Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 
Las señales de Dios


Una vez, dos investigadores, exploradores de la Naturaleza, planearon descubrir una región aún inexplorada, en un lugar difícil de ser alcanzado.

Caminaron durante varios días, cargando equipos y víveres. Atravesaron caminos estrechos, por lo alto de las montañas, descendieron hasta un valle y pasaron por una muralla de rocas enormes. Hasta que finalmente lograron llegar al lugar deseado.

El más viejo era un profesor inteligente, que sabía muchas cosas.

El más joven, su dedicado alumno.

Entusiasmados con esa aventura que posibilitaría tantos descubrimientos, prestaban atención a todo, hacían anotaciones, tomaban fotos, grababan sonidos de animales...

Trabajaron bastante, por muchas horas y al final del día, a pesar del entusiasmo, necesitaban parar y preparar el campamento para comer y descansar.

Encendieron una pequeña fogata, alrededor de la cual conversaban sobre las observaciones del día:

- ¡Hoy fue un día muy bueno! Ya hemos descubierto muchas cosas sobre este lugar – decía el profesor. – Podemos decir que aquí llueve mucho y hace calor.

- Vaya, pero si llegamos hace apenas un día, ¿cómo puede conocer el clima de la región?  - preguntó el joven, asombrado.

- ¡Ah, es simple! Es por el tipo de plantas que encontramos aquí. Son plantas que solo viven en lugares calientes y húmedos.

Y continuando, explicó:

- También ya sabemos que aquí existen animales grandes y pequeños.

- ¿Está seguro? Hemos visto algunosanimalitos pequeños, pero grandes no – refutó el joven.

- Lo sé, ¿pero te acuerdas de las pisadas que fotografiamos? ¡Eran grandes! Eso es una señal de que el animal era grande también – respondió el profesor.

Y completó la explicación enseñando:

- No siempre vemos algo, pero podemos saber de su existencia por sus señales. ¡Es solo prestar atención!

Cerrada la conversación, se preparaban para dormir, cuando el joven comenzó a rezar, en voz baja. Como no estaba acostumbrado a eso, el profesor preguntó:

- ¿Con quién estás hablando?

- Con Dios. Estoy rezando, agradeciendo por este día tan especial y pidiendo protección para nosotros esta noche. ¿Quiere acompañarme en esta oración? – invitó el joven.

- ¡No, gracias! – respondió rápidamente el profesor – No rezo, porque no creo en Dios. Nunca creí, pues, en toda mi vida nunca tuve pruebas de que él realmente existe.

- ¡Yo tuve, por eso creo! – dijo el joven.

- ¿Qué pruebas? ¡Cuéntame! – pidió el profesor.

El alumno, entonces, apagó la fogata, miró al inmenso cielo, lindamente estrellado y habló:

- ¡Ahí está! ¡Todo el universo! Cada estrella, de esas millones de estrellas, es un sol. Todo el día yo vi pruebas de la existencia de Dios. En las hojas de las plantas, en los colores de las flores, en los pájaros que vuelan, en la puesta del sol, en la alegría que sentimos hoy...

El joven continuó:

- ¡Todo eso no pudo haber venido de la nada! ¡Dios existe y esmaravilloso! ¡Crea cosas increíbles! Cuida todo, pues todo ya estaba aquí listo, antes de que llegáramos. ¡Y como usted dice, es solo prestar atención!

Se fueron a dormir. Y el joven escuchó al profesor, bien bajito, haciendo también, su oración a Dios. 

Historia inspirada en el texto “Existencia de Dios”, del libro “Padre Nuestro”  de la autora espiritual Meimei.


 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com



 


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