Editorial 

 
Año Nuevo, vida nueva


En el inicio de más un año en nuestra vida, quieran nuestros amigos recibir nuestros votos de paz, de salud y de prosperidad en todos los días de 2018. 

Cuando decimos prosperidad, se entienda que no utilizamos ese término en su sentido usual, pero en el sentido verdadero por lo cual él debe ser entendido – prosperidad real y efectiva, que adviene de la consecución del programa traído para la presente existencia.

Como sabemos, ni siempre realizamos en el plan corpóreo lo que programamos antes de la zambullida en la carne.

Muchas existencias en este planeta componen lo que Herculano Pires llamó de círculo vicioso de la reencarnación.

El desarrollo del ser, enseñó el inolvidable filosofo espírita, no es continuo, pero descontinuo. En cada existencia terrena la persona desarrolla ciertas potencialidades, pero la ley de inercia la retiene en una posición determinada por los límites de la propia cultura donde se desarrolló.

Con la muerte corpórea, explica Herculano, el ser regresa al mundo espiritual, donde sus percepciones se amplían permitiéndole comprender que la perfectibilidad humana no tiene límites. Volviendo entonces a nueva reencarnación, puede empezar con más eficiencia el desarrollo de su perfectibilidad, consciente de que, si no recibir en la existencia terrena los estímulos necesarios, podrá sentirse nuevamente atado a la condición de la vida anterior en la Tierra, estacionando en una repetición de etapa. Es a eso que él llamó circulo vicioso de la reencarnación.

A los que dudan de ese pensamiento, sugerimos que examinen la estadística siguiente. En 82 años de existencia del instituto “Almas Hermanas”, una escuela existente en la Esfera Espiritual, que André Luiz describe en su libro Sexo y Destino, obra publicada en 1963, de cada 100 alumnos desencarnados necesitados de reeducación sexual que buscaban aplicar en la existencia corpórea las enseñanzas allí cosechadas, he aquí el resultado:

· 34 fracasaron, retornando a la vida espiritual endeudados con nuevas dividas.

· 26 mejoraron ligeramente, aunque imperfectamente.

· 22 registraron alguna mejora.

· 18, solamente dieciocho, vencieron en los compromisos de la reencarnación.

Los desafíos de la existencia corpórea no son, como se puede ver, algo que se vence fácilmente.

Para eso es necesario dedicación, oración, vigilancia y una búsqueda permanente de la meta a ser alcanzada, que es la perfección, un objetivo no sólo posible, sino también un desafío que Jesús nos propuso al decir a la multitud que lo oía:

“Sed vosotros perfectos, como es perfecto vuestro Padre que está en los cielos”. (Cf. Mateo, 5:48.)

 

Traducción:
Elza Ferreira Navarro
mr.navarro@uol.com.br 

 

 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita