Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

Tema: Envidiacomparación


El del otro es mejor


Érase una vez un Buitre que andaba muy triste. Solía ser alegre y relajado, pero comenzó a observar al Gavilán y a admirarlo. Pasó, entonces, a sentirse muy inferior.

Un día, ellos se encontraron y el Gallinazo dijo:

- ¡Tú vuelas muy bien! ¡Eres un gran cazador! Debes ser muy feliz.

- No tanto, respondió el Gavilán. Todos los días, tengo que cazar, si no paso hambre. Solo mira al Gallo, que vive allá abajo. ¡Ni siquiera necesita volar! Tiene una vida tranquila, es muy colorido y está bien alimentado. ¡Se levanta muy temprano, dispuesto, y canta de alegría! ¡Él es el que es feliz!

El Gallo, por su parte, avistaba de vez en cuando al Gavilán, volando allá en lo alto, ¡y se asustaba! Daba la alerta a la Gallina para que proteja a sus hijitos los Pollitos. Y pensaba:

- ¡Cuánta preocupación! Me gustaría distraerme un poco como mi amigo Pato. Como yo, el tampoco vuela, pero, en compensación, ¡sabe nadar muy bien! Se desliza con alegría sobre el agua. Si yo pudiera nadar así, sería también feliz.

El Pato, allá en la laguna, miraba al Pavo Real, que vivía en la misma hacienda. Quería ser como él. Pensaba que el Pavo Real era el animal más lindo del mundo y decía:

- ¡Qué colores! ¡Qué cola tan larga! ¡Cuánta imponencia! Nadie debe ser más feliz que él.

Mientras tanto, el Pavo Real no pensaba así. Sus plumas eran arrancadas de tiempo en tiempo para hacer adornos. Se sentía explotado por ser bonito. Andaba lento, pesadamente, arrastrando sus plumas largas. Cuando veía al Gallinazo, se decía a sí mismo:

- ¡Qué libre es! ¡Como sim nada, vuela tan alto! Nadie lo molesta, queriendo cogerlo o queriendo arrancarle las plumas. ¡Quisiera ser feliz como el Gallinazo!

Era una pena que los pájaros no se dieran cuenta de sus cualidades. ¡Cada uno era tan maravilloso y tan especial! Eran diferentes y era así mismo como debía ser, pues cada uno tenía un papel que cumplir en la Naturaleza conforme los designios de Dios. Pero todos estaban infelices...

Entonces, un día, la Divina Providencia hizo “por coincidencia” que los cinco se encontraran cerca de la laguna de la hacienda.

Y después de una buena y larga conversación, cada uno de ellos descubrió cualidades que no sabían que tenían. Comprendieron también que sus amigos, que tanto admiraban, tenían también sus dificultades.

Cuando la conversación acabó, la situación estaba resuelta.

Nada había cambiado en sus vidas, excepto por una cosa - ¡todos se dieron cuenta de cuán felices eran!



Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com
 

 


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