Especial

por Rogério Miguez

¿Prueba o expiación?¡Esa es la cuestión!

 
Condiderando nuestra Tierra como una gran escuela, con más de siete mil millones de alumnos matriculados – los encarnados, y, según dicen los Espíritus, más de veinte billones de alumnos en regimen de espera aguardando matricula – los desencarnados, se puede apuntar dos mecanismos básicos divinos de verificación del aprendizaje posible de ser obtenido en este colegio, verificando a los estudiantes del instituto Tierra, a lo largo de los años lectivos, o sea, en el transcurrir de la propia vida: pruebas y expiaciones.

Estos son los métodos creados por Dios para impulsar y avanzar nuestra evolución, y, en la posición de coordinador de este particular instituto de enseñanza del Universo, pues existen millones de otros, ocupando la cátedra mayor, se sabe también que está Jesús, el Bondadoso Director.

Es de la ley celestial la obligatoriedad de pasar por muchas visas buscando nuestra propia perfección, tantas vidas como fueran necesarias de modo a conducirnos al blanco final: la absoluta perfección moral.

El número de pruebas es inmenso, por cuanto hay muchas virtudes para conquistar e incontables materias a dominar, de forma a construir el sólido equilíbrio deseado entre las alas del sentimento y de la inteligencia, garantizando de esa forma una evolución constante.

Basta observar, en el primer caso, como es difícil vivir en la plenitude apenas una particular virtude a lo largo de la existência. De hecho, creemos, no hay Espíritus encarnados que puedan alegar domínio completo de muchas virtudes, de lo que sabemos sólo el Administrador de este establecimiento de enseñanza las conquistó en la totalidad.

En el segundo caso, ¿reflexionemos en cuántas especialidades de ingeniería o incluso en el área de medicina existen hoy en día? Em el passado eran poquísimas, entre tanto el número viene creciendo continuamente, eso sólo para citar dos áreas del conocimiento humano. Todas estas matérias también deberán ser por nosotros aprendidas, dominadas.

A primera vista, se cree ser ese progreso infinito, pero este entendimento no corresponde a la realidade, pues el desarrollo moral e intelectual tiene un termino1:

169. ¿El número de encarnaciones es el mismo para todos los Espíritus? “No; aquel que camina deprisa se ahorra muchas pruebas. Todavia, esas encarnaciones sucesivas son siempre muy numerosas, porque el progresso es casi infinito.” (Resaltamos)

En cuanto no incorporamos todo ese aprendizaje, pasamos por varias pruebas y expiaciones, con una especial observación: sólo expiamos debido a nuestra elección de evolución no haber contemplado apenas el caminho del bien, posibilidad esta prevista plenamente en el orden divino2:

262. ¿Cómo puede el Espíritu, que, en su origen, es simple, ignorante y sin experiencia, escoger una existencia con conocimiento de causa y ser responsable por esa elección?

“Dios le suple la inexperiencia, trazándole el caminho que debe seguir, como haces con un niño, desde el nacimiento. Con todo, poco a poco, a medida que su libre albedrío se desarrrolla, Él lo deja libre para escoger y sólo entonces es que muchas veces el Espíritu se extravia, tomando el mal caminho, por no oír los consejos de los Buenos Espíritus. Es a eso es que se puede llamar la caída del hombre. ” (Resaltamos)

Observese este trecho en la respuesta de los Espíritus: muchas veces le ocurre extraviarse; si es así, en otras tantas veces, ocorre de no extraviarse, siguiendo desde el inicio apenas el caminho correcto. Esa esclarecedora razón explica el hecho de haber tantas maldades en esta escuela, pues en el colegio Tierra están reunidos alumnos que optaron por no seguir decididamente, en el ejercicio libre del uso de su libre albedrío, apenas el camino del bien. Son en media estudiantes rebeldes y repetidores de las lecciones suministrada por el Director Jesús dos mil años atrás. En consecuencia, como ya cometimos muchos deslices, la conocida expresión “multitud de pecados”, la cuenta desde nuestro origen, con perjuicio al prójimo y a nosotros mismos, debemos expiar, o rescatar, esas situaciones indeseadas del pasado – se enfatiza siempre – creadas por nosotros mismos.

Siendo así la mecánica divina, una pregunta podría ser suscitada: ¿Cómo puedo saber, o distinguir, cuando estoy pasando por una prueba o una expiación y cuál es la diferencia entre ellas, de modo a mejor conducir nuestros diversos desafios existentes en el desarrollar de la vida?

Analizando la duda bajo el punto de vista de la Doctrina, sabemos de hecho una cuestión a expresar apenas nuestra vana curiosidad en saber especificamente bajo cuáles condiciones se suceden los muchos hechos de la vida, si son verificaciones o rescates, consecuentemente irrelevante, según la visión doctrinaria.

Nosotros, Espíritus aun imperfectos, no precisamos necesariamente saber si estamos pasando por una prueba escogida en la erraticidad3 o, de otro modo, si vivimos una expiación, pues lo que necesitamos con seguridad es simplemente superar las dificultades, no importa si estas tienen su origen en una prueba o en una expiación; el objetivo es vencer, o vencernos delante de los cuadros agúdos y no siempre agradables que caracterizan nuestras existencias, situaciones comunes en un típico mundo de pruebas y expiaciones, en vía de regenerarse.

A propósito, es siempre oportuno, podemos recordar, por ejemplo, este registro em outra obra del Codificador4: “No hay que creer, no obstante, que todo sufrimiento soportado en este mundo denote la existencia de una determinada falta. Muchas veces son simples pruebas buscadas por el Espíritu para concluir su depuración y activar su progreso. Así, la expiación sirve siempre de prueba, pero no siempre la prueba es una expiación.

O sea, estamos siempre siendo probados, sea por la prueba propriamente dicha escogida anteriormente, sea por la expiación, solicitada o impuesta; esta última servirá en todo el tiempo también de prueba, y si es bien soportada dará al alumno la nota de aprobación.

Muchas veces creemos haber superado las pruebas nuestras fuerzas, nos reconocemos no preparados y nos sentimos incapaces de cargarlas. Esta conclusión, aparentemente acertada, no es verdadera, no encuentra respaldo em las leyes divinas, por cuanto, observando bien el cuadro presente, con imparcialidad, se puede facilmente concluir haber aumentado nuestras pruebas, volviéndolas de esta manera insoportables desde nuestro punto de vista, sin embargo eso se dio como resultado de conductas impropias y actitudes intempestivas tomadas frecuentemente por todos nosotros. 

Variados sufrimientos y amarguras enfrentadas a lo largo de esta existencia se originan em conductas y acciones adoptadas distanciadas del buen camino, o sea, de las directrices divinas, en esta propia vida; tienen pues, origen en el presente y no en el pasado distante. En consecuencia, la vida responde con nuevos sinsabores y contratiempos aun durante la vida actual. Y si no hubiera repercusión aun en esta existencia, estas faltas del presente se presentarán como expiaciones del passado, en nuestras vidas futuras; es todo muy simple. De esa forma, si deseamos un futuro mejor, oremos y vigilemos ahora. Esta máxima, si es bien aplicada, nos puede ahorra muchos percances y atribulaciones en el porvenir.

Outro importante aspecto a considerar es la certeza de que, si vivimos las pruebas y expiaciones con rebeldia, disgusto, murmurando o reclamaciones, dudando de la justicia del Creador, la verificación o el rescate pierden la función y el sentido; por consiguiente, la vida nos invitará o nos obligará, en un futuro próximo, a pasar por nuevas ..., hasta salir plenamente víctoriosos. Este sistema de enseñanza es perfecto, pues perfecto es el Padre.

Delante de estas esclarecedoras explicaciones ofrecidas por la Doctrina, nos cabe aceptar las vicisitudes de la vida como oportunidades de aprendizaje, en nuestro próprio favor, ya que Dios obra siempre con bondad y misericordia, no nos solicitando esfuerzos mayores de lo que podemos soportar; de eso no tengamos la menor sombra de duda.

Y como Dios es Padre, y no Gerente, no considera cualquier falta como irremisible, o sea, imperdonable. Siendo ella cual fuera, Él nos concederá incontables oportunidades para alcanzar el éxito no obtenido en esta existencia, contodo tengamos en mente que muchas veces nuevas verificaciones ocurrirán en situaciones menos favorables de lo que aquellas experimentadas ahora, caso contrario no se realiza el processo de educación del Espíritu.

Todo depende de nosotros mismos, está en nuestras manos. Hagamos ahora, no posterguemos aceleremos el proceso en curso de regeneración del planeta, pues somos los artífices de este cambio.

 
 

Referências:

3
KARDEC, Allan. El Libro de los Espíritus. Trad. Evandro Noleto Bezerra. 3. Ed. Conmemorativa del Sesquicentenário. Brasilia: FEB, 2007. Q. 169.

2 ________.________. Q.262.

3 Erraticidad: estado de los espíritus errantes, esto es, no encarnados, durante los intervalos de sus diversas existências corpóreas (Allan Kardec – Instrucciones Prácticas sobre las manifestaciones espíritas – Vocabulario espírita).

4 _____. O Evangelho segundo o Espiritismo. Trad. Evandro Noleto Bezerra. 2. ed. 1. imp. Brasília: FEB, 2013. cap. V, “Bem-aventurados os aflitos”. item 9.
 

Traducción:

Isabel Porras - isabelporras1@gmail.com


 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita