Especial

por Nubor Orlando Facure

El cerebro y el renacer de nuevo - ¿al final, quién somos?

“Es preciso nacer de nuevo”, pasando por experiencias múltiples en el transcurrir de las encarnaciones. Una cuestión en abierto y extremadamente compleja es hasta donde podemos saber cuánto y cómo son transferidos para el cerebro físico de un niño, que está por nacer, el contenido de sabiduría y los talentos adquiridos por el Espíritu en el transcurso de sus existencias.

El desarrollo del sistema nervioso- El patrimonio genético de ese niño pone orden en su desarrollo, añadiendo aptitudes por etapas, que coinciden, esas fases, con la progresiva mielinización de las fibras nerviosas. Primero, son mielinizadas fibras de abajo para arriba, que permiten la actividad motora de las piernas y después de los brazos. En el cerebro, la organización es de atrás para el frente, primero las áreas visuales en los polos occipitales y después el lóbulo frontal, que sólo completa su formación tras los 17 años.

La memoria – ¿quién soy yo? - Soy lo que mis memorias dicen. El bebé humano al nacer no está liquidado en sus memorias. Las pruebas especializadas confirman que él tiene archivado la voz de la madre y posiblemente otros sonidos que oyó mientras estuvo en el útero, sin que haya confirmación que oír músicas de Mozart dará a ese niño un cerebro de un músico de talento.

Lo que es del conocimiento general es que el niño no consolida, almacena o retiene como memoria sus experiencias hasta los tres años de edad – ese olvido es conocido como “amnésia infantil”.

Del punto de vista espiritual - No tenemos, como regla general, ningún recuerdo de nuestras vidas pasadas. Enseñan los autores espíritas que aún no teniendo esos recuerdos, de una manera o de otra podemos percibir, en cada uno de nosotros, ciertas tendencias traídas de otras vidas – ideas innatas, o aún tendencias que se revelan sin mayor esfuerzo. Un determinado profesional con formación académica en un área específica puede percibir sus tendencias y habilidades en cualificaciones completamente diferentes. Un profesor de matemática o una psicóloga pueden ejercer en paralelo un talento para música, artesanía o un talento literario, como hizo el médico Guimarães Rosa. Personalidad, carácter y temperamento tienen una base genética y, seguramente, una influencia del equipaje espiritual de otras vidas. Un Espíritu amigo nos enseñó que podemos no saber lo que fuimos, pero no es difícil saber lo que hicimos en vidas anteriores.

Una nota breve sobre los tipos de memorias - Podemos quitar de la clasificación de las memorias 3 expresiones fundamentales: La memoria semántica y la episódica, que forman parte de la memoria declarativa, y la memoria implícita o de procedimientos.

La memoria semántica se refiere al conocimiento adquirido por las lecciones que aprendemos de una forma o de otra: quién nace en Brasil es brasileño, París es la capital de Francia, Voltaire fue un gran filósofo del iluminismo, América fue descubierta por Cristobal Colón.

La memoria episódica es personalizada, se refiere a hechos personales vividos por nosotros, es narrativa, y, por eso, falla. Su consolidación es más firme en los datos autobiográficos: mi nombre, mi dirección, mi estado civil, la ciudad donde nací, mi nacionalidad, de quién soy hijo, que profesión ejerzo, quiénes son mis hijos.

La memoria episódica de eventos personales se refiere a acontecimientos vividos por nosotros, recientes o no. ¿Qué almorcé ayer? ¿Quién me telefoneó esa tarde? ¿A qué playa fui en ese fin de año? ¿Quién me visitó ese domingo? Ese modo de memoria (episódica) tiene una marca temporal y es fuertemente contextualizada.

Con las marcas del tiempo: fui a la playa en las navidades, viajé la semana santa, fui a pescar en febrero del año pasado, cambié de coche en diciembre.

Conectadas al contexto: asistí a aquella película en el Centro comercial con mi esposa, me encantó el camarón de aquel restaurante de Joinville, yo estaba en el hotel cuando oí aquella noticia, fue en el juego de fútbol que me torcí el tobillo, me quedé en casa porque llovía mucho.

Esas memorias pueden ser rescatadas, pero, como son retenidas, principalmente en el hipocampo, de ellas, al ser recordadas, nosotros siempre hacemos una nueva descripción de los hechos. De ahí la incertidumbre de los testimonios en los episodios de la vida.

Las memorias de procedimiento son las habilidades aprendidas. Andar en bicicleta, conducir el automóvil, pilotar el avión, tocar el teclado, lidiar con la prensa de la fábrica, tallar la madera en una pieza de artesanía, tocar al piano, diseñar o pintar un paisaje.

Recordando la historia de vidas anteriores. ¿Eso es posible? - Son ocurrencias raras, pero, una vez que otra, encontramos niños haciendo relatos de haber vivido en otro lugar, dando las identificaciones necesarias para esa comprobación. La literatura médica y el cine tienen relatos enriquecedores que atestiguan la reencarnación y el hecho de permanencia de esas memorias episódicas. Generalmente, con el crecimiento del niño, esas memorias se pierden. Son también excepcionales, pero bien descritas, casos de persistencia de las memorias semánticas.

Son algunos niños rotuladas de autistas, o “idiots savans”, que son capaces de responder brillantemente sobre determinado tema de conocimientos generales o de un dominio particular, como literatura o matemática. Por otro lado, son extremadamente triviales, en el ambiente familiar de muchos de nosotros, los casos de las memorias de procedimiento.

Hay en casi toda familia los dibujantes, los pintores, los pianistas, los artesanos habilidosísimos que hacen castillos en la arena o en la madera sin cualquier enseñanza previa.

Observando bien, en cada uno de nosotros podemos percibir que las memorias episódicas son consolidadas firmemente hasta que alguna demencia nos alcance, haciéndonos olvidar incluso el nombre.

Las memorias episódicas para eventos personales son huidizas y engañosas. Quién relata su fiesta de boda hace lo mismo que los pescadores o los jugadores: cada relato, producen una nueva versión. Es lo que decían los antiguos: quién cuenta un cuento aumenta un punto.

Por otro lado, ciertos eventos de nuestra vida pueden ocurrir cargados de fuerte emoción y un susto o una amenaza puede consolidar con más fuerza determinado hecho. Una golpe con nuestro coche en que alguien sale herido, la amenaza de un asalto o un secuestro, el miedo de enfrentar una cirugía de riesgo, el dolor de un fémur roto en la caída de una bicicleta.

Considerando la reencarnación, es probable que esas memorias episódicas cargadas de fuerte emoción física o psíquica puedan ser una buena explicación para nuestros miedos, las crisis de pánico, las fobias, las dificultades para enfrentar el ascensor, el avión, una picadura de la vacuna, una cobra, una araña, una simple cucaracha o hablar em público.

Las memorias de procedimientos -En el transcurrir de la vida vamos aprendiendo habilidad y adquiriendo cualificaciones comunes a nosotros humanos. Andar, correr, escribir, nadar, conducir, pilotar, andar en bicicleta, soltar una flauta y otras de mayor destaque: tocar piano, violín, cantar con el violonchelo, pintura, artesanía entre muchas otras.

El mayor destaque en ese tipo de memoria es que ella es más o menos permanente. Nadie se olvida de cómo nadar o andar en bicicleta. El tocar el violín o el piano, por otro lado, exige entrenamiento constante, pero los rudimentos básicos permanecen para siempre.

Nunca me olvido de que el primer paciente que conocí con la enfermedad de Alzheimer era un sastre. No sabía decir el nombre de la esposa, ni su dirección, pero gesticulaba con las manos y mostraba como hacía el corte de tejido para hacer un traje. El paciente con esa enfermedad es entrenado y capaz de aprender ciertas habilidades motoras nuevas, pero no retiene un conocimiento nuevo, como, por ejemplo, la dirección del hospital.

Se puede conjeturar que las memorias de procedimientos son las que más se conservan de una encarnación para otra. Ellas permanecen siempre más firmemente consolidadas en nuestro cerebro – principalmente en los núcleos basales y en el cerebelo – y los ejemplos son parte de la historia de todas las familias. Son las aptitudes, los talentos, las tendencias, las tendencias artísticas y los desempeños que surgen fácilmente en la artesanía, en la música, en la pintura, en el deporte, entre tantos otros.

Un resumen simple - La memoria autobiográfica es firme, confiable, nos acompaña por toda la vida sin cortar. Nosotros la perdemos cuando ocurren lesiones cerebrales graves. Difícilmente ella permanece en el transcurso de una vida para otra. La memoria episódica es fácilmente distorsionada. Ella es rescatada siempre con una nueva versión, no es recuperada. Es recontada. Es sensible a los eventos emocionales que aumentan sus trazos. Pueden justificar lo que sentimos hoy en forma de miedos, fobias, traumas psíquicos, déjà-vu y otros fenómenos de la psicopatologia humana.

La memoria de conocimientos, semántica, es acumulativa y puede favorecer el aprendizaje en determinadas áreas de una vida para otra.

Y, finalmente, las memorias de procedimientos que se expresan, generalmente, en habilidades motoras, son más sólidas, acostumbramos a decir que nadie olvida como andar en bicicleta. De una encarnación para otra, ellas pueden permanecer como una tendencia profesional, talentos artísticos diversos, predisposición para esse o aquel deporte.

¿Y qué hará la muerte con nuestras memorias? - Dice el pueblo que “de esta vida nada se lleva”. Yo acostumbro a decir que, obligatoriamente, vamos a llevar nuestras neuronas; están impresas en ellas nuestra identidad. Un neurocirujano famoso hacía sus cirugías con el paciente despierto. Con el cráneo abierto él estimulaba eléctricamente varias áreas cerebrales. Además de las repuestas motoras y sensitivas él conseguía estimular la región temporal donde producía reminiscencias guardadas por el paciente. Sabemos todos, como espíritas, que lo que ocurre en el cerebro es transferido al Espíritu a través de un vehículo semimaterial, el periespíritu. Pero durante toda nuestra vida las redes neuronales acumulan un rico aprendizaje que consolida nuestros comportamientos y enriquece nuestras memorias. Los exámenes de resonancia funcional y la estimulación directa en las neuronas detectan esas cualificaciones.

La pregunta es: ¿todo eso se deshace con la muerte?

Apredemos con la doctrina espírita que ese material es enteramente transferido para el periespíritu.

Ese fenómeno nos permite conjeturar algunas consecuencias. Luego después de la muerte, seremos exactamente lo mismo que somos hoy. Con las mismas memorias, comportamientos y experiencias. Eso explica porque, aún desencarnados, hay Espíritus que continuarán dudando de la reencarnación. Y, para la mayoría de nosotros, no será de un día para otro que tendremos acesso a las memorias de nuestro pasado.


 

Dr. Nubor Orlando Facure, director del Instituto del Cerebro de Campinas, que fundó en 1987, es médico con especialización en Neurologia y Neurocirugia. Fue profesor durante 30 años en la UNICAMP, en la silla de Neurocirugia. En 1990, creó en el Departamento de Neurologia de la universidad el primer curso de pós-graduación sobre "Cerebro y Mente", com enfoque espiritualista.

                  
Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita