Espiritismo para
los niños
por Célia Xavier de Camargo

Año 11 – Nº 527 – 30 de Julio de 2017

Remedio en forma de árbol


Un día, Roberto salió a pasear con su papá. El lugar era agradable y lleno de árboles. Roberto miró los bellos árboles que crecían allí y sonrió:

- ¡Papá, qué lindos árboles! ¿Quién los habrá plantado?

- ¡Ah, hijo mío, fue la Naturaleza! Cuando yo venía por aquí, aún pequeño, no había casi nada de verde, ¡pero con el tiempo muchas especies de árboles comenzaron a aparecer! Cada persona traía un plantón y ahora, como puedes ver, ¡están enormes y lindos realmente!

- Pero, ¿por qué las personas plantan árboles, papá? – preguntó el niño.

El papá miró a su hijo y le señaló con el dedo los enormes árboles:

- Mira cuantas especies diferentes están plantadas aquí. Al plantar un cogollo, no lo estamos plantando para nosotros, ¡sino para los que vendrán con el paso del tiempo! Esos árboles producirán frutos y flores para quien pase por aquí. ¡Así todos podrán recibir sus bendiciones en forma de flores o de frutos!

- ¡¿Pero por qué, papá?!... – preguntó el niño, que no había entendido.

El papá se sentó en una gran raíz y, poniendo a su hijo en su regazo, señaló con el dedo:

- ¡Roberto! ¡Mira, hijo mío! ¡Quien plantó la semilla de ese árbol enorme de allí, no lo plantó para sí mismo, sino para los que vendrán mucho después de él! Quien plantó cada especie, sea de flores o de frutos, plantó para los que vengan después puedan beneficiarse de esos árboles. ¡Muchos son árboles que generan remedios, que curan personas!

- ¿En serio, papá?

- Sí, hijo mío. Cuando plantamos un árbol, no estamos pensando en nuestra hambre, ¡sino en cuántas personas podrá alimentar con sus frutos con el paso del tiempo!

- Es verdad, papá. Cuántas personas recogerán sus frutos y flores, ¿no?

- Claro, Roberto. ¡Aquí estoy viendo muchos árboles medicinales y, seguramente, existen personas que se benefician de ellos!

El papá miró su reloj y dijo:

- Pero ahora es tarde y necesitamos volver a casa – dijo el papá, cogiendo al niño de la mano.

Al llegar a casa, Robertito, eufórico, preguntó a su mamá:

- Mamá, ¿sabes que papá me llevó a un bosque con muchos árboles lindos y enormes? ¡Me encantó!... Cada uno tenía una obligación diferente del otro.

- ¿Cómo así, hijo mío? – preguntó la mamá sonriente.

- Mamá, te voy a contar:

 ¿Sabes qué aprendí hoy? Que todo lo que vemos tiene una tarea. Por ejemplo: ¡la luz que encendiste va a servir para todos los que entremos aquí! ¡Si preparas el almuerzo con verduras, papas y todo lo demás, servirá para quien llegue! ¡Y hasta el agua que corre en un riachuelo va a ayudar a quien lo necesite! ¡¿No es maravilloso?!...

- ¡Claro que sí, Roberto! Qué maravillosa es la Naturaleza, ¿no?

- ¡Mamá, cualquier día te llevo a ver un lindo bosque y lleno de árboles!

- ¡Pues yo quiero ver donde tu papá y tú fueron a ver esas maravillas!

El niño abrazó las piernas de la mamá y dijo:

- ¡Yo te llevo, mamá! ¡Vas a ver qué bueno es Dios con todos nosotros! ¡Él nos da de todo, basta que sepamos tomarlo y usarlo! ¡Hay hasta remedios en forma de árbol!

                                               MEIMEI


(Recibida por Célia X de Camargo, en 10/07/2017.)
 
 
Traducción:
Carmen Morante: carmen.morante9512@gmail.com

 

 

     
     

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