Espiritismo para
los niños

por Célia Xavier de Camargo

La tortuga mensajera

 

Un día, hace mucho tiempo atrás, los animales habitantes de un gran bosque se enteraron de un grupo de humanos que pretendía derrumbar todos los árboles para transformarlos en madera.

Asustados, pues eso representaría su destrucción también, decidieron mandar un mensaje pidiendo socorro a un grupo de personas amigas y amantes de la naturaleza.

Los animales se reunieron para decidir quién sería el portador del mensaje, pues era una misión muy importante, y el lugar donde tendrían que ir quedaba muy, muy lejos.

Se presentaron para la tarea: un pajarito, una ardilla, un mono y una tortuga.

- Yo soy el mejor – dijo el pajarito hinchando el pecho -, porque puedo volar y, rápidamente, cumplir con la entrega del mensaje.

La ardilla alisó su suave pelaje y habló, orgulloso:

- ¡Yo tengo más condiciones de cumplir la misión porque soy rápido y ágil!

El mono, rascándose la cabeza, afirmó:

- ¡No! Yo soy el más indicado porque, saltando de rama em rama, llegaré más rápido al destino.

Todos se rieron cuando la pequeña tortuga se presentó. Después de todo, tenían urgencia de que el mensaje fuera entregado rápido y la tortuga era, como todos lo conocían, muy lenta. Después de que las risas se calmaron, el león preguntó:

- ¿Por qué es que piensas que tienes condiciones de ser la mensajera?

- ¡Porque tengo confianza en Dios que lo conseguiré! – respondió la tortuga con serenidad.

Después de mucho discutir, los animales decidieron, muy sabiamente, que, para mayor seguridad, los cuatro llevarían un mensaje igual. Aquel que llegara primero tendría el honor de entregarlo.

Y así, en una bella mañana de sol, partieron los mensajeros llevando las esperanzas y la confianza de todos los animales.

La ardilla salió dando saltos, ligero; el pajarito abrió las alas y voló rápido por el cielo; el mono, saltando de árbol en árbol, pronto se fue perdiendo de vista. Solo la pobre tortuga inició la jornada con su marcha lenta, para la burla de los demás.

Enfrentaron peligros y obstáculos. Tan pronto terminaron los árboles, el mono tuvo que continuar también por el suelo.

A cierta altura del camino ocurrió un gran deslizamiento de tierra y, como no quisieron refugiarse para no interrumpir la marcha, el mono y la ardilla fueron fueron vencidos y no pudieron seguir.

El pajarito pasó volando sin mayores dificultades, pero la tortuga, viendo el peligro, con tranquilidad se escondió en su caparazón esperando que pasara.

Más adelante, sobrevino una terrible tempestad y el pajarito, a pesar de que se había prendido de los árboles para protegerse, fue arrastrado por el fuerte viento. La tortuga, sin embargo, nuevamente detuvo su caminata, escondiéndose de la fuerza del temporal en su caparazón, esperando que el tiempo mejorara. Después prosiguió su jornada.

Como consecuencia de las fuertes lluvias, regiones quedaron totalmente inundadas, pero la valiente tortuga no se desanimó. Guardando muy bien la carta para que no se mojara, prosiguió nadando. Y así, venciendo dificultades enormes, peligros inesperados y obstáculos difíciles, la tortuga llegó a su destino.

¡Allí se enteró, muy sorprendida, que era la primera en llegar!

Se sintió orgullosa y satisfecha, pues fue felicitada por todos, como si fuera una heroína. Y volvió a casa con los amigos que irían a protegerlos y evitar la destrucción del bosque.

Cargada en brazos, ella llegó cubierta de gloria, para asombro de los animales, que nunca hubieron podido imaginar que la pequeña tortuga cumpliría una misión tan importante.

Los animales entonces se dieron cuenta de que todas las criaturas merecen respeto y consideración, y que todos tienen condiciones de vencer. Que, muchas veces, no son las criaturas que parecen tener las mejores condiciones las que vencen sino aquellas que utilizan mejor las posibilidades que poseen.

Preguntaron entonces a la tortuga a qué atribuía ella su victoria.

-Creo que, sin PACIENCIA, PERSISTENCIA, CORAJE y mucha FE, yo no podría haber vencido – respondió.

Y concluyó con tranquilidad:

- ¡SOLO ASÍ VENCEREMOS!

 

TIA CÉLIA
 

 
 
Traducción:
Carmen Morante: carmen.morante9512@gmail.com

 

 

     
     

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 Revista Semanal de Divulgação Espírita