Espiritismo para
los niños
por Célia Xavier de Camargo

Año 11 – Nº 530 – 20 de Agosto de 2017

 
Un Día del Padre diferente

 
Al terminar la clase ese viernes, la profesora hizo acordar a sus alumnos: - Les deseo un buen fin de semana a ustedes, ¡y no se olviden del “Día del Padre” que será el próximo domingo!

Los pequeños alumnos abrieron los ojos acordándose del “Día del Padre” y lo que podrían dar a sus papás. Cada uno pensaba en una cosa diferente: una camisa, un par de zapatos, una caja de bombones, un lapicero y mucho más. Carlitos fue a casa imaginando lo que le daría a su papá de acuerdo con sus propios deseos.

De repente, decidió: ¡Ya sé! ¡Voy a hacer un paseo con mi papá! ¡Así como él hace conmigo el Día del Niño! Papá me da un día diferente que a mí me gusta mucho. ¡Voy a hacer lo mismo con él!

Así, muy animado, llegó a casa sonriente. No dijo nada a nadie. Los papás notaron que Carlos estaba muy misterioso, pero cuando le preguntaban qué estaba sucediendo, él respondía:

- ¡Nada, mamá! ¡Nada, papá! Estoy pensando en algo que la profesora dijo.

El domingo, Carlitos se levantó muy temprano, preparó una taza de leche, hizo un sándwich, los colocó en una bandeja y fue a despertar a su papá, que todavía dormía. Entró al cuarto muy feliz, abrazó a su papá y le dio un beso en el rostro diciendo:

- ¡Feliz Día del Padre! ¡Papá, toma tu café y levántate de la cama! ¡Ponte shorts y camiseta, y en conmigo! ¡Estoy despierto hace tiempo! ¡Quiero pasear!

- ¡Pero es muy temprano, hijo mío! – le dijo el papá, restregándose los ojos.

- No es no. ¡Quiero pasear contigo, papá!

No viendo otra solución, el papá se levantó de la cama, se aseó y fue a la cocina para tomar otro café. La mesa, para su sorpresa, estaba arreglada. Carlos echó el café en la taza del papá, le agregó azúcar y le pidió que la moviera para saber si estaba a su gusto. ¡Al papá le pareció muy dulce, pero dijo que estaba bien!

Cuando el papá terminó de tomar café, Carlitos cogió la canasta del picnic y dijo:

- Ahora vamos a pasear, papá. ¡Ven! ¡Tendrás un día diferente!

El papá le sonrió, después miró a su esposa, y asintió con la cabeza como si dijera: “Todo bien. ¡Vamos a ver qué más va a pasar!”

- Mamá, ¿quieres venir a pasear con nosotros? – preguntó el niño.

- No, querido. Tengo muchas cosas que hacer hoy. ¡Vayan ustedes!

Padre e hijo salieron de casa y caminaron hasta un bosque donde a Carlitos le gustaba jugar y al cual su papá lo llevaba siempre. Se sentaron, colocaron los pies en el agua del lago, corrieron entre los árboles hasta cansarse. Después, ya con hambre, el pequeño abrió la canasta y dijo:

- ¡Papá, aquí está nuestra merienda! ¿Vamos a comer?

Comieron todo, tomaron el jugo que Carlitos había hecho con tanta buena voluntad y después descansaron. A las tres de la tarde, estaban tan cansados que decidieron volver a casa, felices y satisfechos.

La mamá, al verlos llegar, colocó las manos en la cintura y dijo:

- ¡Vaya! ¡Se demoraron mucho! ¡Me imagino que deben estar cansados! ¿Quieren comer algo?

- ¡Ni pensar! – dijo el papá. - ¡Estamos satisfechos! Comimos mucho hoy.

Entonces la mamá preguntó a Carlitos:

- ¿Qué idea fue esa, Carlitos, de llevar a tu papá a pasear?

- ¡Mamá, es que me gusta tanto cuando hacen eso conmigo que decidí darle un día igual a papá!

La mamá sonrió y el papá abrazó al hijo diciendo:

- ¡Hijo mío, fue el mejor día que he tenido! ¡Nunca tuve un Día del Padre como este! ¡Gracias!

Carlitos, con lágrimas en los ojos, respondió:

- ¡Pues hice eso al recordar las veces que tú me llevaste a pasear por el Día del Niño! ¡Feliz Día del Padre, papá!

Los tres se abrazaron sintiendo mucha satisfacción y alegría. Después de todo, ¡tuvieron un día diferente!...

MEIMEI


(Recibida por Célia X. de Camargo, en 24/07/2017.)

 
 
Traducción:
Carmen Morante: carmen.morante9512@gmail.com

 

 

     
     

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