Editorial 

Año 11 – Nº 528 – 6 de Agosto de 2017

 

La terapéutica espírita es toda fundamentada en el amor 

 
Tomar la mano de un violento enfermo mental y pedir, con mucho cariño, que lo suelten – mismo oyendo la observación de la policía de que ese enfermo necesitó de tres hombres para ser atado – y él, una vez suelto, dócilmente, acompañar la persona a una de las muchas habitaciones pequeñas construidas para ese fin en el fondo del patio… 

Así hicieron algunos espíritas en diversos rincones del país, imbuidos de una autoridad moral indiscutible, dando inicio a lo que podemos llamar de verdadera “psiquiatría espírita”. Cairbar Schutel y Anita Borela de Oliveira fueron protagonistas de episodios como lo relatado. 

Mucho allá de la obsesión, la enfermedad mental aún hoy es poco conocida. Un diagnóstico de esquizofrenia lleva cerca de diez años para ser minuciosamente categorizado. Además de eso, no existe un término propio separando obsesión de enfermedad mental.  

Un respetado psiquiatra espírita, también médium e integrante del grupo de desobsesión del hospital espírita en que actuaba, nos dio cierta vez, en público, el testimonio de que, en varias oportunidades, un caso evaluado inicialmente como siendo obsesión era, en verdad, enfermedad mental. Y en otra circunstancia, presentándose alguien con clara indicación de una supuesta enfermedad mental, se constató después tratarse de un caso de obsesión, tal la semejanza de las crisis causadas en uno y otro caso. 

Neio Lúcio afirma, en uno de sus relatos constantes del libro Jesús en el Hogar, que el Maestro dice cierta vez en casa de Pedro, en Cafarnaúm, que “el amor cubre una multitud de pecados”. 

Luego, la terapéutica espírita es toda fundamentada en el amor. El amor debe revestir el cuidado que se debe tener con los pacientes, sin descuidarse de la observancia de las normas y protocolos pertinentes al atendimiento seguro y científico de los pacientes. 

El equipo de enfermería, más directamente en contacto con los pacientes, debe estar siempre entrenada, capacitada y actualizada para adecuarse a la enfermería diferenciada inherente a los nosocomios de salud mental. Debemos todos acordarnos de que, al cuidar de esos pacientes especiales, podremos estar también cubriendo una multitud de errores pretéritos.    

El problema del amor aplicado a actitudes concretas ganó una nueva dimensión, a partir de las enseñanzas espíritas. 

El amor no es, evidentemente, una panacea que cura todo y cualquier dolor. Pero será siempre bienvenido y surtirá efecto cuando atingir el corazón del sujeto, inspirándolo a la decisión de también ayudarse. 

La felicidad es heredera de la confianza. La confianza en Dios es privilegio de los espíritus esperanzados. Llevar al prójimo esperanza, confianza y sentimientos sanos debería ser el objetivo primero del equipo de médicos y de enfermaría y de todos los profesionales responsables por el cuidado de aquél que sufre. De cierta manera, todo el complejo hospitalario debería ser un templo del amor de  Dios consagrado al objetivo de transmitir amor a los enfermos que allí son tratados, tanto cuanto a los que allí trabajan sin descanso.  

Con todo eso, puede desarrollarse todo un plan de trabajo, diferenciado de los hospitales de afecciones generales. No sólo por la necesidad de especialización, pero también por la posibilidad de reunir esfuerzos alrededor del atendimiento por amor. 

Ésa es, ciertamente, una realidad difícil de concretizar, porque muchos son los estorbos, a empezar por la falta de comprometimiento de los profesionales de salud. Además de eso, las opiniones de los psiquiatras son, en general, discordantes, una vez que ni todos son espíritas y ni todos aceptan terapias alternativas, como el uso de la bioenergía y hasta mismo de la homeopatía. Aún existe mucho prejuicio en el medio médico, una realidad que es necesario cambiar – y tengamos certeza de que todos seremos beneficiados con eso.
 
 

Traducción:
Elza Ferreira Navarro
mr.navarro@uol.com.br 

 

 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita