Especial

por Christina Nunes

Visión de arriba

“Ya que viviremos eternamente, debemos colocarnos arriba...” Leí de alguien el otro día, en una entrevista para internet.

Colocarnos por encima de contrariedades, de frustraciones pasajeras, de disgustos y de opiniones ajenas. ¿Sin embargo, conseguiríamos realizar tal intento en el curso estresado del día a día? ¿Venimos consiguiendo practicar esa sabia actitud de conservar una ‘visión de arriba’?

Finalmente, en consonancia con la comprensión de un porcentaje enorme de seres, eso no pasa de mera conjetura; de afirmación, como mucho, empírica. Mas, fatalmente, las realidades mayores de la vida comprobarán, para cada uno, que no se trata, la afirmación, de un reducionismo simplista.

Cuestión de tiempo. Y cada cuál en su momento, todos serán confrontados con evidencias, que contrariarán la tendencia aún persistente de considerarse como hecho consumado sólo el requerido por los postulados científicos limítrofes de una realidad material– despreciándose, con eso, de forma imprevisora, las vivencias extradimensionales;las incontables experiencias individuales relatadas por el mundo fuera en este territorio, aunque consideradas, erróneamente, sólo como frutos de subjetividad.

No. La ciencia, poco a poco, y aún esta, ya se acerca de lo demostrado y comprobado, hasta entonces, por la pretendida ‘óptica empírica’. Cada vez más se habla, abiertamente, de multidimensionalidad, en los universos paralelos. La Física Quántica se acerca. En otras nacionalidades, las vivencias mediúmnicas, bajo terminologías solamente diferentes, son estudiadas, demostradas, y permiten intercambios preciosos con los habitantes de incontables otros sectores de la vida extrafísica.

Se expanden los debates valientes sobre la vida fuera de la Tierra, y no solamente en otros mundos densos, pero en varios niveles energéticos y frecuenciales.Y teniendo en cuenta el universo estrictamente espiritualista, no hay que hablar más, aquí, somentiendo el contexto abordado, hasta entonces,en libros respetables de la Doctrina Kardecista o en la literatura mediúmnica, versando sobre las ciudades y colonias espirituales de las esferas invisibles adyacentes a la superficie.

Mucho más existe. Mundos múltiples se desvelan para un estado de conciencia humana que va rápido al encuentro de un punto de maduración, que le permitirá transcender límites de comprensión de lo que es la evolución espiritual, la riqueza mucho más vasta de la vida en el Cosmo, en sus más inimaginables formas de manifestación.

Gradualmente, y a despecho de creencias o descrencias de la humanidad reencarnada, la vida sigue con majestad en el influxo evolutivo de los seres de la Creación, en todos los niveles del universo– y arrastra, con ella, todo y todos.

El ámbito de conciencia de la colectividad humana, poco a poco, se expande; las realidades se interpenetran se revelan por sí, a la rebeldía de la resistencia metódica de las investigaciones científicas materialistas, restringidas a los límites cartesianos, y más allá de las palpitaciones aleatórias; y el crecimiento asombroso del número de médiums de sensitivos por todo el mundo, viviendo y discurriendo abiertamente sobre el asunto en varios frentes, y bajo diversificadas terminologías, en breve impondrá que la vieja y tacaña visión de considerarse la vida humana como una, aleatória, fruto de un caos sin sentido, sin línea continúa y despojada de mayores implicaciones y responsabilidades - ¡eso sí! – acercará lo empírico, el absurdo y lo improbable.

Es preciso que se considere como verdad que, ya de hace décadas, grupos de seres reencarnan continuamente, originados de sectores extradimensionales múltiples. Llegan a la Tierra dotados de niveles conscienciales aventajados,  comparándose a los vivientes de la densidad de los siglos y de las décadas pasadas, estando, por lo tanto, preparados para sembrar, también en la esfera material del planeta, la conducta de naturalidad necesaria para lidiar con esta realidad mayor de la vida, de la cual ninguno de nosotros se exime.

El avance espiritual evolutivo, de este modo, no es característica solamente de las esferas materiales de vida, o aún sólo de sus correspondientes etéreas adyacentes al orbe. Ocurre, incesante, también en la multiplicidad de destinos cósmicos para los cuales cada uno de nosotros se encamina, tras varias estancias en la materia, obedeciendo a los patrones de sintonía acordada para cada alma viviente.

De esta forma, y tomando como cosa cierta lo que todas las miles de mentes de vanguardia ya admiten pacíficamente, en un comienzo de era de mayor madurez de la jornada espiritual humana, resta saber si, en lo cotidiano de percepciones restringidas de la materialidad, actuamos y actuaremos de manera compatible a las revelaciones inéditas de las expansiones de conciencia ocurriendo en orden creciente.

¿Estaremos diariamente preparados para ‘colocarnos arriba’, cada vez más, de nuestros principales obstáculos íntimos? ¿Y así hacer justicia a estados existenciales cada vez más felices, en otras esferas, y en el rumbo seguro de la realización de una condición de plenitud verdadera, de orden espiritual?

Porque las pruebas mayores, más difíciles, son justo las aparentemente más pequeñas. Son los diarios. Los triviales. Aquellos que, justamente por residir en el lugar común, en el aparentemente desconsiderado repertorio de amenidades del día a día, recorgiéndonos, de manera repetida, en fragorosas muestras de flaqueza, de pequeñez, de inmadurez espiritual.

Son episodios desconsiderados de la rutina diaria que nos sorprenden desagradablemente. Lanzan luz sobre nuestras fragilidades más empedernidas, decepcionándonos acerca de nosotros mismos, y afrontando nuestras percepciones más generosas sobre lo que reputamos como nuestras mejores cualidades personales.

¿Conseguiremos, así, colocarnos arriba, en la conciencia de que viviremos eternamente, sin exasperarnos, en el momento del embotellamiento de tráfico, que nos roba del descanso del cuerpo extenuado horas tenidas como preciosas en el retorno para casa?

¡¿Conseguiremos colocarnos arriba delante de convivencias familiares o profesionales difíciles, que nos prueban la capacidad, la tolerancia, o aún nuestra disposición en reevaluar errores de concepto o de conducta, en un contexto envolviendo intereses de una coletividad?! ¿O al testificar la multiplicidad de ocurrencias estresantes en una ciudad grande, con su histórico crónico de inseguridad; ante la falta de respeto de muchos para con las leyes de tráfico?¿Presenciando un repertorio caótico, persistente y aparentemente infinito de incorrecciones personales y colectivas; de errores clamorosos en el sistema de tráfico urbano, y en la infraestructura social de las ciudades de un país continental en estado aún sufrible de desarrollo, de consolidación del bien valioso de la educación en las almas de un pueblo?

¿Conseguiremos colocarnos arriba en los momentos de crisis, de enfermedad, o del sufrimiento de un ente querido? ¿Ante las diferencias de percepción durante un simple debate rutinario, en una rueda de amigos? ¡¿Venciendo la compulsión enferma del juicio ajeno en situaciones incontables, buscando recordar nuestra condición de vivientes eternos que, muy posiblemente, ya deparamos o podremos deparar dilemas prácticos idénticos a los vividos por los blancos de nuestras críticas más impiadosas?!

¡¿Conseguiremos colocarnos arriba, para considerar que no somos singularidad superior de una raza, situación social, país o cultura...recordando, aunque intuitivamente, o aún intentando considerar apenas empíricamente la oportunidad de que ya hayamos, en el vasto pasado espiritual,transitado por esos mismos pueblos, etnias y culturas del momento presente, tan duramente estacionados en las características transitorias de su diversidad, por regla sometidas a contextos políticos y económicos críticos y completamente desfavorables al desarrollo secular de sus naciones de origen?!

¿Conseguimos colocarnos arriba, para admitir las anchas oportunidades de que podamos guardar lazos de amor del pasado, valiosos, en estas mismas culturas entonces despreciadas, formateadas por los clichés inclementes de la xenofobia de la hora que pasa? ¡¿Y qué, de futuro, así actuando, puede aguardarnos el flagelador remordimiento de descubrir, entre esos seres así maltratados por el clamor transitorio de los prejuicios interesados, un antiguo cónyuge, un hijo, o una madre amorosa de otros tiempos?!

¿Conseguiremos, finalmente, colocarnos arriba para, de la óptica global, planetaria, observemos como se debe, prioritariamente, todos los seres humanos como hijos de un único Dios, y pertenecientes transitórios de una sola raza de este mundo? ¡¿Apenas en proceso diversificado de aprendizado y de evolución colectiva o individual ocurriendo en sectores diferentes y momentáneos de espacio y de tiempo?! ¡¿Y, sin embargo, vertiendo las mismas lágrimas de dolor, las mismas sonrisas de alegría; experimentando amor u horror, según las circunstancias de escenarios más favorables o desfavorables de regiones de prosperidad económica mayor o más pequeña, o de guerras sangrientas, originadas en la comprensión política hasta hoy insoluble, en un planeta donde se insiste en las ilusiones de poder eterno sobre tierras, naciones, bienes materiales, o aún sobre conciencias, sobre la propia vida humana?!

¡La gran y definitiva verdad es que nada traemos, nada poseemos!

Sólo estacionamos temporalmente en sectores sucesivos de la vida, para desarrollar, coger y sembrar mejorías personales y colectivas; para aprender y coleccionar experiencias, y así seguir adelante – cargando con nosotros nada más que nosotros mesmos. Nade más allá de las capacidades y virtudes cultivadas para la mejor continuidad de un camino sin fin rumbo a la felicidad soñada, en dirección a la Luz– como girasoles obedientes al mismo movimiento instintivo que les rige la función vital buscando el mismo Sol.

Imperativo, para tanto, que aprendamos el arte divino de ‘colocarnos arriba´.

Nuestra existencia es eterna– queramos o podamos, o no, aceptar, en el presente estado de nuestra comprensión. Sin embargo, mientras más pronto miremos la gran verdad, mejor nos capacitaremos para percibir que la onda caudalosa que nos amenazaba la embarcación en medio del mar, de mucho más alto, en la visión global del océano, no pasaba de pequeño movimiento sinuoso, impulsando a los viajeros para adelante, en el continuo curso de la danza de la vida en su anhelo irresistible por un encuentro definitivo con un estado pleno de amor y de felicidad.

                  
Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita