Especial

por Rogério Coelho

Procedimientos para apartar a los malos espíritus - Parte 1

El lenguaje de los Espíritus es el verdadero critério por el cual podemos juzgarlos.


Experimentad si los Espíritus son de Dios. 
(I Juan, 4:1)


Se esparcen los más dolorosos procesos obsesivos en toda la Tierra... Multitud de criaturas sufren bajo el guante terrible y cruel de la actuación invisible de los Espíritus obsesores. Casos existen en que, si bien se presenta de manera clara y ostensiva la influencia y actuación de los Espíritus malos, los envueltos permanecen – por ignorancia o preconcepto – escépticos en cuanto a tales influencias... Y entonces, muchos encarnados debidamente actuados por los agentes de las tinieblas, tienen los más esdrújulos e incluso violentos comportamientos sin que providencia alguna sea tomada con relación a los obsesores que continúan actuando e influenciando libremente.1

Jamás podemos olvidar o menoscabar la información obtenida por Kardec en la cuestión 459 de “El Libro de los Espíritus”: “... Ellos, (los Espíritus)influéncian a los encarnados mucho más de lo que podemos imaginar, ya que, de ordinario, son ellos que los dirigen”.

Nuestro querido médium y orador espírita fluminense Raul Teixeira, cuenta en una de sus notables charlas el diálogo que mantuvo (durante una reunión mediúmnica) con un Espíritu enemigo de la luz que hizo una declaración estremecedora: dijo el Espíritu que tenemos nosotros (encarnados y desencarnados) un trabajo en común junto a los enfermos en los dos planos de la vida. Sólo que nosotros, los encarnados, retiramos a los Espíritus sufridores de los lugares donde hasta entonces estaban ocultados y los encaminamos para los departamentos de auxilio y aclaraciones del Mundo Mayor, complaciéndonos con eso; ¡considerando tal hazaña una verdadera victoria contra las tinieblas! Pero ellos, (los enemigos de la luz) no retiran de donde están, los Espíritus que les caen en la red, especialmente si se trata de espíritas en sus Instituciones: después de transformarlos en agentes de sus intereses dispensados y malsanos,los dejan dentro de las respectivas casas espíritas para causar todo tipo de problemas a los verdaderos trabajadores de Jesús. ¡Eso explica las enormes dificultades enfrentadas por los acapamientos espiritistas de la actualidad, ya que no son pocos, según declara el referido Espíritu, los que son arrebatados para sus nefastos y sofocantes dominios!...

"El orgullo, la labilidad, el descuido y la flaqueza del hombre son lo que presta fuerza a los malos Espíritus”. Esta es una información importante incluída en la pregunta 498 de “El Libro de los Espíritus”.

Además, los procesos obsesivos e influenciaciones espirituales de modo general, están asociados a la  aquiescéncia  de quien les ofrece sintonía, ya que todos  los  desvíos  de las  Leyes  Divinas  y las  deformidades  morales  actúan  en el sentido  de facultar  "plugs" de inducciones magnéticas, facilitando  el  acoplamiento  entre los componentes del proceso obsesivo. Resulta de ahí el raciocínio lógico de que el éxito del obsesor reside en el hecho de no encontrar defensas y resistencias en su víctima, que, al contrario, le ofrece toda reciprocidad exigida para el nefasto y pernicioso proceso obsesivo.

Según Allan Kardec2, “(...) la intromisión de los Espíritus engañadores en las actividades espíritas y en especial en las comunicaciones escritas es una de las mayores dificultades del Espiritismo; se sabe, por experiencia, que ellos no tienen ningún escrúpulo en tomar nombres supuestos, e incluso nombres respetables. ¿Hay medios de alejarlos? ¡Ahí está la cuestión! Ciertas personas emplean, para ese fin, lo que se podría llamar de procedimientos, quiere decir, sean fórmulas particulares de evocación, sean especies de exorcismos, como hacerlos jurar en nombre de Dios de que dicen la verdad, hacerlos escribir ciertas cosas, etc...Conocemos a alguien que, cada frase, sugerir al Espíritu para firmar su nombre; si fuera la verdad, él escribiría el nombre sin dificultad; si fuera el falso, él se detendría inmediatamente, o en medio, sin poder terminarlo; vimos a esa persona recibir las comunicaciones más ridículas de  parte de los Espíritus que firmaban el nombre de préstamo con una firmeza perfecta. ¡Pues bien! Declaramos nosotros que si algunos Espíritus, un poco más escrupulosos, se detienen por la idea de un perjúrio o de una profanación, hay los que juran todo lo que se quiera, que firman todos los nombres, que se ríen de todo, y afrontan la presencia de las más venerables señales, de donde concluimos que, entre lo que se puede llamar procedimientos, no hay ninguna fórmula, ningún expediente material que pueda servir de preservativo eficaz.

En ese caso, se le diría, no hay sino una cosa que hacer, que la de parar de escribir. Este medio no sería mejor; lejos de eso, sería peor en muchos casos. Dijimos, y no podríamos repetirlo mucho, que la acción de los Espíritus sobre nosotros es incesante, y no es menos real porque es oculta. Si ella debe ser mala, será más perniciosa aún por el hecho de que el enemigo estará oculto; por las comunicaciones escritas, él se revela, si se desenmascara, se sabe con quienes se tiene relación, y se puede combatir. ¡Pero si no hay ningún medio de alejarlo, ¿qué hacer entonces?! No dijimos que no haya ningún medio, sino solamente que la mayoría de aquellos que se emplean son impotentes; ahí está el asunto que nos proponemos desenvolver.

No se puede perder de vista que los Espíritus constituyen todo un mundo, toda una población que llena el espacio, que circula a nuestro lado, y que se mezcla a todo aquello que hacemos. Si el velo que nos los oculta viniera a ser levantado, los veríamos, alrededor de nosotros, ir, venir, seguirnos o evitarnos según el grado de su simpatía; unos indiferentes, verdaderos vagos del mundo oculto, los otros muy ocupados, sea consigo mismos, sea con los hombres a los cuales se unen, con un objetivo más o menos laudable, según las cualidades que los distinguen. Veríamos, en una palabra, el doble del género humano con sus buenas y sus malas cualidades sus virtudes y sus adicciones... Esa compañía, de la cual no podemos escapar, porque no hay lugar tan oculto que sea inaccesible a los Espíritus, ejerce sobre nosotros y con nuestro desconocimiento una influencia permanente. Unos nos conducen al bien, los otros al mal, y nuestras determinaciones, muy frecuentemente, son el resultado de sus sugerencias; felices somos cuando tenemos bastante lucidez para discernir la buena o la mala senda a la cual buscan arrastrarnos...

Una vez que los Espíritus no son otra cosa sino los propios hombres despojados de su envoltório somático grosero, sino las almas que sobreviven al cuerpo, de eso resulta que hay Espíritus desde que haya seres humanos en el Universo.

(...) La intromisión de los malos Espíritus en las comunicaciones escritas no es un peligro del Espiritismo, una vez que, si hubiera peligro, el peligro existe sin eso, porque es permanente; he ahí que no se podría mucho persuadir: es simplemente una dificultad, pero de la cual es fácil triunfar tomándola convenientemente.

Se puede primero colocar como principio que los malos Espíritus no van sino allá donde alguna cosa los atraiga; por lo tanto, cuando se mezclan a las comunicaciones, es porque encuentran simpatías en medio donde se presentan, o por lo menos lados débiles de los cuales esperan aprovecharse; en todo el proceso, es que no encuentran una fuerza moral suficiente para repelerlos. Entre las causas que los atraen, es necesario colocar en primera línea las imperfecciones morales de toda naturaleza, porque el mal simpatiza siempre con el mal; en segundo lugar, a muy gran confianza con la cual se acoge sus palabras. Cuando una comunicación acusa origen malo, sería ilógico de eso deducir una paridad necesaria entre el Espíritu y los evocadores; frecuentemente, se ven las personas más honradas expuestas a los embustes de los Espíritus engañadores, como ocurre en el mundo, personas honestas engañadas por vellacos; pero cuando se está atento, los vellacos no tienen qué hacer; es lo que ocurre también con los Espíritus. Cuando una persona honesta es engaña- por ellos, eso puede unirse a dos causas: la primera es una confianza muy absoluta que la disuade de todo examen; la segunda, que las mejores cualidades no excluyen ciertos lados débiles que dan presa a los malos Espíritus, ansiosos en agarrar los más pequeños defectos de la coraza. No hablamos del orgullo y de la ambición, que son más que defectos, sino de cierta flaqueza de carácter, y, sobre todo de perjuicios que esos Espíritus saben explotar hábilmente lisonjeandolos, y, a ese respeto, toman todas las máscaras para inspirar más confianza.

Las comunicaciones francamente groseras son las menos peligrosas, porque no pueden engañar a nadie; las que más engañan, son aquellas que no tienen sino una falsa apariencia de sabiduría o de seriedad, en una palabra, la de los Espíritus hipócritas y de los pseudosábios; unos pueden engañarse de buena fe, por ignorancia o por fatuidad, los otros no actúan sino por astucia. Veamos, pues, el medio para desembarazarse de ellos: la primera cosa es de inicio no atraerlos, y evitar todo lo que pueda darles acceso. Las disposiciones morales son, como vimos, una causa preponderante; más, abstracción hecha de esa causa, el modo empleado no es sin influencia.

Entre las causas que influyen poderosamente en la cualidad de los Espíritus que frecuentan los círculos espíritas, no se puede omitir la naturaleza de las cosas de las cuales se ocupan. Aquellos que se proponen un objetivo serio y útil atraen, por eso mismo, a los Espíritus serios; aquellos que no tienen en cuenta sino satisfacer una vana curiosidad o sus intereses personales se exponen por lo menos a las mistificaciones, si no tuvieran peores. En resumen, se pueden retirar de las comunicaciones espíritas las más sublimes enseñanzas, las más útiles, cuando se sabe dirigirlas; toda la cuestión está en no dejarse prender por la astucia de los Espíritus burlones o malevolentes; ahora, para eso, lo esencial es saber con quien se lucha.

Escuchemos primero, a ese respeto, los consejos que el Espíritu San Luís ofreció, en la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas, por intermédio del señor R..., uno de sus buenos médiums. Esta es una comunicación espontánea, que recibió un día en su casa, con la misión de la transmitirla: "cualquiera que sea la confianza legítima que inspiren los Espíritus que presiden vuestros trabajos, hay una recomendación que no podríamos mucho repetir, y que deberíais siempre tener presente en el pensamiento cuando os entregáis a los estudios: es de pesar y madurar, es someter al control de la razón más severa todas las comunicaciones que recibís; de no ser negligentes, desde que una respuesta os parezca dudosa u obscura, en pedir las aclaraciones necesarias para fijaros”. (Continua no próximo número.)

 

 

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[1] - KARDEC, Allan. O Livro dos Espíritos. 88.ed. Rio [de Janeiro]: FEB, 2006, q. 459.
[2] - KARDEC, Allan. Revue Spirite. Setembro de 1859. Araras: IDE, 1993, p. 225 a 232.


Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 

     
     

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 Revista Semanal de Divulgação Espírita