Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 
El trabajador inconstante


Un hombre, que había escuchado hablar del mundo espiritual superior, pasó a alimentar el deseo de evolucionar para poder vivir allá, después de partir de la vida terrestre.

Un día, recibió la visita de un buen espíritu que le dijo que su deseo sincero de evolucionar haría que él fuera ayudado y encaminado para perfeccionar sus virtudes.

El hombre mostraba habilidades para trabajar con esculturas. Así, los benefactores espirituales lo llevaron a conseguir un trabajo junto a un viejo maestro muy talentoso que hacía lindas y caras obras en mármol.

En poco tiempo, sin embargo, el trabajador-aprendiz renunció, alegando que el maestro era muy arisco e intratable.

Se cambió, entonces, a una oficina de objetos de madera, para trabajar con un experimentado y famoso escultor.

Sin embargo, el empleo no duró mucho…

El recién contratado halló a su jefe muy exigente y minucioso, pues este inspeccionaba hasta los mínimos detalles.

En seguida, siempre con la ayuda de los buenos espíritus, fue encaminado a emplearse para trabajar con un obrero especializado en columnas de cemento, construidas en fachadas de amplias e imponentes construcciones.

Pero, nuevamente, no continuó por mucho tiempo empleado, alegando que era muy agotador lidiar con el cemento pesado y que él no estaba acostumbrado a cargas tan grandes.

Muy pronto, encontró una oportunidad de trabajo en una tienda de artículos de decoración. Ayudaba a otro funcionario, más experimentado, en la confección de arcos de globos, de flores y otros materiales, utilizados en la decoración de fiestas, jardines y ambientes refinados.  

Transcurridos unos pocos días, sin embargo, abandonó también este trabajo, afirmando que el compañero no compartía con él lo que conocía del oficio y que permaneciendo ahí estaría perdiendo el tiempo, cuando su intención era la de evolucionar rápidamente.

Y así, de tarea en tarea, de taller en taller, el candidato a la evolución decía que no encontraba la situación adecuada para su desarrollo espiritual.

Los años pasaron y lo volvieron viejo. Llegó el día en el que dejaría el cuerpo físico para volver al plano espiritual.

Los buenos espíritus, que lo asistieron durante la encarnación, fueron a su encuentro. Con cierta tristeza en su mirada, uno de ellos le preguntó:

- Amigo, ¿por qué no te preparaste, adquiriendo las virtudes que fueron programadas para ti, cuando estabas en la Tierra?

El aprendiz respondió que solo había encontrado exigencias, rudeza y amargura en sus experiencias terrestres, y no había sido posible involucrarse mucho con cada una.

El buen espíritu le explicó, entonces, que Dios había permitido esas oportunidades para que él pudiera no solo aprender el trabajo de escultor, sino también desarrollar virtudes importantes para ser utilizadas cuando el Señor lo necesitara en grandes tareas de ayuda a la Humanidad, donde la humildad, la caridad, el perdón, la disciplina, la resignación y la paciencia fueran necesarias.

El trabajador inconstante comprendió entonces cuánto podría haberse beneficiado, si hubiera aprovechado bien sus experiencias.

En vez de lamentarse, sin embargo, renovó sus deseos de evolución. Aprendió que necesitaba, además de buena voluntad, de bastante determinación.

Ahora él tendría que esperar nuevas oportunidades, pero estaría mucho más dispuesto al esfuerzo de la reforma íntima, cuando ellas llegaran.

 

Adaptado del texto El Siervo Inconstante(Jesús en el Hogar, de Chico Xavier & Espíritu Neio Lúcio, Ed. FEB.)


 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com




 


Material de apoio para evangelizadores:

Clique para baixar: Desenhos - Atividades

marcelapradacontato@gmail.com


 

 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita