Espiritismo para
los niños

por Célia Xavier de Camargo

 

El médico providencial


Valeria, una joven muy amorosa, siempre estaba deseando ayudar a las personas. Un día, cuando pasaba por una calle de regreso del colegio vio a un niño sentado en medio de la acera, muy triste.

Como era incapaz de pasar delante de alguien necesitado sin saber lo que le estaba pasando, Valeria se detuvo, volvió al lugar donde estaba el niño y le preguntó:

- ¿Estás bien? ¿Necesitas algo? ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte? – preguntó preocupada.

El niño, que dijo llamarse Roberto, bajó la cabeza y después, mirándola con cierta tristeza, le dijo:

- Es que mi hermanito se ha lastimado y no sé qué hacer, ¿entiende?

Y le contó a la joven que su hermano se había caído de la bicicleta y se había lastimado. Fue llevado a un hospital, pero hasta ahora él no sabía cuál era el estado de Carlos, lo que lo ponía muy triste.

Valeria se sentó con él y lo tranquilizó afirmando que, muchas veces, esas caídas, a pesar de ser feas, no son preocupantes:

- Yo misma, a principios de este año, tuve un accidente de carro y quedé muy lastimada, pero no fue tan serio. Así que quédate tranquilo, Roberto. Todo saldrá bien. No te preocupes.

Roberto sonrió entre lágrimas y agradeció a esa buena joven que solo con conversar con él ya había conseguido que se sintiera mejor.

- ¿Cómo te llamas? – preguntó él, queriendo conversar.

- Valeria. Y te he visto en la escuela todas las mañanas, pues estudio en ese colegio también. ¿Cuántos años tiene tu hermano?

- ¡Seis años! ¡Él decidió salir en la bicicleta para pasear y, como está aprendiendo, tuvo una fea caída!¡Espero que se recupere pronto!

- Ten confianza. Dios, nuestro Padre, no dejará que él se quede sin condiciones para caminar. ¡Después de todo, es solo un niño!...

- ¡Es verdad, Valeria! Tenemos que orar a Jesús para que nos socorra y ayude,  y así mi hermanito no quede muy lastimado.

Y de esa manera se quedaron conversando por un tiempo. Después, el papá volvió para explicar lo que estaba sucediendo con su hijo menor y, preocupado, informó:

- En el hospital, ¡no tienen un médico de Ortopedia! – explicó a su hijo, sin saber qué hacer.

- ¡Pero mi papá es de esa área! – informó Valeria sonriente. – Voy a llamarlo, ¿quién sabe si está desocupado?

En poco tiempo, el papá de la joven fue encontrado y ya estaba atendiendo al niño. Algunas horas después, todo estaba bien, el niño despertó y todos estaban felices por la rapidez con que él mejoraba, ¡y con mucha hambre!

El padre del niño agradeció al médico por la rapidez con que había atendido a su hijo, agradeciendo también a Valeria que estaba cerca de Roberto y, por ella, se pudo enterar que su padre podría ayudarlos.

Algunos días después todo estaba bien. El pequeño dejó el hospital, yendo a su casa. Todos estaban felices y agradecidos con el padre de Valeria. Con infinita alegría, ellos la abrazaron uno por uno. Y al llegar a casa, hicieron una oración a Jesús en agradecimiento por la bendición que les había concedido.

 

MEIMEI
 

(Recibida por Célia X. de Camargo, en 02/10/2017.) 
 

 
 
Traducción:
Carmen Morante: carmen.morante9512@gmail.com

 

 

     
     

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