejor que ayer y mañana mejor que hoy, pero viviendo intensa y santamente cada día.

 

Referências:

CAIRO, Cristina.  A linguagem do corpo. São Paulo: Mercuryo, 1999.

KARDEC, Allan. O livro dos espíritos. Trad. Guillon Ribeiro. 93. ed. 1. imp. (Ed. Histórica). Brasília: FEB, 2013.

______. O livro dos médiuns. Trad. Evandro Noleto Bezerra. Rio de Janeiro: FEB, 2009.

______. O evangelho segundo o espiritismo. Trad. Evandro Noleto Bezerra. 2. ed. 4. imp. Brasília: 2017.

SOUZA, Juvanir Borges de (coord. e org.) et al.. Bezerra, ontem e hoje. 3. ed. Brasília: FEB, 2018.

XAVIER, Francisco Cândido. Unificação. Pelo Espírito Bezerra de Menezes. Comunhão Espírita Cristã, 20 abr. 1963. In: Reformador, FEB, Rio de Janeiro, p. 314, out. 1995.

 

Traducción:

Isabel Porras - isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita