Espiritismo para
los niños

por Célia Xavier de Camargo

 
Jane y la envidia


Jane, una niña de seis años de edad, le gustaba siempre tenerlo todo solo para ella. Como era la más joven entre los hermanos, conseguía todo con llanto y lágrimas.

Nunca estaba satisfecha con nada. Cuando era el hermano que ganaba algún regalo, ella inmediatamente se enojaba, se encerraba en su cuarto, y de ahí no salía hasta que alguien fuera a buscarla, llevándola a la sala. Al llegar a la sala, era común que Tulio, su hermano, siempre cediera en beneficio de Jane, que continuaba llorando sin consuelo.

Ese día ella ya había llorado bastante sin que nadie se hubiera apiadado de ella. Entonces, Jane se acercó a su hermano y, abrazándolo, dijo:

- Tulio, ¡tú eres mi hermano y yo te quiero mucho! Pero tú podrías darme ese regalo que te dio la abuela Marta, ¿no? ¡Me gustaría mucho tener algo igual!

Y Tulio, mirando a su hermana, sin saber qué hacer, estuvo de acuerdo:

- Está bien, Jane. Voy a darte este regalo que me regalaron, pero es la última vez que esto pasa. Eres una niña egoísta y solo piensas en ti misma. Pero no te daré nada más de lo que me regalen, ¿entiendes? ¡Mamá me dijo que tú abusas cuando quieres algo! Entonces, la próxima vez no te daré nada. Te lo voy a dar lo que me pediste, pero es la última vez, ¿está bien?

- Sí, Tulio. Ya entendí, ¡gracias!

Algunos días después, en el colegio, Tulio ganó una rifa y ¡recibió un oso de peluche que era una belleza!

Al verlo, Jane se acercó, melosa, y pidió:

- Tulio, hermano mío, ¿puedo tener un rato a tu lindo oso en mis brazos? ¡Solo un poquito!...

- ¡Está bien, Jane! ¡Pero solo por esta vez! ¡Pero no es tuyo, es mío! ¿Entendiste?

- Entendí. Quédate tranquilo – dijo Jane, saliendo de la sala con una sonrisa.

Tulio, satisfecho por haber ganado en la rifa, no se preocupó de su hermana. Más tarde, se acordó del juguete que había ganado por la mañana y fue hasta el cuarto de Jane para pedir su devolución.

- ¡Tulio, déjame jugar un poco más! ¡No lo voy a romper, lo prometo!

Y Jane pidió tanto que el hermano salió del cuarto de Jane, dejándola jugar muy satisfecha. Más tarde, volvió a buscar su oso y, llorando, la hermana dijo que el perro de la familia había roto el oso de peluche.

Muy enojado, Tulio fue a reclamar a la mamá, quien lo calmó, y después dijo que iría a comprar otro juguete para él.

Ese mismo día, la mamá compró para él un lindo carro rojo, ¡que tocaba el claxon! Llena de envidia, Jane comenzó a llorar de rabia. La mamá la puso en su regazo y explicó:

- Pronto será tu cumpleaños, Jane, y recibirás regalos; ¡pero ahora fue Tulio quien estuvo de cumpleaños y es justo que reciba regalos!

Jane sintió tanta rabia que no paró de llorar. La mamá la levantó y conversó con ella, afirmando que pronto sería su turno de recibir regalos y tener una fiesta. Faltaban apenas 10 días para su cumpleaños. La niña se calmó y pronto estaba jugando de nuevo.

Al despertar el día de su cumpleaños, Jane recibió un abrazo de su hermano, acompañado de un juguete que le habían regalado a él y que a ella le gustaba mucho.

- ¿No te decía que tenías que tener paciencia, Jane? ¡Aquí está tu regalo! ¡Felicidades, hermana mía!

- ¡Perdóname, Tulio! Eres muy generoso. ¡Gracias! Nunca más voy a hacer lo que te hice.

Y, levantándose, dio un abrazo muy fuerte a Tulio. Y, a partir de ese día, Jane aprendió la lección y nunca más peleó con Tulio, entendiendo que todo tiene un momento preciso en la vida, y que debemos esperar con paciencia nuestro turno de ser atendidos.

MEIMEI

 

Recibida por Célia Xavier de Camargo en 25/9/2017.





Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com

 

 

 

     
     

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